Triste es reconocer que la navidad se convierte en una oportunidad para la sociedad de consumo de mover capital a beneficio de la gran empresa, es la época que no importa endeudarse, nos hemos metido en la espiral de la compra sin limite y sin sentido; y que en el fondo lo que realmente se necesita es ternura y afecto. Estas tradicionales fiestas se han convertido en excusa para ahogarse en vicios y derroches; pero la finalidad seria reecontrarnos con el espíritu de la navidad, del nacimiento de una nueva oportunidad para seguir compartiendo la vida en familia y amigos, fomentando principalmente la unión y la felicidad; aunque cada vez resulta mas difícil ser feliz.

Este año esta por terminar, y en muchos países la pobreza combinada con la violencia también, se han convertido en una tradición continua. El grado de violencia ha llegado a niveles insólitos; los asesinatos y las balaceras de los hechos en muchas ciudades se han vuelto tan rutinarios que seria mas practico teñir de rojo la portada de los periódicos. ¿En que momento el vivir de cada día se degeneró en una espiral de homicidios, asaltos, secuestros y extorsiones?

Podríamos afirmar que es producto de la corrupción e indiferencia de los gobiernos, sumado a la competitividad y el lucro desmedido, ciertamente, ha producido una alta ganancia de violencias. En muchos países la violencia ocurre con mayor frecuencia en contextos domésticos e intrafamiliares; y qué decir de una creciente y preocupante tendencia de comportamiento agresivo en las mujeres; quizá en respuesta a su maltrato y exclusión. Pero lo mas inquietante es la alta incidencia y reincidencia de menores en la actividad criminal.

Se justifican los actos de violencia con el hecho que históricamente el hombre desde sus orígenes ha hecho miles de guerras, llegando a la conclusión de que la guerra no solo es tan antigua como la humanidad, sino que ha desempeñado un papel integral en nuestra “evolución”. Según esta teoría moderna, ayuda a explicar la evolución intima de aspectos del comportamiento bélico tales como la guerra de pandillas. Incluso, sugiere que algunas habilidades que hemos tenido que desarrollar para ser eficaces guerreros, como la cooperación, se han convertido en la moderna capacidad de trabajar en equipo en pro de un objetivo común.

Esta violencia oportunista que ayuda a los agresores a debilitar los grupos rivales y, por tanto, ampliar sus dominios territoriales. Y que seguramente la violencia de grupo seguirá siendo por mucho tiempo parte de la sociedad humana; justificada o no. La realidad es que si comparamos la violencia que se ha dado en la historia y la que se da en la actualidad, el grado de violencia sigue siendo el mismo, solamente estamos mejor informados y tecnológicamente más avanzados y con mayor alcance y poder de destrucción.

Lo extraordinario seria si a partir de la filosofía de la noviolencia; y el legado heredado a través de la vida, y obra de las y los grandes pensadores y maestros, pudieran iluminarnos sobre como educarnos para edificar culturas menos violentas. En una cultura de la inmediatez y de escasez de genuinos modelos, sus concepciones y propuestas, pudieran ser alentadores para las nuevas generaciones y poder así eliminar el ciclo de la violencia.

Y permitirnos en estas fechas el poder tener sueños de nuevos caminos por recorrer, de salud para brindar, de amor para llenar el alma y de canciones que enriquezcan con autenticidad el sonido de la vida y de la paz.