Estos días atrás hemos conocido la existencia del famoso autobús ultra católico de la organización Hazte Oír. Al margen de la fobia y la feroz intransigencia de su mensaje, que ha sido contestado, ridiculizado y rechazado por casi todos, lo  peor del caso es que tamaña insensatez se ha hecho con el dinero de todos.

Otro ejemplo de lo que quiero decir es el tema del Palau de la Música, un sinvergüenza llamado Millet, hijo de un franquista de igual apellido, metido más tarde a nacionalista e independentista de pro, ha vaciado las arcas del lugar sagrado de la música con la aparente permisividad de la administración autonómica para, supuestamente, untar a la entonces CDC con el famoso 3%.

Me da igual dónde tienen el pene los ultra de Ignacio Arsuaga Rato, presidente de la asociación y pariente del presunto delincuente Rodrigo Rato ¡cómo marcan los apellidos!; me importa un pepino las vinculaciones de los Millet con los Mas y los Pujol, pero lo que sí me repugna es que sus manipulaciones y corrupciones las hagan con el dinero de todos.

La Asociación Hazte oír, reconocida como entidad de utilidad pública por este gobierno, tiene un presupuesto anual de 2.639.910 euros, y aunque sostengan que los ingresos son producto de cuotas de socios y  generosos “donativos”, es más que posible que reciban subvenciones; por lo menos y por su condición, sus indecentes campañas están exentas de iva. Por su parte lo del Palau y los manejos e ingresos de Millet han salido todos del bolsillo de los contribuyentes, incluida la boda de su hijo, que además de imputarla íntegra al presupuesto del Palau, le cobró la mitad a su consuegro. No me digan que no es para cabrearse.

El presidente de Hazte Oír hablará próximamente en la ONU sobre los  derechos de la mujer en el mundo, y si, como sospecho, versa su discurso sobre los derechos que él y su organización están dispuestos a darles a la mujeres, reivindico que cierre la boca o por al menos que no le paguemos el billete a Nueva York. Ni a Millet más bodas.