Dicen que para evitar el alto nivel de desempleo de las nuevas generaciones hay que apostar por la educación, pero se recortan todo tipo de becas que perjudican a quienes menos tienen y les condenan a un futuro con desempleo o trabajos precarios para toda su vida.

Dicen que para rebajar los enormes costes de la sanidad, hay que apostar por la prevención y  evitar que se complique la salud de los enfermos, pero retiran las ayudas a los tratamientos de todo tipo de enfermedades, y sobre todo a quienes sufren dolencias crónicas o graves, con lo que se perjudica a quienes menos tienen y se incrementa a futuro el coste sanitario.

Dicen que para evitar seguir perdiendo puestos de trabajo necesitamos un país más competitivo con empresas que aporten más tecnología, pero desmantelan la inversión en I+D+I,  con lo que a futuro  sólo quedará competir por precio de la mano de obra con los países emergentes.

Dicen que para evitar un nuevo crash de la deuda pública la única opción es reducir su galopante crecimiento, pero se sigue aumentando mediante la socialización de la deuda de empresas como las autopistas privadas, con la condonación de impuestos a los evasores fiscales o con el pago de abultados intereses a la banca que ha comprado la deuda pública para que saneen sus balances a costa del estado.

Dicen que para reactivar el consumo y la economía, es necesario que los ciudadanos restablezcan su confianza en el futuro, pero se avanza en la precarización laboral mediante Leyes que pretenden dinamizar a las empresas a costa de las condiciones de sus trabajadores.

Dicen que hay que apostar por las familias y sin embargo se recortan todo tipo de ayudas, incluidas las ayudas a la dependencia para las que tienen hijos con problemas.

En democracia no hay que tener miedo a la pluralidad, que siempre es positiva. Sin embargo, la partitocracia representada por los partidos políticos tradicionales puede enfocar las cosas bajo distintas visiones: desde el atrincheramiento en sus posiciones de privilegio y connivencia con los poderes económicos, haciendo que los intereses de estos prevalezcan sobre los de los ciudadanos, hasta otra con una reflexión introspectiva sobre su papel a la hora de dar respuesta a la nueva realidad social y sus necesidades, valorando para ello a los ciudadanos no como un elemento más de las variables a gestionar, sino como el elemento fundamental para el que deben trabajar desde su condición de representantes de la sociedad y servidores públicos.

Asumir la última visión es la gran apuesta política de estos tiempos, y entender la situación como un peligro en lugar de como una oportunidad para avanzar como país y sociedad, será la manera de ahondar en la falta de credibilidad que tienen hoy en día los políticos.

Los ciudadanos esperamos de los partidos políticos que regeneren su cuestionada conducta y que, aún teniendo necesariamente en cuenta las necesidades del sistema económico, pongan las de la sociedad como el norte de su  trabajo.

Adaptar sus aparatos internos y su actividad a las exigencias éticas que hoy exige la situación, desanclarse de la connivencia con los poderes económicos y aportar innovadoras medidas para salir de la crisis económica y social, nos traerá el aire fresco que necesitamos para transformar la crisis en una gran oportunidad. La postura contraria no hará sino prolongar la situación de descontento y penurias.