Posiblemente se trate de una mal interpretada rivalidad entre vecinos, enfocada abruptamente desde el ámbito castrense. Sin embargo parece claro que excitar el ánimo patriótico de los marinos mediante la muerte, el ahorcamiento o el fusilamiento de aquellos, es una conducta totalmente reprobable que no debería tener cabida a estas alturas.

De entrada, valorar hoy como real la posibilidad de una hipotética guerra entre países latinoamericanos como Chile y Argentina, o Chile y Perú, por ejemplo, resulta demasiado anacrónica para el siglo XXI. ¿Realmente se puede suponer como posible llegar a ese extremo entre países de nuestra comunidad?.

Existen problemas realmente importantes que afectan de manera seria el día a día de la gente en Latinoamérica, como los desequilibrios sociales que no terminan de reducirse, la situación educativa de una parte de la infancia  latinoamericana, el encaje de las comunidades indígenas dentro de cada país, los enquistados conflictos con movimientos terroristas, la violencia proyectada por los narcos, o la explotación de recursos naturales con escasa transparencia, entre otros, como para inventar nuevos a propósito de asuntos como éste.

Nadie entiende hoy en día conflictos armados entre miembros de una misma comunidad, por mucho que en el pasado se hayan dado casos lamentables. Mantener esa llama de intransigencia y agresividad resulta trasnochado y es totalmente reprobable, por lo que deberían revisarse esas conductas en las fuerzas armadas de todo el continente.

Latinoamérica necesita más unión para afrontar el mundo globalizado y que nuestra cultura y nuestro idioma permanezcan como una de las referencias.