El proceso sería el siguiente: una máquina descompone el caucho con agua a presión. Se separa de la parte metálica de la rueda, se filtra y se seca. El resultado es que queda reducido a una especie de gránulos a los que otras empresas podrán dar una segunda vida.

“Hacemos lo contrario de lo que ocurre en el proceso de fabricación. Cuando se hace una rueda, se crea primero el esqueleto y después se pone el caucho alrededor. Lo que hacemos ahora es retirar el caucho de la parte metálica que será enviada a una fundición”, explica Roberto Verri, ingeniero de Greentech Innovations, a Euronews.

Así se conseguiría que el neumático se reciclara al 100% y todos sus materiales fueran reutilizados. La parte metálica podrá ser utilizada más tarde para la fabricación de nuevas piezas u objetos. Una técnica innovadora y pionera de la que sus creadores se muestran muy orgullosos. “Podemos decir que este método es totalmente ecológico porque funciona apenas con agua a presión. No contaminamos ni el aire ni el suelo, nada acaba en la basura”, asegura Verri.

Con el caucho ya granulado también se podrán fabricar nuevos objetos o piezas como cubos, techos, pavimento de carreteras o mezclado para la producción de nuevos neumáticos. Reclicar y darle una segunda vida a este caucho es muy importante ya que se trata de una material extremadamente contaminante.

Un neumático tarda más de 100 años en descomponerse

El proceso de descomposición de una rueda es muy lento, puede durar más de un siglo y su elevada elasticidad impide su compactación. Además el caucho es un agente muy contaminante porque:

  • Es un productos altamente inflamable que puede provocar incendios,
  • La quema de neumáticos producen gases perjudiciales para la salud generando dioxinas, mercurio, hidrocarburos poliaromáticos y metales pesados.
  • La acumulación de este material en vertederos provocan focos de infección y enfermedades.

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