Mientras estaba realizando un cofre de papel madera, escuché en directo acerca de la serie de terremotos en mi amada tierra, México. Otra vez después de 32 años exactos, ¡Qué dura prueba!. Recordé lo terrible que fue aquel terremoto  con 10 000 fallecidos y enorme destrucción!. Pensé que los siguientes, serían días de pesadilla y esperanza.

De la dureza de las pruebas impuestas por la naturaleza, de los escombros que quedaron después de los terremotos, surgió un hermoso tesoro que ha impresionado al mundo entero: El amor desinteresado en acción. Manos desgarradas que no se cansan de hurgar con paciencia y minuciosidad entre los escombros, rostros agotados que se iluminan cuando los puños en alto piden silencio. … ¡La esperanza los hace resplandecer!

Cientos de hermanos haciendo grandes filas, cadenas de amor, para pasar de mano en mano los trozos de paredes caídas que aprisionan esa esperanza. Cualquier vida es valiosa, la del ser humano, ¡claro! …pero también la de nuestros fieles compañeros animales. Merecen vítores las esperanzas desenterradas! Los corazones laten al unísono. El trabajo no cesa, no hasta agotar la ultima esperanza. … lucha contra el tiempo.

Éstas escenas me emocionan, fortalecen mi teoría de que lo bueno siempre es más, de que, de entre las tragedias y desafíos, se saca el tesoro del cofre del corazón: la solidaridad… ¡Un tesoro de incalculable valor! La bondad, la generosidad, el olvido y sacrificio del egoísmo van surgiendo como hermosas joyas que son desenterradas.

¡La vida sigue valiendo la pena.!, tiene un incalculable valor. El tesoro más valioso es la grandeza del alma humana.