Los sufridos agentes se referían a ese día como black friday (viernes negro) por el maremoto de coches y peatones que inundaba las calles del centro de la ciudad, convirtiendo la tarea de dirigir el tráfico en una misión casi imposible.

Unos años más tarde, con el término black friday ya establecido y extendido por todo el país, los comercios decidieron darle un significado más amable: ese era el día en el que las tiendas tenían la oportunidad de convertir sus números rojos en negros, aplicando suculentos descuentos para darle un empujón a las ventas. La policía de Filadelfia, entre tanto, sigue sufriendo la fiebre compradora de ese viernes, cada vez más: al black friday se ha añadido el cibermonday (lunes tecnológico), durante el que las rebajas recaen en aparatos electrónicos. Este año, la Federación Nacional de Minoristas de Estados Unidos calcula que entre las dos jornadas se desembolsarán 655.000 millones de dólares (la mitad del PIB español), esto es, cada ciudadano gastará una media de 939 dólares. En torno al medio millón de personas comprará a crédito en las tiendas.

En España hemos adoptado los dos días, y mañana es el pistoletazo de salida para desenfundar las billeteras: un 81% de las empresas se suman al black friday, y entre las dos jornadas, la Asociación Española de la Economía Digital calcula que se generarán unas ventas de aparatos electrónicos, solo ‘online’, por valor de más de 1.200 millones de euros, un 13,12% más que el año pasado. Las tiendas de ropa, por su parte, esperan aumentar sus ventas hasta un 15%, según la patronal del comercio textil Acotex. Un estudio de eBay calcula que este año, los españoles gastarán esos días, y el resto de la campaña navideña, una media de 248 euros por persona, más que ningún año anterior. El Corte Inglés ha anunciado que espera triplicar sus ventas durante el black friday, y aplicará descuentos a 2.000 marcas.

Algunos comercios alargan el viernes negro. Como la plataforma digital y ubicua Amazon, que estira las ofertas hasta los 13 días, y se crea aparte sus propias festividades del consumo: el Prime Day (día del cliente premium) es el 12 de julio, en el que logró, este año, superar con creces el medio millón de pedidos. El comercio electrónico, precisamente, es uno de los mayores beneficiados del black friday: en 2015 se facturaron, según la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y La Competencia), 5.309 millones de euros, gastados a golpe clic. Con la inercia black, hay grandes cadenas que se inventan sus propios days. Es el caso de Media Markt, que siguiendo la estela de Amazon celebró también en julio su Red Day, con descuentos aún más pronunciados.

Existen otras iniciativas (y seguimos con la variedad cromática) que se suben a la ola del black friday, en este caso con un buen motivo: «Llamar la atención de las personas sobre el consumo responsable y sostenible», como dicen desde El Hervidero de Ideas, artífices del GreenFriday(viernes verde). Aseguran que «han participado más de 150 empresas sostenibles de todo tipo ofreciendo descuentos de hasta el 40% en sus productos ecofriendly para animar a los consumidores a comprar de forma consciente durante todo el fin de semana». La intención es encomiable, pero por desgracia coincide en algo con su hermano black: promueve el consumo desmedido a golpe de descuento, por mucho que sean productos ecológicos.

¿Dónde queda el consumo responsable?

Estos días de locura transaccional chocan con lo que, en principio, se intenta inculcar desde los poderes públicos, como acaba de hacer, por ejemplo, el Ejecutivo foral de Navarra ante el viernes que se avecina: el comedimiento, la racionalización del consumo para no quedarnos sin recursos. Pero a poco que uno piense en las toneladas de coltán o litio (aparatos electrónicos) o de los millones de litros de agua invertidos y contaminados para todas las prendas de algodón que saldrán hoy de las grandes cadenas textiles, por poner solo dos ejemplos, no le salen las cuentas: días como el black friday son los que nos llevan a esquilmar el planeta.

Desde la Fundación Vivo Sano nos dan una definición acertada de lo que es el consumo responsable: «Un concepto que defiende que los seres humanos deben cambiar sus hábitos de consumo ajustándolos a sus necesidades reales y a las del planeta, y escogiendo opciones que favorezcan el medio ambiente y la igualdad social». Y advierten: «Vivimos en una sociedad que favorece el consumismo. Nos hemos acostumbrado a usar y tirar. La publicidad nos bombardea con anuncios cuyo objetivo es hacernos engranajes de un sistema que reduce a las personas al papel de consumidores sumisos».

Corremos otro riesgo en el black fridaydar por hecho que vamos a hacer una compra inteligente, o lo que es lo mismo, a encontrar una ganga, porque así nos lo han dicho. Para muchos es motivo suficiente, y ni se molestan en contrastar precios. Un estudio de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) realizado el año pasado sobre comercios de referencia lo deja negro sobre blanco: las rebajas apenas superan el 2%. En el caso de Media Markt, se queda en el 0%. «Aunque bajaron el precio del 24% de sus productos, lo compensaron subiendo los de otros un 20%», explican desde la organización.  

Como reacción al black friday, en Ecologistas en Acción impulsan el Día sin Compras, el 27 de noviembre. «Promovemos así la visibilización de los impactos de la sociedad de consumo a través de la cultura del despilfarro, el endeudamiento y la insatisfacción crónica», cuenta la ONG. «La llamada a no comprar por un día es una manera de plantear un cambio de sistema, que no explote el planeta sino que esté en paz con él. La sostenibilidad socioambiental, el reparto equitativo de la riqueza, la solidaridad y las relaciones comunitarias de cercanía son principios que deberían marcar la salida de la crisis. La jornada busca que las personas consumidoras se planteen hasta qué punto necesitan y desean lo que compran», y concluyen: «Mucho más importante que el Día Sin Compras es el resto del año, 364 días de consumo consciente». Conviene tomar nota.

Luis Meyer