incendioDe momento, el conocimiento, experiencia y profesionalidad del personal dedicado a la extinción está intentando evitarlo.

No se lo están poniendo fácil, ya que pervive una alta siniestrabilidad (accidentes, negligencias) y alta intencionalidad, en un contexto meteorológico extremo: el mes de julio ha sido el más cálido de la serie histórica, y se ha superado el valor máximo absoluto de temperatura media mensual, que se había registrado en agosto de 2003 con 26,2 ºC.

La última estadística oficial del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, del 2 de agosto, eleva a 50.135 hectáreas afectadas por el fuego (no contabiliza por tanto las más de 6.000 hectáreas afectadas de la Sierra de Gata), superando ya a estas alturas del verano las hectáreas quemadas hasta la misma fecha en 6 de los últimos 10 años.

Durante todo el año 2014 ardieron algo más de 42.000 hectáreas, y en 2013 la cifra fue de 53.000 hectáreas. Por lo que ya podemos adelantar que 2015 será peor que los dos anteriores.

Cosechadoras, rayos e incendios intencionados están detrás del origen del fuego, que en algunos casos han evolucionado a grandes incendios forestales (GIFs), los que superan la superficie afectada de 500 hectáreas. De los 11 GIFs ocurridos hasta la fecha, los peores han sido el de la Comarca de Cinco Villas (Zaragoza), a principio del mes de julio (14.000 hectáreas); Quesada (Jaén) (9000 ha); y el todavía humeante de la Sierra de Gata (Cáceres), con más de 6.500 hectáreas afectadas. Hasta la fecha, más del 70 % de la superficie afectada por el fuego lo ha sido en estos 11 GIFs ocurridos hasta el 2 de agosto.

El fuego también se ha llevado la vida de dos personas: un trabajador de extinción en el incendio Lucillo (Vega de Espinareda, León), y un miembro de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en el incendio en la Sierra de Gata (Cáceres).

Queda todavía mucho verano y me gustaría pensar que es imposible que se repitan veranos con más de 400.000 hectáreas calcinadas y decenas de fallecidos por causa del fuego. Pero ante el gran número de accidentes, negligencias e intencionalidad en el origen del fuego, y con las proyecciones de los expertos en cambio climático, nos tememos que este escenario podría volver a producirse.

En el informe al que hacía alusión al principio, publicado a principios del mes de julio, Greenpeace describía los seis ingredientes que tienen que conjugarse para provocar veranos catastróficos con un alto número de incendios, de alta intensidad y con una gran superficie afectada por el fuego.

Estos ingredientes son:

  • La pervivencia de las causas del origen del fuego (chispas producidas por maquinaria agrícola y forestal, quema agrícolas y ganaderas, negligencias, alta intencionalidad, pirómanos, etc.).
  • La falta de gestión forestal preventivas.
  • Los fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, sequías) como los que estamos viviendo actualmente, debido al cambio climático.
  • El aumento de la cada vez es más difusa línea que separa la superficie forestal con urbanizaciones y viviendas fuera de los núcleos rurales, conocida como interfaz urbano-forestal.
  • La “paradoja de la extinción” que pone el dedo en la contradicción que supone que el la supresión total del fuego debido al “éxito” en la extinción de los incendios, ya que este éxito supone un incremento del riesgo de incendio forestal, debido a la acumulación de combustible en un medio forestal abandonado.
  • Los recortes en gestión forestal, prevención y extinción de incendios, así como la precarización laboral y privatización del colectivo dedicado a la extinción de incendios.

Muchos de los elementos de cóctel están ya en la coctelera. Dependemos del comportamiento ciudadano y la acción de las Fiscalías de Medio Ambiente para investigar , detener, encontrar pruebas incriminatorias y condenar a los responsables de los incendios. Crucemos los dedos.

greenpeace.org