Desalentador titular, y lo primero que me viene a la cabeza, es recordar que el Calendario Maya hablaba de que estamos entrando en una nueva era, augurando cambios en nuestro modelo de vida.

Pero lo siguiente que se me viene a la cabeza, es preguntarme por su intencionalidad. ¿Por qué realizan un estudio tan catastrofista? ¿Qué intereses ocultan para profetizar una amenaza de semejante calibre? Ante todo, aconsejar que lo más inteligente sería seguir llevando una vida normal, trabajar, amar, descansar, disfrutar e intentar ser felices. Pero no se puede obviar lo evidente: que desde el año 2000, hay intereses macroeconómicos que están actuando desde la invisibilidad de sus privilegiados cargos para acabar con el sistema actual.

No voy a hablar ni comentar nada más sobre este estudio, con pinchar la frase “colapso financiero mundial” y añadir el nombre del medio de comunicación, cualquiera puede informarse y conocer sus datos. Sí quería reflexionar hacia dónde nos está llevando esta crisis “preparada”.

Desde el año 2000, los neoconservadores han vivido con una obsesión: si pueden llevarse toda la tarta, ¿Por qué se habrían de conformar con un pastel? Es decir, su obsesión no es acabar con el Estado de Bienestar, sino con el Estado mismo. Y ahora es su gran oportunidad. Ya no existe una Unión Soviética que frene cualquier intento de menguar los derechos de los trabajadores, su sistema financiero ha llegado a todo el mundo, hasta Pekín y La Habana. Solo le queda retroalimentarse, y en los países donde el estado es aún fuerte (sobre todo Europa Occidental), sectores neurálgicos como la sanidad, la educación o la seguridad social, en manos privadas suponen un abultado dividendo del que no pueden renunciar. Es una ingente cantidad de dinero muy apetitoso que se le debe arrebatar al país de turno.

La debilidad actual del llamado Estado Nación, invento burgués nacido a la sombra de la Revolución Francesa, es una creación que está llegando a su fin. Nació con el ánimo de unir a pueblos que se debían homogeneizar e identificarse con una misma etnia, religión o idioma. Con los años, aquel invento se fue llenando de contenido. Irrumpieron las clases sociales con la industrialización, nació la seguridad social, y un conjunto de derechos sociales y normas de convivencia, que nos condujeron hacia el estado de derecho. Así lo hemos conocido todos. Ahora, el papel del estado se está resquebrajando. Es evidente que los medios financieros  que dominan la “economía financiera especulativa”, dominan nuestras vidas y destinos. En España podrían estar representados por los dos bancos más importantes y sus secuaces, además de un grupo elitista y mafioso que dirige grandes corporaciones empresariales desde el opaco mundo de la bolsa, y que están siguiendo una misma hoja de ruta desde el año 2000.

A mi modo de ver e interpretar la situación actual, esta sería la Hoja de Ruta:

  • Extender la crisis a las economías desarrolladas, fundamentalmente occidentales, para debilitar al estado y a los posibles grupos opuestos a su poder.
  • Con el recrudecimiento de la crisis, los ciudadanos, ante la desesperación, renuncian a sus derechos, y se acostumbran a vivir sin las conquistas laborales, sociales y jurídicas. Socialización del dolor y resignación, los ciudadanos no son conscientes de la derrota histórica.
  • Se debilita el papel del estado, cada vez más endeudado. Para mantener sus políticas, debe pedir préstamos a sus acreedores, préstamos a intereses abusivos que condicionan su desarrollo como país, debiendo cumplir planes de austeridad que garanticen a los bancos y entidades financieras, que van a pagar religiosamente hasta el último céntimo de la factura.
  • Los estados dejan de gobernar para sus ciudadanos, y se convierten en instituciones sin facultades potestativas que deben obedecer para seguir financiándose. Al fin y al cabo, sus dirigentes se transforman en una élite con futuro prometedor. Los políticos son culpabilizados por la crisis, pero también reciben “propinas” del mundo financiero para que sirvan de muro de contención, y obedezcan sus crueles órdenes.
  • Las entidades financieras especulativas, presionan a los estados para que privaticen sus instituciones públicas, para que caigan en manos de corporaciones multinacionales, con tendencia a oligopolios que destruyen la economía real.
  • Los ciudadanos seguimos y seguiremos votando cada cuatro años, pero casi ningún político posee la capacidad real para gobernar. Las entidades financieras se encargan de dotar de ilimitados recursos a partidos conservadores, liberales o socialdemócratas, que pueden ser más o menos críticos, pero no cuestionan el nuevo orden, no suponen una amenaza para las entidades financieras. Los partidos de izquierda y antisistema, son marginados y criminalizados, y sin acceso a recursos económicos son incapaces de gobernar. Se consagra un nuevo mal, y es que la política, ya no gobierna y carece de poder.
  • Vamos hacia el Nuevo Orden Mundial dominado por la macroeconomía especulativa. Los ciudadanos sin derechos se ven empobrecidos, trabajando en condiciones infrahumanas, un nuevo retorno a la era industrial. Retroceso de varios siglos. Esclavitud y miseria generalizada, pues ya no es necesaria una clase media que consuma productos, porque lo importante no es que el dinero manufacture materias primas, sino que el dinero produzca más dinero.
  • Un nuevo poder ejecutivo dirige el mundo y dicta sus reglas. Y durará varias décadas.

Y anticipo que solo se mantendrá varias décadas, porque la ambición humana es ilimitada, y eso les dividirá y acabará con su efímero imperio. Se matarán entre ellos y no creo que sea metafóricamente.

Estoy convencido que los ciudadanos tomaremos la palabra, la movilización será internacional, y tendrá un fin: crear un ejecutivo que represente a la Tierra, y de hecho, ese símbolo ya existe: es la ONU, el organismo más subestimado e infravalorado por los oscuros intereses macroeconómicos, manteniendo irracionales poderes de veto para cinco países, setenta años después de la Segunda Guerra Mundial. Pero que nos representa a todos, a través de nuestros gobiernos, lo que les da legitimidad, credibilidad, y que ha creado organismos como la Organización Internacional del Trabajo, a la que nadie escucha, pero cuyas recomendaciones, serían la solución a nuestros problemas, y que nos dicen, que la política debe dirigir a la economía, que el sistema financiero debe democratizarse y regularse en un marco jurídico legal internacional para evitar excesos.

Tenemos las armas, tendremos que protestar durante años, pero sé que al final, el nuevo orden será decisión de los ciudadanos, cuyo objetivo será una distribución más justa de la riqueza y una nueva ley universal de los derechos humanos.

La transición ha comenzado, y el colapso financiero no nos debe generar pavor. Será un reto doloroso, pero conseguirá que las personas ofrezcamos lo mejor de nosotros mismos, demostrando de lo que somos posibles, la fuerza de la solidaridad para que nuestros hijos vivan en un mundo mejor.

Por ello, bienvenido sea el colapso financiero mundial.