Vivía sin vivir,

amaba sin querer,

quería sin sentir.

 

Andaba frío y sereno,

y en su rostro reflejaba la tumba de su alma,

en un paraje para él, siniestro.

 

Yacía en soledad ante el tumulto y la risa.

¿Lloraba?

Lloraba sí,

lloraba en silencio.

 

María del Carmen Aranda es escritora y autora del blog mariadelcarmenaranda.blogspot.com