Sin embargo, según datos de la OMS se calcula que en Europa cada año se pierden 587.000 años de vida ajustados por discapacidad sólo debido a las molestias que produce el ruido. “A éstos hay que sumar hasta un millón de años perdidos por trastornos del sueño provocados por el ruido o 61.000 por cardiopatía isquémica” añade Jesús de la Osa, coordinador de la publicación “Ruido y Salud”

El informe “Ruido y Salud”, elaborado por el Observatorio Salud y Medio Ambiente de DKV, GAES y ECODES, recoge estos datos que ponen en evidencia que la exposición a altos niveles de ruido puede provocar serios problemas de salud, como alteraciones del sueño o pérdida auditiva, pero cada vez más los especialistas alertan de la relación entre la exposición al ruido y la aparición de otras enfermedades como estrés, ansiedad, problemas cardiovasculares e incluso dificultades en el aprendizaje en niños.

“El ruido es un factor estresante que nos puede llegar a enfermar” explica Jesús de la Osa, coordinador de la publicación “Ruido y Salud”. Si estamos a expuestos a niveles de ruido diurno por encima de los 65dB de forma continua, puede generarnos estrés crónico, con las consecuencias que esto puede tener sobre la salud. La principal molestia producida por el ruido es “la alteración del sueño, además de la aparición de trastornos psicológicos como estrés o ansiedad, problemas cardiovasculares, alteraciones del sistema inmunológico, falta de memoria y dificultades de aprendizaje” apunta de la Osa, quién añade que “por la noche la OMS marca unos exigentes niveles de ruido menores de 30 dBA durante 8 horas para garantizar plenamente el sueño”.

El informe muestra evidencias de esta relación entre el ruido y ciertos trastornos de salud. “En zonas con altos niveles de ruido se ha comprobado que aumentan los ingresos hospitalarios un 5,3% por cada decibelio que se sobrepase el límite de los 65 dB, principalmente por problemas de origen cardiovascular, según datos un estudio del Instituto de Salud Carlos III” explica Jesús de la Osa. Así, hay evidencia científica de que algunas afecciones como cardiopatías isquémicas, hipertensión e incluso algunos infartos cerebrales podrían tener su origen en la influencia del ruido sobre nuestro organismo.

El ruido envejece nuestros oídos

El ruido es una de las amenazas más importantes de nuestra salud auditiva. Si bien tradicionalmente, la principal causa de pérdida de audición ha sido hasta ahora la exposición al ruido en el entorno laboral, en los últimos años han aparecido otras fuentes de ruido como causantes de un alto número de trastornos auditivos en la población. El uso de reproductores de música con auriculares, el gran volumen del sonido en conciertos, cines, discotecas o bares se han convertido en una fuente de daño acústico, que afecta principalmente a los jóvenes.

Según diversos estudios recopilados en el informe “Ruido y Salud” entre un 5% y un 10% de las personas que escuchan música con auriculares acaban experimentando pérdida auditiva u otros trastornos como acúfenos. Muchos de estos jóvenes acabarán experimentando presbiacusia (pérdida auditiva por la edad) ya a los 40-45 años, en vez de a los 60-65 años habituales. Es decir, que si no se toman medidas de prevención a los 40 años tendrán ya los oídos de un anciano de 60 años.

La Agencia Europea de Medio Ambiente estima que 10 millones de europeos están expuestos a niveles de ruido de más de 75 dB. La exposición prolongada a estos altos niveles de ruido puede provocar lesiones en el oído que irán destruyendo las células del oído interno, responsables de la audición. Para evitarlo los especialistas recomiendan proteger nuestros oídos del ruido con protectores adecuados. Si escuchamos música con auriculares es recomendable no superar el 60% del volumen máximo del aparato y utilizarlo menos de 60 minutos al día, y siempre que sea posible utilizar aparatos con limitador de volumen para no rebasar los niveles saludables.

La pérdida auditiva conlleva consecuencias que afectan a nuestra vida cotidiana. Dificulta las relaciones sociales, disminuye el rendimiento académico y laboral, limita las oportunidades de trabajo, provoca sentimiento de aislamiento, soledad y depresión. En el caso de los más jóvenes, experimentar este tipo de trastorno de forma temprana les afecta en la comunicación con los demás, el desarrollo cognitivo, el desarrollo socio-emocional, los resultados académicos o las oportunidades laborales.

El ruido nos pone cardíacos

Podríamos decir que nuestro corazón tiene oídos. Existen estudios que señalan que las exposiciones diarias crónicas a niveles de ruido por encima de 65 dB o las exposiciones agudas superiores a los 80-85 dB pueden ocasionar alteraciones cardíacas a largo plazo, aunque los afectados no aprecien síntomas de enfermedad. Y es que a partir de estos niveles de ruido nuestro organismo responde activando las hormonas nerviosas y aumentando la tensión arterial, la frecuencia cardíaca, la vasoconstricción y espesando la sangre.

Las personas mayores son las más vulnerables a sufrir este tipo de problemas, por lo que deben aumentar las precauciones. Según algunos estudios realizados, existe relación entre el ruido y los infartos cerebrales y apuntan que por cada 10 decibelios que se incrementa el ruido ambiental la posibilidad de sufrir un ictus cerebral crece un 14% en mayores de 65 años.

Según los estudios existentes, el ruido nocturno estaría más asociado a estas alteraciones cardiovasculares que el diurno. Incluso si el ruido no perturba el sueño, puede darse una reacción cardiovascular, ya que aunque no seamos conscientes y nos acostumbremos a él, está generando respuestas del sistema nervioso.

Apúntate a la dieta contra el ruido

Para combatir esta problemática, los especialistas recomiendan realizar la llamada “dieta contra el ruido”. Se trata de modificar los hábitos cotidianos que pueden propiciar el daño auditivo. “Limitar el volumen de los reproductores de música, evitar lugares ruidosos, no molestar a los vecinos con ruidos innecesarios, utilizar más el transporte público o conducir de forma más eficiente y sin tocar el claxon de forma innecesaria, son medidas que podemos adoptar para reducir los niveles de ruido y disminuir los efectos negativos que tiene sobre nuestra salud”, aconseja Beatriz de Diego, audioprotesista.

Poner fin a la contaminación acústica no es una tarea sencilla. Sin embargo, entre todos podemos ayudar a reducirla. Simplemente, cambiando hábitos cotidianos como disminuir el volumen de reproductores de audio, televisiones o equipos de música, utilizar protecciones adecuadas o mantenernos distanciados de los altavoces cuando asistamos a conciertos o discotecas, podemos garantizar un entorno más silencioso y óptimo para nuestra salud.

Fuentes habituales de ruido

El documento analiza estudios científicos que demuestran la relación entre la contaminación acústica y el aumento de enfermedades, aportando datos tanto a nivel español como europeo y ofreciéndolos de manera divulgativa y atractiva. Al igual que otros agentes contaminantes, el ruido produce efectos negativos en el ser humano y constituye un grave problema medioambiental y social. El tráfico terrestre, la aviación, distintas formas de ocio y el uso excesivo de reproductores MP3 son algunas de las principales fuentes de contaminación acústica.

 

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