waterAsí, la producción de un kilo de ternera requiere 16.000 litros de agua; una sola hoja de papel, como la de esta revista que usted lee en este momento, 10 litros; llenar su depósito de gasolina, unos 3.000 litros; los cinco pantalones vaqueros que guarda en el armario, 10.000 litros. España es el quinto país con mayor huella hídrica: 2.325 metros cúbicos al año por habitante. Estados Unidos solo nos supera por poco, con 2.500.

Uno de los motivos es la intensa actividad agrícola de nuestro país, al que se dedican más del 80% de los recursos hídricos regulados, pero también hábitos de consumo doméstico poco concienciados que nos sitúan a la cola de los países desarrollados. «La concienciación es fundamental. En Israel se ha hecho recientemente una campaña de sensibilización y se ha reducido el gasto por persona de una forma increíble», advierte Fernando López, abogado especializado en Derecho de Aguas y doctorando por la Universidad de Murcia. «Esa es una asignatura pendiente de nuestras administraciones».

La clave: una gestión eficaz

Sea como fuere, el caso de España es singular cuando hablamos de abastecimiento de agua: es un país condicionado por los desequilibrios temporales y territoriales, debido a los cuales prolongadas sequías dejan paso a otros periodos de lluvias torrenciales que, en muchos casos, provocan graves inundaciones. Los cauces de los ríos pasan del estiaje al desbordamiento con excesiva facilidad y esto dificulta la redistribución del agua y origina graves desórdenes.

Según un estudio de la Universidad de La Rioja, debido a la circunstancias mencionadas solo disponemos de un 8% de los recursos existentes de forma natural –sin alterar- en nuestra red hidrográfica, mientras que en el resto de países europeos la media es del 40%. Por eso, es fundamental contar con una infraestructura de tratamiento y abastecimiento de agua eficaz, pero también sostenible. «A lo largo de todo el ciclo que incluye la captación, el abastecimiento a las casas, la depuración y el vertido a los ríos, se consume mucha energía. Debido a las políticas erráticas llevadas a cabo en nuestro país, seguimos dando prioridad a las centrales de combustibles fósiles, y hay que empezar a aprovechar más nuestro potencial en renovables, en energía solar y eólica, ese es un reto importante», puntualiza Raúl Herrero, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos especializado en Hidráulica, Energética y Medio Ambiente.

«La principal innovación para lograr la sostenibilidad medioambiental, económica y social del abastecimiento de agua para todos los usos pasa por afrontar conjuntamente la escasez de energía y alimentos», opina Narciso Berberana, director general de Soluciones y Tecnologías del Grupo Agbar, un ‘holding’ con sede en Barcelona de más de 128 empresas que operan en el sector de servicios del ciclo integral del agua, que da servicio a más de 26 millones de habitantes. El tratamiento de aguas residuales es hoy en día un puntal a la hora de lograr un ciclo sostenible: «Tecnológicamente, somos capaces de transformar agua, con cualquier calidad, en potable saludable, de modo que el reto técnico ya está superado. Lo vital es conseguir que la gestión social, económica y medioambiental también sea sostenible», informa Berberana. «Del agua residual conseguimos energía, fertilizantes, materias primas para otros procesos industriales, material para construcción, combustibles de energía renovable, agua para riego, agua industrial, agua para los ecosistemas… En definitiva, evolucionamos el concepto basado en el tratamiento que genera residuo, a los sistemas de gestión sostenible. Las claves son: una gestión eficiente que asegure los recursos actuales y la reutilización y regeneración de los entornos naturales con la garantía de mantenimiento de la biodiversidad».

Alberto Vizcaíno, consultor especializado en instrumentos de gestión para la sostenibilidad e indicadores ambientales, añade: «Es fundamental avanzar en la reutilización de aguas grises –como las sobrantes en una ducha doméstica-, que se pueden volver a destinar a otros usos una vez pasan por desagüe, como regar un jardín, por ejemplo, o para caudales ecológicos, acuíferos… Antes no se permitía la reutilización de este agua, pero a partir de un real decreto de 2007 se abrió la posibilidad y se ve un interés creciente en el sector. La Comunidad de Madrid ha firmado varios convenios recientemente para el regadío de campos de golf con este sistema, por ejemplo».

No cabe duda de que España es consciente desde hace tiempo de la necesidad de contar con una infraestructura eficaz en el tratamiento y abastecimiento de agua: a lo largo del siglo pasado se hicieron grandes esfuerzos inversores por los que contamos con una red de 1.200 embalses y un número ingente de obras hidráulicas que posibilitan que hoy en día nos beneficiemos de un acceso al agua sin restricciones relevantes, que se reparte de la siguiente manera: 15% para beber, 80% para agricultura y 6% para industria.

¿Agua para todos?

Con todo, el problema de la escasez no está resuelto y requiere medidas a medio y largo plazo. «Ante el crecimiento exponencial de la población y el consiguiente incremento en las necesidades de abastecimiento, los retos son importantes, ratificados por la campañas de concienciación lideradas desde los diferentes organismos de la ONU», advierte Berberana. «En medidas básicas y a nivel mundial, una de cada ocho personas no tiene acceso a agua y dos de siete viven en zonas sin ningún tipo de sistema de saneamiento. Esa es la crisis humanitaria que hay que afrontar en la actualidad. Si le añadimos la previsión de incremento de población y, por tanto, de necesidad de energía y alimentos conforman un triángulo interconectado que define muy claramente los objetivos que debemos seguir».

infoaguaSegún Herrero, «a largo plazo puede haber problemas, no solo por el aumento de población, que se prevé llegar a  9.000 millones de habitantes en 2050, sino por un cambio en las condiciones climatológicas que cada vez se harán más patentes, también en España. Los expertos prevén que en la zona sur y mediterránea vamos a sufrir un descenso en las precipitaciones, precisamente en un momento en que hemos llegado a un nivel de vida en que usamos más recursos hídricos que nunca». El ingeniero tiene una visión optimista, aunque solo en parte: «España no va a tener problemas de consumo de agua potable, pero sí dificultades para mantener las superficies de agua de regadío. Esto se debe a que cada vez lloverá de forma más torrencial y los periodos de sequía serán más largos. La agricultura lo notará, pero en saneamiento, alcantarillado y depuración España ha mejorado muchísimo. Nos queda, eso sí, el reto de los núcleos pequeños de población: se han hecho grandes esfuerzos, y aunque creo que hemos avanzado de forma notable, aún queda mucho por hacer».

La gestión público privada «ha demostrado que puede garantizar un mejor suministro, siempre que se cuide que sea económicamente viable y adecuada». Fernando López considera, además, que «para hacer frente a la escasez es fundamental un gran pacto nacional que no esté supeditado a los vaivenes de cada gobierno. Un plan de actuación integral que nos beneficie a todos», remata el abogado especializado en este sector.

Alberto Guijarro, coordinador en la ONG ONGAWA, que lleva a cabo proyectos de ingeniería en el tercer mundo relacionados, en parte, con el abastecimiento de agua, matiza que «el mensaje fundamental es que no hay una solución única para cualquier contexto, las tecnologías deben adaptarse; hay zonas rurales a las que las nuevas tecnologías, como la desalinización, no van a llegar nunca. Debemos tener en cuenta que ocho de cada diez personas que carecen de acceso al agua viven en entornos rurales. Por eso las soluciones deben adaptarse a cada contexto y situación». En este sentido, Berberana añade que «la escasez existe ya, no hay que esperar a cumplir previsiones. Además, las consecuencias del cambio climático la agravará, extendiéndose este déficit a zonas que actualmente no están en crisis. La única solución de futuro posible pasa por asegurar el suministro de alimentos, energía renovable y agua para usos sostenibles. Sin energía no hay agua, sin agua no hay vida ni hay alimentos y sin agua no hay energía. Todo forma parte del mismo reto. Pero hay que ser optimistas, tenemos soluciones tecnológicas y sabemos gestionar con eficacia sistemas complejos; tenemos ejemplos contrastados. Si diseñamos los sistemas futuros basados en la gestión eficiente de todos estos recursos aseguraremos un entorno natural saludable para las personas garantizando la biodiversidad de los sistemas naturales».

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