La organización, con sede en Nueva York, ha recogido al menos 91 casos de asalto que podrían considerarse como violación desde el 28 de junio, con datos aportados por asociaciones locales de lucha contra este fenómeno, que se convirtió en un fenómeno recurrente y al margen de las manifestaciones en Egipto.

El escenario más común descrito por las víctimas es el de un grupo de jóvenes “que identifican a una mujer, la rodean y la separan de sus amigos” antes del ataque, y luego rasgan su ropa e incluso la violan. En algunos casos, la víctima fue arrastrada por el suelo suelo para seguir siendo atacada en otro lugar.

En muchos casos, estos ataques, algunos de los cuales llegaron a durar casi una hora, terminaron en lahospitalización de la víctima. HRW informa que algunas mujeres fueron “golpeadas con cadenas de metal, palos, sillas y hasta con cuchillos”.

La ONG lamenta “la negligencia del Gobierno” con este problema, que podría desembocar en una cultura de “impunidad”.

Dada la magnitud del fenómeno, se han establecido grupos en El Cairo dedicados durante meses a identificar el abuso sexual y proteger a las mujeres durante las protestas. Estos ataques están en muchos casos dirigidas a periodistas extranjeras.

A falta de detenciones, los responsables de estos actos no se han podido identificar correctamente. No obstante, algunos de ellos pertenecen a grupos de matones que se aprovechan del hecho de que la policía ha dejado de estar presente en Tahrir para cometer los asaltos.

Grupos de militantes contra la violencia creen que estos actos tienen por objeto disuadir a las mujeres de participar en manifestaciones contra el gobierno y empañar la imagen de los emblemáticos eventos que tienen lugar en la plaza en favor de los movimientos pro-democracia.

Daniela Coello

 

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