En un momento de tensión e incertidumbre, en el que los acontecimientos y sus contradicciones van más allá de cualquier pronóstico y expectativa, las últimas decisiones políticas y los asesinatos selectivos alejan la interrupción de la edificación del muro. Al mismo tiempo ponen en evidencia una serie de interrogantes que hay que plantearse desde que se proclamó la Declaración de Balfour en 1917, (cuando el gobierno británico se declaró a favor de crear una nación para el pueblo judío y fundó la raíz para el futuro Estado de Israel), hasta nuestros días.

Cómo puede y debe presionar la Comunidad Internacional para que finalicen los conflictos territoriales entre los palestinos e Israel. Y a la Unión Europea, qué papel le corresponde ahora que está constituida como tal. Cómo influye la situación en la que viven los Palestinos, sin Estado, presionados, y el terrorismo internacional al que nos hayamos sometidos. Porqué las potencias extranjeras han ido determinando el futuro del territorio de los palestinos. Cómo ayudar para que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se haga más fuerte y pueda mediar frente a los propios conflictos palestinos. Y , finalmente, quién acabará siendo prisionero y en qué lado del muro, los palestinos o los propios israelíes.

George W. Bush es el primer presidente norteamericano que legitima los asentamientos israelíes en tierra Palestina. Esto significa el amparo del presidente norteamericano a la construcción del muro y el mantenimiento de la mayoría de los asentamientos de Cisjordania. Y también supone un golpe certero a la Hoja de Ruta, el único plan de paz que existe hoy en día, a pesar de que nunca se concretó desde que se puso en marcha hace dos años, y que preveía para el 2005 la creación del Estado Palestino.

Con la declaración de Washington se respaldan las decisiones políticas y bélicas tomadas por Sharon: la construcción del muro, la permanencia de los asentamientos, la negativa al derecho de retorno de los refugiados y la eliminación de la línea del armisticio de 1949 como punto de referencia para el establecimiento de las fronteras de los dos estados. Las resoluciones 242 y 338 adoptadas por la ONU han quedado anuladas. En ellas se exigía a Israel la de devolución de los territorios conquistados en 1967 y la necesidad de alcanzar un acuerdo para el problema de los refugiados como condiciones para la paz. En estas circunstancias, el muro, cuya edificación por muchas y variadas razones, ha ido apareciendo y desapareciendo de las noticias habituales de la prensa internacional, representa simbólicamente el estado de cosas en el que se encuentran las difíciles relaciones entre los palestinos e Israel.

En los propios nombres que ha ido adquiriendo este último se muestran las diversas posiciones que defienden unos y otros. “Muro” wall, para los palestinos, es considerado un modo de expoliar sus tierras y sus recursos, obstaculizar cualquier negociación, hacer más difícil la vida de los habitantes e impedir el establecimiento de un Estado viable en el futuro, a la vez que el mayor proyecto de anexión del territorio palestino. Como señala AlKidwa, jefe de la misión Palestina ante la ONU, el muro no tiene como objetivo la seguridad, sino arraigar la ocupación israelí y la anexión de áreas de territorio palestino.

“Valla”, fence para Israel, sirve para impedir el paso de los terroristas suicidas al Estado. A veces, añadido al término de “Valla” el de “seguridad”, la construcción se realiza, como señaló el primer ministro israelí en el 2000, Ehdud Barak, para evitar la insoportable facilidad con la que los palestinos se infiltran en territorio israelí para cometer atentados.

“Línea de Seguridad” en las primeras declaraciones de Bush ante su construcción en2003, fue considerado en aquel momento como “problema”.

El Departamento de Estado confirmó un mes después de esta fecha que estaba pensando suspender el financiamiento a Israel como muestra de oposición al alzamiento de muro, aunque el portavoz de la Casa Blanca afirmó que todavía no se había tomado ninguna decisión al respecto.

“Barrera” para el comité Internacional de la Cruz Roja, la construcción se opone al Derecho Internacional. Muro del Apartheid para muchas ONGs, un millón de palestinos se verán afectados por la pérdida de tierras, reclusión en guetos y aislamiento. Bajo esta situación y con los nombres diferentes que se le han ido otorgando, el paralelismo con el muro de Berlín se hace evidente. Durante largo tiempo la Alemania del Este lo llamó muro de la paz y la Alemania del Oeste, muro de la vergüenza.

Como escribe Mathew Brubacher, profesor en la Casa de Oriente de Jerusalén, una primera fase de la edificación del muro comenzó en 1987; cuando Gaza se vio rodeada de una barrera electrificada durante la primera Intifada (19871993). Aunque el origen de la construcción como tal, empieza en Junio de 2002, bajo el mandato de Sharon e incluye la confiscación de tierras y la destrucción de olivos en el distrito cisjordano de Yenín, fuente clara de ingresos para los palestinos. El comienzo de la obra provocó violentos enfrentamientos entre la policía israelí y los habitantes de Beit Surik, que trataron de bloquear el paso a dos escavadoras. Los manifestantes se tendieron frente a los vehículos y lanzaron piedras contra los policías, quienes respondieron con balas de goma y gas lacrimógeno. Alrededor de 30 palestinos resutaron heridos y detenidos.

La construcción del muro consta de dos fases y abarcará 750 kilómetros. En su primera fase de 145 kilómetros, ya finalizada, el levantamiento ha provocado los siguientes efectos; alrededor de 14,680 dunums (cada dunum equivale a 1000 metros cuadrados), han sido arrasados al paso del muro, con la inclusión de 102.320 olivos arrancados. 121,455 dunums de tierra, que constituye el 2% de toda Cisjordania, han sido anexionados por el muro bajo la declaración de Israel de que esos terrenos constituyen una “zona de seguridad”. De las 51 comunidades ubicadas en la ruta del muro, 25 han informado de la imposibilidad de acceder a sus cultivos.

Aproximadamente 20.000 personas (3.715 familias) ubicadas al este del muro, pero con tierras al oeste, han perdido sus medios de vida y patrimonio. Cinco meses después de su inicio, 218 edificaciones han sido demolidas en la comunidad de Nazlat Nazlat´Isa, la mayoría de ellas pequeños comercios. 36 pozos de agua (el agua es uno de los principales motivos de expropiación de los territorios de los palestinos) y más de 200 cisternas han quedado aisladas de sus comunidades por el muro. Además de que catorce pozos se encuentran en amenaza de destrucción. Durante la construcción del muro, las escavadoras de Israel han destruido 35.000 metros decanales, así como pozos y cisternas dedicadas al uso doméstico y agrícola. La confiscación de tierras, la destrucción y las severas restricciones de movimientos han supuesto, en esta primera fase, la pérdida de 6.500 empleos.

El 1 de octubre de 2002, el gobierno Israelí aprobó la segunda fase de construcción. Esta recorrerá 270 kilómetros: 140 kilómetros desde el asentamiento de Elkana, al sur de Kalkilia, hasta el campamento de Ofer, cerca de la ciudad de Ramala; 115 kilómetros desde el asentamiento de Har Gilo, al sur de Jerusalén, hasta el asentamiento de Carmel, en el sur de Hebrón; y 15 kilómetros a lo largo de la frontera noreste de la municipalidad de Jerusalén. La región de Tulkarem, Kalkilia y Jenín son las más fértiles de toda la orilla occidental del Jordán; representan el 40% de las tierras agrícolas.

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En un comienzo, el coste total del muro se previó en 2,8 millones de dólares por kilómetro; pero en julio de 2003, el Gobierno de Israel se vio obligado a incrementar en 171 millones de dólares el presupuesto de la construcción. El muro está compuesto, por una parte, por una base de hormigón sobre la que se erige una cerca electrificada, sensible al tacto y un foso de 4 metros de profundidad. Y por otra, un muro compacto de hormigón de 8 metros de altura donde se han instalado torres de vigilancia cada 300 metros. Así mismo está dotado de sistemas de detención electromagnéticos, una pista rastreadora de tierra fina sobre la que quedarán grabadas las huellas de quien la atraviesa , zanjas profundas, circuitos cerrados de televisión y caminos para patrullas de vigilancia.

Las consecuencias que provocará son enormes: 263.000 palestinos se verán aislados en enclaves, entre ellos 115.000 personas encerradas entre el muro y la Línea Verde (frontera imaginaria, reconocida internacionalmente, que separa a Israel de Cisjordania). Según organizaciones humanitarias, las tierras de este 16% de los palestinos que se verán aislados en Cisjordania, serán anexionadas por Israel. Cuando termine la construcción, los palestinos habrán perdido el 25% de su tierra (coincidiendo con las áreas más fértiles) y el 56 % de sus recursos hidrológicos. En virtud de la Ley otomana, todavía hoy en vigor en Israel, estas tierras llamadas Miri, pertenecen al sultán. Si los campesinos no las cul tivan en tres años, vuelven al Estado de Israel. Es por esta razón por la que la mayor parte de Cisjordania ha sido declarada “tierra de Estado” y utilizada para construir colonias. La ciudad Palestina de Qualquiliya, de 40.000 habitantes, ha quedado totalmente rodeada por el muro, con un solo acceso de entrada y salida y con un horario restringido de apertura. La población está separada de sus tierras de cultivo y los comerciantes no pueden vender su producto. Ante la situación, las tierras se abandonan y los comercios se cierran; lo que fuerza el éxodo de la población a otras zonas de Cisjordania y provoca nuevos desplazamientos internos de la población como ocurrió en 1948 y 1967.

En definitiva, la construcción del muro supone una violación de los derechos humanos, puesto que impide el ejercicio de los derechos de libre movilización y de propiedad y afecta al acceso a zonas de cultivo, escuelas, servicios de salud, centros de trabajo y fuentes de agua. Israel busca incorporar la mayor cantidad de asentamientos, todos ellos ilegales, lo que constituye la mayor anexión de tierras realizada por este estado desde la Guerra de 1967. Lejos de materializar con él las fronteras de esta guerra, reduce el territorio palestino de Cisjordania a un 40% de su extensión.

HISTORIA DE PALESTINA

En 1917 se proclamaba la Declaración de Balfour. Arthur Balfour, ministro británico de asuntos Exteriores, remitía a la Federación Sionista de Gran Bretaña una declaración donde se señalaba que el Gobierno Británico veía con agrado el establecimiento en Palestina del Hogar Nacional Judío. Aunque la declaración fue renegada por Gran Bretaña en 1922, en 1939 fue aceptada por la Liga de Naciones, lo que permitió que Londres y París administraran la zona con mandatos del organismo internacional. El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 181 que recomendaba la partición del territorio en dos Estados: uno judío y otro árabe, y Jerusalén quedó a dependencia de una administración internacional.

Esta resolución fue rechazada por los árabes, y al día siguiente de la proclamación del Estado de Israel, 14 de Mayo de 1948, tropas de Egipto, Líbano, Siria, Irak y la Legión árabe de Transjordania, rechazaron las fronteras del nuevo estado. Israel rechazó la ofensiva y ocupó el desierto del Negev. En 1949 se produjo un acuerdo en Rojas por el que Israel obtenía 5.000 kilómetros más de los que le había concedido la ONU y Jerusalén quedó olvidada. De tal forma que para los árabes quedaron solamente dos zonas: la franja de Gaza, que la administraba Egipto, y Cisjordania que fue anexionada por Jordania.

Las franjas de Gaza y Cisjordania fueron ocupadas por Israel tras la guerra de los Seis Días (510 de junio de 1967). Hasta entonces estaban bajo el control egipcio y jordano respectivamente. En diciembre de 1987 la resistencia cambió de técnica; pasó del terrorismo mundial practicado por la diáspora palestina, a la Intifada, rebelión de los habitantes de los terrenos ocupados. En octubre de 1991 tuvo lugar la Cumbre de Madrid. Era la primera conferencia multilateral en la que participaban todas las partes del conflicto. De aquí nació un proceso de conversaciones tanto multilaterales como bilaterales. Producto de estas últimas fueron los Acuerdos de Oslo en 1993. Estos preveían un plan por etapas. La primera de ellas comenzaba con el acuerdo GazaJericó (1994), por la que se tenía que crear la autonomía bajo control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). En diferentes etapas, Israel había de traspasar a la ANP mayores porciones de Cisjordania. El gobierno de Benjamín Netanhayu (1996 1999) supuso una ralentización del proceso. Durante su mandato, tenía que haberse realizado la firma que implicaba el nacimiento del estado palestino; pero no ocurrió. Tampoco se llevó a cabo con la llegada al poder de Ehud Barak en 1999. Un momento clave fue la reunión que mantuvo este primer ministro con Yasir Arafat en Camp David, el 11 de Julio de 2000, en presencia de Bill Clinton; de la que de nuevo no se obtuvieron grandes compromisos.

El 13 de Septiembre de 2000 finalizaba el periodo aprobado en los distintos acuerdos para que se proclamara el Estado Palestino. Sin embargo, como no se había llegado a un acuerdo sobre en qué términos se tenía que hacer dicho Estado, Israel no aceptó que se proclamara. El presidente Arafat amenazó con declararlo de modo unilateral; pero terminó dando marcha atrás.

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En Septiembre de 2000, Sharon visitó la Explanada de la Mezquitas de Jerusalén, lugar sagrado para las tres principales religiones monoteístas, un hecho que provocó la segunda Intifada. En el 2003, la administración americana relanzaba un plan de paz, la Hoja de Ruta, para crear un estado palestino en el 2005. Sharon rechazó la propuesta de la Comunidad Internacional y rehusó retirarse de los territorios ocupados. Mientras en la prensa internacional se discutían estos últimos acontecimientos, el primer ministro israelí ganaba tiempo construyendo un muro que anexionaba una parte de Cisjordania.

ORIENTE PRÓXIMO DESPUÉS DE ARAFAT

Arafat era un superviviente. La muerte le tendió varias emboscadas, la primera en 1969 en Ammán con un paquete bomba que fue desactivado a tiempo. Dos años después, visitando las bases palestinas de los altos del Golán, su coche fue acribillado. En 1982 en Beirut, rodeado por el ejército israelí, un tirador lo tuvo en el punto de mira de su fusil, esperaba la orden por radio, pero ésta nunca llegó. Bombardeos a su cuartel general en varias ocasiones, en octubre de 1985 su refugio en las afueras de Túnez fue completamente destruido por la aviación de Israel. Ni tan siquiera los accidentes aéreos, como el aterrizaje forzoso en 1992 en el desierto de Libia, pudieron con él.

Sin embargo, la Parca, es persistente e inevitable y el rais ha encontrado su fin sin poder alcanzar su sueño de ver un Estado Palestino fuerte, unido y respetado. Ahora se abren un montón de incógnitas sobre el futuro de los palestinos, después de un mandato prolongado y personalista ¿Cual será el destino de Palestina después de Arafat?.

Mientras los restos de Arafat eran trasladados desde París a El Cairo, miles de palestinos se hacían esta pregunta. Las facciones de Al Fatah, Hamas y Jihad Islámica emitían, por separado, distintos comunicados llamando a los palestinos a intensificar la lucha contra Israel. Todos esgrimían el nombre del líder muerto. Las Brigadas de Mártires Al Aksa, cambiaban su nombre por el de Brigadas de Mártires Yasser Arafat y acto seguido anunciaban que no obedecerán a los nuevos líderes.

Los nuevos dirigentes, la “vieja guardia” de la OLP, han regresado de sus exilios en Jordania, El Líbano y Túnez para “ayudar” a restablecer según ellos la Autoridad Nacional Palestina. Rouhi Fattouh ha remplazado a Arafat como presidente de la Autoridad Palestina hasta las próximas elecciones. El futuro candidato, líder de Al Fatah, Mahmoud Abbas (Abu Mazen), ya ha sufrido un primer atentado y no por parte de Israel sino por grupos extremistas palestinos; Musa Arafat, el sobrino del fallecido rais, es uno de los sospechosos. No parece fácil que Mahmoud Abbas dimitido como primer ministro en septiembre de 2003 y vuelto del exilio, después de hacer las paces con Arafat en su lecho de muerte tenga el total apoyo de las distintas facciones. Muy compleja parece la unidad, el escaso control del nuevo gobierno provisional sobre los sectores más radicales, así lo demuestran.

No obstante, la muerte de Arafat el eterno enemigo de Israel abre una nueva ruta hacia la paz y el reconocimiento del Estado Palestino. Abbas puede ser el hombre que pueda reanudar el proceso, es el interlocutor favorito para Sharon ya que cuenta con el apoyo estadounidense. Pero en todo este entramado se debe tener en cuenta otra figura, Farouk Kaddoumi, jefe teórico de Al Fatah, que permanece voluntariamente exilado en Túnez; uno de los fundadores de la OLP, nada moderado y que ya se opuso a los acuerdos de Oslo, descaradamente partidario de la lucha armada.

Abramos un paso a la esperanza y confiemos en las palabras de Ariel Sharon que declaraba que la muerte del líder palestino puede significar “un cambio histórico”; cambio del que precisa Palestina y todo el Oriente próximo. Si ese cambio se llama Paz y conduce a la verdadera creación de un Estado Palestino libre, bienvenido sea.

Patricia Almarcegui