En la madrugada del 3 de diciembre de 1984, el escape de 40 toneladas de uno de los químicos más tóxicos que existen, el isocianato de metilo, salió en forma de gas desde la fábrica norteamericana de pesticidas Union Carbide, en la ciudad india de Bhopal, quemando los ojos y los pulmones de gran parte de sus habitantes.

La cuidad fue testigo de la convulsa huida de su población, que tosía, vomitaba y moría en las calles.

La cifra de fallecidos parece no alcanzar un consenso, pero varias fuentes elevan el número a 25.000. Además de las 200.000 personas que siguen, veintinueve años después, padeciendo las evidentes consecuencias físicas como cáncer, males de estomago, de hígado, de riñón, de pulmones, trastornos hormonales y mentales y las no tan evidentes a simple vista.

Por si tanto dolor fuera poco, con el tiempo estos tóxicos se han filtrado al subsuelo por las lluvias caídas y han llegado al agua que beben unas 30.000 personas, afectando gravemente su salud. Así lo explica Rachna Dhingra, al frente de la Campaña Internacional de Justicia en Bhopal, que agrupa a las asociaciones de víctimas.

Víctimas vs Verdugos

Union Carbide Corporation era la propietaria al 51% de la empresa que entonces producía los pesticidas. En el año 1985, el Ejecutivo de Nueva Dheli demandaba a la multinacional química estadounidense como responsable del mayor desastre industrial de la historia.

La demanda afirmaba que Union Carbide actuó negligentemente en el diseño y en el mantenimiento de la fábrica de Bhopal y dio información falsa al Gobierno indio sobre los planes de seguridad. A lo que debe añadirse el reconocimiento, por parte de la propia Union Carbide, de que la formación y experiencia de los empleados distaba mucho de la que tenían los trabajadores de la planta del estado de Virginia que producía el mismo pesticida. El gobierno de India solicitó en un principio una compensación económica a Union Carbide de 3.000 millones de dólares, pero la Corte Suprema de India rebajó esta cifra a 470 millones de dólares.

Lejos de indemnizar a las víctimas, el dinero llegó mal o no llegó en algunos casos. Se calculaba en 1987 que quinientas familias de fallecidos nunca recibieron la compensación inicial de 800 dólares por víctima mortal, y una gran parte de los afectados tampoco recibió los 125 que les correspondían por persona.

Los niños que ahora nacen enfermos no son reconocidos como víctimas por el Gobierno y no reciben ningún tipo de ayuda oficial. Babulal Gaur, ministro para la rehabilitación y el alivio de la tragedia del gas, asegura que “fue una gran tragedia, pero las víctimas ya están muertas. Los afectados ya fueron indemnizados y ahora la rehabilitación está funcionando bien. Ya no hay contaminantes en la fábrica porque las lluvias ya lo han lavado todo”.

Por su lado, Amnistía Internacional sostiene que la tragedia de Bhopal fue una burla para los derechos humanos. Cuyas víctimas no han podido reivindicar sus derechos y cuyos efectos negativos continúan afectando a las actuales generaciones.


El retraso de la condena

Al día siguiente de la catástrofe, el presidente de la multinacional norteamericana, Warren Anderson, fue detenido junto con el presidente y el director gerente de la compañía en la India, Keshub Mahindra y V. P. Gokhale, respectivamente. Sin embargo, Anderson fue liberado inmediatamente tras el pago de una fianza de 2.927 dólares. No así los otros dos ejecutivos.

Las autoridades indias aseguraron no haber recibido ninguna presión por parte del gobierno norteamericano para liberar a Anderson, argumentando que “la presencia del mismo no era necesaria para la investigación”.

Anderson fue declarado prófugo por la justicia en 1992 y en 2004 el gobierno norteamericano rechazó su petición de extradición por parte del gobierno indio.

Algo que complicó, más si sabe, la tarea de determinar la responsabilidad de los culpables, fue la compra, en 2001, de Union Carbide por Dow Chemicals, también estadounidense, que se niega en rotundo a asumir ninguna responsabilidad.

Dow Chemicals opera actualmente en India, donde produce y vende su insecticida Dursban, prohibido en Estados Unidos para uso comercial por su alta toxicidad.

En el año 2010 llegó lo más parecido a una sentencia condenatoria en el caso de la tragedia de Bhopal. Un tribunal de Bhopal condenó el 7 de junio de 2010 por negligencia a ocho de sus entonces empleados a dos años de prisión y a pagar 1.774 euros. Aunque inmediatamente se les concedió la libertad bajo fianza. También impuso a la empresa una multa de unos 8.870 euros. El veredicto no hace ninguna mención sobre los directivos extranjeros, especialmente sobre Warren Anderson, porque para ellos existe un juicio paralelo.

La mayoría de lo sentenciados continúa trabajando en el sector, como es el caso de Keshub Mahindra. Mientras las víctimas, que consideran la sentencia y todo el proceso como una farsa, siguen sufriendo, no solo dolencias físicas y psíquicas. Arrastran además la pesada cadena de la impunidad, derivada de una justicia aplicada tarde y mal.

Pero ellos dicen que seguirán luchando por aquello que jamás, no importan los años, será un tema pasado de moda.

 

FUENTES:

http://elpais.com/diario/1985/04/10/internacional/481932009_850215.html

http://elpais.com/diario/2009/11/29/domingo/1259470359_850215.html

http://www.nytimes.com/1989/02/15/business/bhopal-payments-by-union-carbide-set-at-470-million.html?pagewanted=all&src=pm

http://www.youtube.com/watch?v=lcCv3B3-Wq8