Algo así parece haber entendido Greenpeace, a juzgar por una campaña reciente con la que intenta hacernos despertar. La ONG recuerda que, por muchas tentaciones que tengamos de negar la realidad, o de utilizar la crisis como coartada para no movernos, el cambio climático va en serio. De esta manera, utilizando imágenes que simulan cómo se podría transformar nuestro entorno con el calentamiento global -como la de un Benidorm con su frente marítimo desbordado por el mar- vuelven a dar cuenta de este fenómeno. Una realidad ya palpable en muchas zonas del planeta y sobre la que, según han concluido la comunidad científica y Naciones Unidas, la influencia del ser humano es decisiva.

La entidad conservacionista citaba en su iniciativa que los riesgos van más allá de las costas. A nivel local, los cambios en la temperatura van a alterar cultivos tan esenciales como la vid en España; y a nivel global peligrarían organismos clave para el equilibrio de los ecosistemas como el coral, básico para el mantenimiento de la riqueza pesquera en algunas áreas.

Reconozco que no soy un experto en esta materia, por lo que no quisiera alargarme con estos detalles. Pero lo que sí que quiero y pienso que es urgente decir es que ya es hora de terminar con las excusas.

¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI continuemos hablando de la economía y del medio ambiente como si fueran agua y aceite, como elementos separados?¿Cómo se pueden desatender actividades económicas sostenibles porque ahora hay que “ir a lo seguro”?

Lo seguro es vivir, trabajar o invertir levantando la vista del suelo, pensando en hoy y también en mañana. Sabiendo que necesitamos cuidar de los recursos naturales que tenemos alrededor, aunque solo fuese por nuestro propio interés.

Algunos científicos ya piensan, incluso, que hemos pasado el llamado punto de no-retorno, y que ahora solo podemos mitigar los efectos del cambio climático, no evitar consecuencias graves. Y eso aplicando medidas drásticas en el abastecimiento energético y en nuestra forma de consumir y de vivir.

La naturaleza está en el propio significado de la palabra economía

Seguramente también para los especialistas es difícil saberlo, pero tengamos una situación más o menos grave, está claro que no se puede seguir así. Hay que dejar de pensar en la economía -que muchos sabrán que procede del griego oiko, casa, y nomos, administración y que no es otra cosa que la administración de nuestro mundo- sin hacerlo al mismo tiempo en nuestra casa común, la naturaleza.

Por eso, mientras esperamos que las personas con más poder también despierten, no nos quedemos de brazos cruzados. Recordemos que reciclar, usar menos el coche o apagar la luz no es un capricho. Que por nosotros no queden esfuerzos para dejar un mundo vivible a nuestros hijos, un planeta tan maravilloso como el que nos dejaron a nosotros nuestros padres.

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