Aparte de las nevadas que bloquean carreteras y vías férreas superando las previsiones que nunca se tomaron, hay una impactante noticia de estos días con la declaración de Luis Bárcenas en el caso Gürtel; según ha confesado el propio Bárcenas: él no es Luis “el Cabrón”.

El mensaje me ha dejado bastante tranquilo, porque yo tenía muy claro que, al menos en apariencia física, Luis Bárcenas no tenía nada que ver con el mamífero rumiante ovino, macho, de cuerpo esbelto, pelo fuerte y áspero, con barba estrecha en la mandíbula inferior, y cola corta. A mí, respetuosamente, más bien me parece, y sólo por establecer una posible similitud bromista con algún animal, un orangután; un tipo de mono antropoide arborícola de cuerpo robusto, cara alargada, manos y brazos  muy largos y fuertes piernas capaces de correr por las selvas helvéticas. Repito que no es mi intención el insulto o la ofensa, sino establecer un paralelismo más fiel que el de cabrón; probablemente, cualquiera de nosotros, yo mismo, tengamos también nuestro alter ego en el reino animal.

El extesorero del PP aseguró el pasado miércoles, como respuesta a las preguntas formuladas por su defensa, que sus ingresos en cuentas de Suiza no guardan ninguna relación ni con la obra pública ni con el partido que gobierna España, Es decir, como Louis, el orangután de la película de Disney, Bárcenas sólo pretendía, supuestamente, imitar a los grandes financieros y convertirse algún día  en uno de ellos. Y así, tacita a tacita, inversión en inversión, juntó en un par de añitos 48 millones de plátanos, perdón, quiero decir de euros, fruto de algunas afortunadas operaciones financieras, y  los depositó en su cuenta suiza.

Todos los demás cargos de los que se le acusa son, según el declarante, infundados. Al respecto, apuntó al anterior responsable de finanzas del PP, Álvaro Lapuerta, que, actualmente está apartado del procedimiento por “demencia sobrevenida”. Si a las declaraciones de Bárcenas le sumamos las de los 35 restantes acusados  encabezados por Francisco Correa, nos encontramos ante una trama tan tupida como las selvas de Sumatra y de Borneo, donde abundan los orangutanes, con acusados tan evasivos y tan bailongos como el rey Louis.

Será la justicia, como debe ser, quién dirima las responsabilidades de cada uno; sin embargo, está claro que este País no puede permitirse tramas tipo la Gürtel. Esto no es una película de Disney, ni tan siquiera una novela de aventuras, esto es la vida real y hay demasiado cabrón suelto.