Que padece Catalunya y que afectan a todos los catalanes y españoles, pues lo que ocurre en una parte de nuestro país nos afecta a todos según los principios de la Constitución española, refrendada por más del 90% de los votantes de los que, por cierto, una parte de ellos eran catalanes y algunos de sus dirigentes estuvieron en la ponencia para su elaboración ¿Por qué ahora no quieren participar en un futuro cambio de artículos de la Constitución?.

La verdad no lo entiendo a no ser que bastantes de sus dirigentes independentistas estén involucrados en las comisiones del 3% que ha salpicado no solo a la “Honorabilidad” del señor Pujol, sino también a cientos de buenos burgueses catalanistas y teman verse envueltos en procesos judiciales y penas de mayor calado.

La minoría independentista catalana ha gastado muchos millones de euros para intentar mostrar, a todo el mundo, su propia historia. Para ello han contratado a una serie de historiadores, por cierto muy bien pagados por la Generalitat, para redescubrir los orígenes de una Catalunya distinta e independiente de España, sin importarles para ello falsear documentos, interpretarlos a su gusto y manera o simplemente inventárselos aunque ello suponga auténticas barbaridades históricas sin ninguna base o fundamento. Buscar, en definitiva, que Catalunya fue ya una nación desde época de los Neardhentales con un mayor parecido a los franceses que a los españoles. También en esa nueva revisión de la Historia catalana se intentan apropiar de personajes ilustres que, según los historiadores pagados por la Generalitat, no eran castellanos o aragoneses de origen sino ¡!!todos catalanes!!!. Sin duda los miles de historiadores que analizaron, desde hace cientos de años, esos personajes y hechos históricos se habían equivocado, bien fuesen historiadores conservadores o marxistas.

Buscar raíces históricas catalanas, en donde los condes pasan a ser reyes y la traición por la espalda a España (como ocurrió a mediados del s.XVII pidiendo unirse al reino francés), es un deseo de justificar esa independencia republicana, ya que no dejan de ser meras falacias y sin sentidos que se pueden desmontar, fácilmente, sabiendo un poco de Historia. Más “derecho” para independizarse de España tendrían las Comunidades Autónomas de Asturias (monarquía asturiana). León, Castilla o Navarra, al menos estos territorios eran considerados como reinos (y no condados) ya que a la cabeza de su estructura social estaba un rey o una reina formando, durante cientos de años, dinastías más o menos estables.

Pero no, la Historia de España, los miles de historiadores españoles y extranjeros que la fueron construyendo a través de millones de datos y documentos estaban equivocados. Catalunya siempre ha sido una nación con su monarquía medieval aunque para ello tengan que usurpar la auténtica, que fue la corona de Aragón de la que dependían los Condados Catalanes.

Y así siguen buscando y rebuscando documentos ya analizados para reinterpretarlos falsamente para el gusto del gobierno catalán independentista, que es quien les pagan las barbaridades que escriben incluso para los textos de Historia de colegios e institutos catalanes. Saben que la Historia tiene mucho que ver con el futuro de un pueblo y que los niños son fáciles de manejar y llevarlos por la senda que ellos deseen sin ningún escrúpulo.

Ni historiadores conservadores ni marxistas avalan, ni pueden avalar, tantas barbaridades y mentiras. Insisten los independentistas en buscar, a lo largo de la Historia, algunos hechos diferenciadores que los haga diferentes a los demás pueblos, pero, salvo la lengua, la cultura y algunas costumbres, no encontrarán nada más y esos hechos diferenciados también los tienen los gallegos, vascos, asturianos, cántabros o canarios y, en definitiva, todas las Comunidades Autónomas de España.

Pasando a los acontecimientos más recientes, es decir, los acontecimientos ocurridos en los últimos meses en Catalunya, hemos visto las diversas maneras que han tenido los líderes independentistas de evadir sus responsabilidades ante la justicia por infringir numerosas leyes en vigor, incluso leyes constitucionales. Algunos de ellos, yo diría los más valientes, se quedaron en su tierra y afrontaron con dignidad la pena de cárcel por reiterados incumplimientos de determinadas leyes que están en vigor y a las que no hicieron caso.

Otros líderes separatistas, más cobardes, como Carles Pugdemont y parte de su gobierno huyeron al extranjero (especialmente hacia Bélgica por ser un país seguro) para evitar pisar la cárcel aunque fuese dorada, importándoles lo más mínimo las personas que dejaban “colgadas” a sus espaldas en España. Para Pugdemont, y parte de su gobierno, lo importante es seguir viviendo bien con una buena paga mensual y el apoyo económico de algún empresario catalán, buena mansión y coches pagados y con chófer.

Pugdemont siempre en sus comunicados habla de democracia, pero él no es un demócrata. La democracia es un sistema político basado en la libertad (pero con respeto a las leyes y a la Constitución que juraste respetar y no lo has hecho) y en los derechos de todos los ciudadanos y no de unos pocos. La democracia es de PARA TODOS/AS Y DE TODOS/AS y no solo para ti en exclusiva olvidándote de todos los demás que no piensan como tú.

Pugdemont considera que todo el pueblo catalán lo ha elegido, cuando realmente su partido no superó el 22% de los votos (menos de un millón de ciudadanos votaron su candidatura) y el partido ganador fue Ciudadanos. Hasta se permite el lujo de elegir a su sucesor al igual que hizo César con Octavio Augusto.

Mientras él vive cómodamente en Alemania y ve la corrida de toros desde la barrera sin atreverse a volver a Catalunya por temor a ser encarcelado, como están desde hace meses algunos de sus compañeros; habla de democracia y de derechos cuando él mismo y su gobierno no tuvieron ningún reparo en cambiar o quitar a su antojo aquellos artículos (aprobados años antes democráticamente) que no les interesaba.

Ser un buen catalán; el que día a día busca un trabajo digno, tiene problemas para llegar a fin de mes o se preocupa por mantener el nivel de bienestar en Catalunya, es un mal catalán pues no llega a su nivel ni clase social que es la burguesía más rica y conservadora y, además, no tiene los rasgos antropológicos típicos del Homo Neardhentalensis catalán.

Por último, señor Pugdemont y demás miembros de la minoría independentista catalana, no es España quien os roba. Son los propios políticos y empresarios catalanes quienes lo hacen con  las comisiones que cobran por la realización de obras públicas, tráfico de influencias y blanqueo de capitales.

Tengan en cuenta que no hay libertad sin respeto a las leyes emanadas del pueblo, ni se es un demócrata eligiendo a dedo a su sucesor.