syrizaypodemosHace unas semanas algunos partidos y medios de comunicación estrenaban nueva acepción para Podemos: “el Syriza español”. La permutación de los elementos no cambia el resultado: muchas portadas nacionales también se apresuraron en llamar a Syriza “el Podemos griego”. Lo curioso es que ninguna de las dos formaciones ha negado nunca su empatía y admiración mutua, e incluso las han manifestado abiertamente, como refrendó el viaje a Atenas del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, para abrazar con luces y taquígrafos a su homólogo de Syriza, Alexis Tsipras, minutos después de ganar las elecciones.

“Suena un poco crudo, pero en España debemos ver ese triunfo político como un experimento previo a lo que nos puede suceder a nosotros”, valora Miguel Vázquez Taín, profesor de Economía Pública y Sistemas Fiscales de la Universidad de Santiago de Compostela. “Su programa político tiene mucho que ver con el de Podemos, y aunque queda muy bien encima de la mesa, su viabilidad en el mundo real no está para nada garantizada”, añade en una conversación mantenida con Ethic. Efectivamente, los dos partidos comparten varios puntos clave de sus propuestas económicas, que podrían resumirse en una potenciación sin precedentes de las reformas sociales y el gasto público. No ha pasado ni una semana y en Grecia ya han empezado a verse las consecuencias: ante el mero anuncio de una serie de políticas regeneradoras por parte de Tsipras, los mercados han reaccionado elevando la prima de riesgo por encima de los 1.000 puntos, y las caídas en bolsa han sido constantes esta semana jornada tras jornada. El efecto contagio en España no ha sido especialmente dramático, si bien la prima de riesgo en nuestro país, que la semana pasada se mantenía en los 100 puntos, ha subido a 110.

Dos son los miedos que han provocado esta rechazo entre los inversores a la situación griega: el aumento de gasto público y la renegociación de la deuda, un aspecto especialmente espinoso que también se incluye en las propuestas económicas de Podemos. “Depende de cómo se haga. En el caso de Grecia es palpable que la reestructuración de la deuda pública es inexorable, están en una situación in extremis y nadie duda de que les quedan pocas alternativas”, asegura Juan Ramón Rallo, doctor en Economía y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, pero advierte: “España es un caso distinto, porque puede pagar su deuda pública. Si en principio puedes asumirla, y dices que quieres reestructurarla sin tener una carga de intereses excesiva, te estás desmarcando del sistema, diciendo que los estándares de cumplimiento de los pactos para ti no valen. Además, si tu intención al renegociar la deuda no es adelgazar el estado masivamente -el pago de intereses es un corsé-, sino porque quieres invertir aún más en gasto público, tu administración da una imagen poco confiable de cara a buscar financiación”. Pero Rallo deja una puerta abierta, la de la negociación: “Si los acreedores aceptan y se llega a un acuerdo, tocar la deuda no debería ser tan traumático. Pero España lo tiene difícil porque, insisto, no tiene una imposibilidad manifiesta de pago”.

Desde la ONG Economistas sin Fronteras no lo ven así: “No puede ser que la principal partida del presupuesto público sea para pagar intereses. Y menos en un país como Grecia. Se hizo con Alemania, a quien se le condonó gran parte de su deuda con Europa tras la reunificación, y se ha hecho con países latinoamericanos, muchos de los cuales hoy son precisamente economías emergentes”, aseguran. En la ONG también apuestan por la negociación, pero no bilateral, sino multilateral. “Hay que llegar a posturas más viables y sostenibles en el seno de la UE, es una cuestión delicada porque sin duda todo lo que suponga infundir el temor a un no pago puede llevar a un encarecimiento de las emisiones. Pero lo importante es que es un tema que ya se ha puesto encima de la mesa”.

En Grecia también han anunciado una subida considerable del salario mínimo, de los 586 euros actuales hasta 751. Podemos también lo lleva en su programa, si bien la cantidad no está especificada. “En España se debería subir en la medida en que la economía lo pudiera sostener; debe hacerse poco a poco, ligado a productividad, si no, la lastraríamos”, opina Vázquez Taín. Y remata: “Hay que tener en cuenta que esto se carga a las empresas, no a los poderes públicos, otra cosa es la renta universal que proponen”.

Precisamente, este es uno de los puntos calientes del programa de Podemos. Para Economistas sin Fronteras es totalmente factible. “La renta básica para todos es perfectamente viable y defendible, y no debería ser solo para los sectores que la necesiten. Probar que eres pobre o no tienes recursos suficientes conlleva mucho gasto en tiempo y trámites administrativos. Es más fácil dársela a todos y que, quienes tengan medios, la reviertan luego en la declaración del IRPF, por ejemplo, de forma progresiva”. Desde la ONG advierten, sin embargo: “La renta básica debe ser un mínimo para no morir de hambre, no debe estimular que puedas vivir de eso”.

La pregunta que muchos se hacen ante una medida así: ¿Cuadrarían las cuentas? En opinión de Vázquez Taín, la respuesta es negativa. “Desde Podemos, suelen agarrarse a un control más eficaz de la fiscalidad para obtener recursos con los que poder llevar a cabo medidas como la renta básica. Pero ni aun así es viable. España es uno de los países europeos con mayor fraude fiscal, y en el caso hipotético de que llegásemos a reducirlo, las estimaciones más optimistas hablan de una recaudación extra de 90.000 millones de euros; para las propuestas de Podemos harían falta recursos muy por encima de los 100.000”, valora el economista.

El límite salarial que proponen desde el partido de Pablo Iglesias también contempla la zona alta. “Eso tienen que decidirlo los accionistas de las empresas, que son los que pagan en última instancia”, opina Rallo, y añade: “En ningún caso fijaría los sueldos máximos por ley, me parece algo arbitrario”. Sin embargo, para determinadas situaciones, los estatutos de determinadas empresas contemplan que sean los propios directivos quienes decidan sus subidas salariales. En ese escenario, desde Economistas sin Fronteras afirman que “sería de justicia poner un mecanismo de control, en lugar de que se pongan ellos mismos los sueldos a costa de ciudadanos, contribuyentes o accionistas. No asustaría a los buenos profesionales. Nadie es insustituible”, remarcan. No opina lo mismo Vázquez Taín: “Creo que imponer topes salariales es una medida de dudosa legalidad, y puede ser contraproducente para la economía española ya que llevaría a fugas de cerebros, deslocalizaciones, etc.”. Para Economistas sin Fronteras, la limitación de los salarios por arriba tampoco debería imponerse por ley: “Sería más sencillo que a los consejos de administración se les suban los tipos impositivos. Como se hizo en los años 60 y no pasó nada, fue una época de crecimiento económico y no se hundió el incentivo. Hay que debatirlo con prudencia, pero en cualquier caso es perentorio llevar un tipo de corrección a las desigualdades existentes Por ejemplo, que haya un límite de diferencia entre los salarios mínimos y máximos”.

Todos coinciden en valorar positivamente la propuesta de Podemos de apoyar a las pymes, verdadero pilar de nuestro tejido empresarial. Pero matizan la manera de hacerlo, más aún cuando, paradójicamente, el nuevo partido de izquierdas pretende elevar el impuesto de sociedades. “Esto lleva una trampa: es un tipo impositivo alto, pero los beneficios fiscales lo terminan rebajando. Cuanto más grande es la empresa, más medios tienen para vías de evasión. Se podrían rebajar los tipos impositivos para las pymes y bajar a la vez los incentivos y desgravaciones. Con eso la pequeña y mediana empresa pagarían menos y la grande, más”. Rallo matiza esto: “El problema de las pymes no es que no sean capaces de competir, sino que tienen trabas que no les permiten prosperar. Y las grandes empresas tienen grandes privilegios que habría que eliminar. Eso de penalizar a unos y beneficiar a otros, debería terminar. Yo defiendo en todo caso la menor fiscalidad posible para las empresas en general porque la aspiración de toda pyme debería ser convertirse en una gran empresa. España necesita un tejido de grandes empresas. No de oligopolios protegidos por el estado, sino empresas internacionales y competitivas”.

Otra de las propuestas conflictivas de los nuevos partidos de izquierda pasa por adelantar la edad de jubilación. “Económicamente inviable”, opinan desde Economistas sin Fronteras, y añaden: “El reparto de trabajo que se produce es mínimo, como demuestra la experiencia. Deberían proponer, que es otra cosa distinta, fórmulas para que a partir de cierta edad se regule el nivel de ocupación según en qué sectores. Por ejemplo, ir reduciendo las jornadas en función de la edad”.

Los tres economistas coinciden, en cualquier caso, en que el programa económico de Podemos aún está muy lejos de concretarse, y cualquier valoración sigue siendo prematura; en cuanto a Grecia, aconsejan prudencia, y estar muy pendientes del país heleno porque parte de su experiencia, positiva o negativa, podría repetirse en nuestro país tras las elecciones generales de noviembre.

Igualdad de la mujer

Más allá de las propuestas económicas, la polémica composición del Gobierno griego, que no incluye ni una sola mujer en el ejecutivo, ha levantado numerosas críticas dentro y fuera del país hacia la coalición de izquierdas que resultó vencedora en las elecciones del pasado domingo en Atenas.

Desde España, una de las reacciones más esperadas era la de Podemos, autoproclamado partido hermano de Syriza por los aspectos que ellos mismos dicen compartir. La formación de Pablo Iglesias lamentaba esta decisión y se apresuraba a trasladar su “enorme solidaridad con las mujeres griegas. “Es un error político del Gobierno de Tsipras y en esto nos distanciamos de él”, declaraba, Clara Serrano, responsable del Área de Igualdad en el partido, al diario El Mundo.

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