La lignina es uno de los componentes principales de la madera y está presente en las paredes celulares de plantas leñosas. Desempeña la función de impedir la entrada de agua y da rigidez al tallo. Es un recurso renovable y muy abundante: en el mundo se producen cada año cerca de 50 millones de toneladas de residuos de esta molécula. Pero la mayoría de las biorrefinerías (industria basada en materias primas simples) lo considera un desecho. Ted Slaghek, investigador de TNO, una organización sin ánimo de lucro de los Países Bajos, ha propuesto una alternativa para aprovechar las capacidades de la lignina: utilizarla para la construcción de carreteras ecológicas.

Hasta ahora, para pavimentar carreteras y calles se ha empleado el bitumen o betún, un subproducto tóxico y contaminante derivado del petróleo. Pero Slaghek y su equipo de investigadores han puesto el conocimiento al servicio de la innovación y han conseguido que de la mezcla molecular con lignina se obtenga un asfalto más resistente a la climatología y se sumen un par de años a la vida útil de una carretera. El pasado marzo presentaron sus avances en un encuentro que organiza la American Chemical Society en Colorado (EEUU) y al que asisten cada año miles de científicos. Para poner en práctica su idea, construirán un tramo de 100 metros de ruta para bicicletas con su nueva mezcla asfáltica.

No menos ambicioso es el proyecto Los Desiertos Verdes, que, gracias a la innovación tecnológica, reforestará 63 hectáreas de tierra de Valladolid, León, Zamora, Zaragoza y Barcelona. El sistema ideado (bautizado como Groasis Waterboxx), utiliza un 90% menos de consumo de agua que el riego por goteo y permite plantar árboles en zonas secas o rocosas. Ha logrado un 80% de supervivencia media de estos árboles frente al menos del 20% obtenido con los medios tradicionales, y se trata de una tecnología asequible, con un coste aproximado de 2,3 euros por árbol plantado. La iniciativa surge de la necesidad de hacer frente a las condiciones medioambientales de la Península Ibérica (altas temperaturas, suelos pobres, alta radiación, alta evaporación y pocas precipitaciones), que limitan el éxito de las acciones de reforestación. En España, las tierras áridas constituyen un 74% del total de la superficie y en el mundo se destruyen 12 millones de hectáreas de suelo al año. Un ejemplo más de cómo la innovación puede mejorar el entorno y su sostenibilidad.

La iniciativa Los Desiertos Verdes forma parte del programa LIFE, un ecosistema de proyectos de conservación de la naturaleza financiado por la Unión Europea. Con el objetivo de limitar a 2ºC la temperatura global del planeta, LIFE ha impulsado un total de 3.954 iniciativas, con una inversión de tres billones de euros destinada a la protección del medio ambiente. ¿Pero cuál sería el resultado si a la suma de ideas disruptivas más financiación le aplicamos la tecnología adecuada? «Limitar el aumento de la temperatura para el año 2100 en 1,5°C es factible, al menos desde un punto de vista puramente tecnológico», afirma Joeri Rogelj, investigador del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), a la revista Nature Climate Change. La innovación tecnológica vuelve a ganar el pulso.

Revolución 3D

Fue el pasado julio cuando, en un hospital de China, se realizó con éxito un trasplante completo de un cráneo de titanio obtenido mediante impresión 3D, implantado a una niña de tres años con hidrocefalia. También hemos leído recientemente en los periódicos que un grupo de científicos de la Universidad de Búfalo (Nueva York) acaba de diseñar un dispositivo que se alimenta de la energía de los latidos del corazón y la convierte en electricidad para hacer funcionar un marcapasos; así se reducen las molestias, los riesgos médicos y los costes de las cirugías de reemplazo.

En el ámbito de la salud, la innovación tecnológica transforma la realidad y multiplica las oportunidades para mejorar nuestras vidas. En España existen más de 14.000 apps de salud y se espera que este número crezca un 20% cada año durante los próximos cinco. Universal Doctor Speaker es un buen ejemplo. Se trata de una aplicación móvil y web multilingüe que ofrece traducciones médicas en treinta idiomas diferentes para facilitar la comunicación entre profesionales sanitarios y pacientes aunque no hablen la misma lengua. Cuenta con cientos de traducciones médicas escritas acompañadas por audios de hablantes nativos. La app, que contó con el apoyo de Grants4Apps Accelerator, la incubadora de startups de Bayer, ha sido reconocida con el World Summit Award de Naciones Unidas como una de las mejores aplicaciones móviles de salud.

«Queremos apoyar aquellas iniciativas destinadas a dar soluciones para la salud que puedan conectar y empoderar a los pacientes y a los profesionales sanitarios: aplicaciones móviles, servicios digitales, dispositivos médicos, software o hardware», explica Carlota Gómez de la Hoz, directora de Comunicación y RSC de Bayer. Además de facilitarles un espacio de coworking, la compañía proporciona a estas pymes apoyo y asesoramiento en asuntos regulatorios, contabilidad, investigación de mercados y marketing. «Somos conscientes de que las pequeñas y las medianas empresas se topan con obstáculos a la hora de enfrentarse a un mercado complejo y muy regulado; por eso queremos ofrecer nuestro conocimiento y experiencia a las muchísimas startups con un gran potencial que hay en España, fomentando al mismo tiempo la creatividad. Nuestra idea es hacerle un traje a medida según sus necesidades», añade Gómez de la Hoz.

Algo nada desestimable teniendo en cuenta que sólo en siete años el número de empresas españolas que tienen actividades de innovación se ha reducido a la mitad, un dato que refleja el impacto brutal de los recortes presupuestarios de las administraciones públicas: si en 2008 el Instituto Nacional de Estadística (INE) cuantificaba en 36.183 el número de sociedades innovadoras, hoy la cifra apenas supera las 18.000.

España se sitúa, por tanto, dentro de los países considerados «innovadores moderados», que son aquellos con un rendimiento entre el 50 y el 90% del nivel europeo. Exactamente, ocupa el décimo noveno puesto en el ranking de la UE-28, por detrás de Estonia, Chipre y Portugal. La Comisión Europea se suma a las advertencias acerca del impacto de la crisis sobre la actividad en I+D+i del sector privado en su informe Innovation Union Scoreboard 2015: «El número de empresas innovadoras está en declive, al igual que las innovaciones de las pymes, las solicitudes de patentes, las exportaciones de productos de alta tecnología, las inversiones de capital riesgo y las ventas de productos innovadores». «España no está evolucionando como se esperaba y es algo que tendremos que examinar. Creo que los políticos españoles deben analizar estos datos y fijarse en lo que están haciendo los países que obtienen mejores resultados», advirtió el comisario de Investigación, Carlos Moedas, durante la presentación del informe. Y puso como ejemplo a Dinamarca, Finlandia, Alemania y Suecia.

No hay que perder de vista que «sólo el sector público puede asumir los altos niveles de tolerancia al riesgo y garantizar la financiación que las etapas de la innovación en las empresas exigen. Desde Internet a las redes móviles, pasando por la biomedicina, las nanotecnologías, la navegación por satélite, las energías renovables, la robótica y otras aplicaciones de inteligencia artificial, el protagonismo de los Gobiernos y sus organizaciones en esas fases precoces del proceso innovador se repite una y otra vez», explica Francisco Longo, profesor en Esade Business and Law School y miembro del comité de expertos en Administración Pública de Naciones Unidas. «Luego, serán las compañías y líderes empresariales capaces de aprovechar comercialmente este esfuerzo básico y trasladarlo a los mercados quienes se conviertan en iconos de la innovación», añade.

Corresponsabilidad

La tecnología móvil y el uso de la información en tiempo real también puede mejorar la vida de los niños en todo el mundo. Unicef da fe de ello: hoy se están desarrollando 270 de estos proyectos a lo largo y ancho del planeta. Es el caso de RapidFTR (Rapid Family Tracing and Reunification), un sistema con el que se ha facilitado el trabajo de las organizaciones humanitarias en lugares de desastre, pues esta app ayuda a encontrar con rapidez a los niños que han sido separados de sus familias. La aplicación móvil de código abierto registra información clave sobre la identidad de los niños, incluyendo una foto. Los datos se comparten en una base de datos central a la que tienen acceso todos los familiares con niños perdidos. Esta aplicación se empleó primero en los campos de refugiados de Uganda, luego en la crisis de desplazados de 2013 de Sudán del Sur y en Filipinas tras el paso del tifón Yolanda.

Con el mismo potencial social se ha diseñado Instant Classroom, la «escuela digital en una caja», que puede instalarse en pocos minutos para ofrecer a los niños y jóvenes la oportunidad de continuar con su educación en los campos de refugiados, zonas en donde la electricidad y la conexión a internet son escasas o inexistentes. Instant Classroom, impulsada por la Fundación Vodafone, será desplegada en colaboración con las Unidades de Innovación y Educación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

La capacidad para desarrollar ideas y promover la acción necesaria para dar solución a los retos que presenta el siglo XXI es lo que hace imperante la colaboración entre gobiernos, empresas y tercer sector. Sin duda, uno de los desafíos prioritarios es alimentar a la población mundial, que aumenta en 233.000 personas al día, y que sobrepasará los 9.000 millones de habitantes en 2050, frente a los 7.200 millones actuales. A sus 23 años, María Gloria Sáenz, graduada en Ingeniería Agrícola por la Universidad de La Rioja, sabe que, a través de una agricultura sostenible, es posible dar respuesta a la creciente demanda global de alimentos. Por ello ha elaborado un ensayo donde propone ideas para luchar contra la degradación del suelo, como el reciclado de la biomasa, la puesta en marcha de medidas que permitan aumentar la capacidad de defensa de la tierra o la implantación de coberturas vegetales.

María fue una de las representantes españolas en la II Youth AG Summit, la cumbre internacional organizada por la asociación Future Farmers Network de Australia y Bayer CropScience que tuvo lugar el pasado agosto en Canberra. Bajo el título de la campaña ‘Alimentar a un mundo hambriento’, la compañía alemana invitó a un centenar de jóvenes líderes de opinión de todo el mundo a que presentaran sus ponencias. «Se trata de animar a los jóvenes a conocer mejor la agricultura sostenible y el suministro de alimentos, donde la ciencia y la innovación tienen un papel esencial. Les involucramos también a través de becas agrarias y programas de aprendizaje en prácticas en nuestros laboratorios y granjas», explica Gómez de la Hoz.

Según la propia Comisión Europea, el I+D es una de las herramientas más eficaces para incrementar de manera sostenible la producción agrícola. Por eso el programa marco científico comunitario, Horizonte 2020 (que cuenta con un presupuesto de 80.000 millones de euros entre 2014 y 2020), invertirá más de 3.800 millones de euros en investigación relacionada con la seguridad alimentaria, la agricultura sostenible y la silvicultura, las aguas marítimas y continentales o la bioeconomía.

«Potenciar un crecimiento económico inclusivo y respetuoso con el medio ambiente, así como garantizar, al mismo tiempo, un impacto social positivo en el entorno en el que la empresa opera, constituye oportunidades de innovación y de competitividad únicas», sostiene Sonia Ruiz, fundadora de la consultora Meaningful Communications. «En un contexto actual cada vez más volátil, complejo y ambiguo, la innovación para la sostenibilidad no es ya solo una alternativa, sino una condición indispensable para la supervivencia y la viabilidad de las empresas del siglo XXI».

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