Por primera vez, se decide al líder del PSOE en un proceso de primarias. Un ejemplo para el partido del gobierno, a quien le horrorizan los plebiscitos ciudadanos. Un ejemplo para renovar la democracia desde la base. Y el resultado ha sido paradójico y desconcertante.

Para empezar, Pedro Sánchez era un auténtico desconocido hace tan solo unas semanas. Se trata del candidato del “aparato”, todo un producto de mercadotecnia al más puro estilo americano. Aupado como los grandes por los distintos reinos de taifas que devoran los intestinos del partido socialista, ha ganado por casi la mitad de los votos, a más de trece puntos de distancia de un Madina que se ha ido desinflando día a día. Y el tercero en ese proceso de primarias, un no menos desconocido político procedente de la corriente crítica de opinión Izquierda Socialista, que ha cosechado un nada despreciable quince por ciento, un dato que le convierte en referente, y que aclara el alcance real de la izquierda en este partido: únicamente el 15%.

Tal vez por ello ha ganado un social liberal, que en materia política es considerado por todos como progresista, pero en lo relativo a las finanzas, liberal. Un político que fue consejero de la frustrada Caja Madrid en sus años más oscuros,  y forjado como político que de la noche a la mañana ha dado la gran sorpresa… pero con el apoyo incuestionable del aparato. Un político demasiado artificial.

¿Y cuál es su estrategia? Precisamente no ocultar su ideología: provocar un viraje al centro de su partido, anhelando los cerca de dos millones de votos que actualmente acaban en las urnas de UPyD  o de Ciudadanos, además de alguno más que ha dejado de votar al PP. El partido del gobierno, cada día más escorado a la derecha o incluso a la extrema derecha, renuncia al centro cuando impone sus nuevas medidas securitarias, o decide criminalizar nuevamente el aborto, o las consecutivas subidas de impuestos que ahogan el crecimiento y el poder adquisitivo de las clases medias. El partido del gobierno renuncia al centro, goloso caramelo que ahora intentará llevarse a su terreno el liberal Pedro Sánchez.

¿Y la izquierda? Desde luego aquellos ciudadanos que se consideran identificados con esta ideología lo van a tener menos complicado a la hora de decidir a quien votar. Si las próximas semanas el diálogo avanza entre Izquierda Unida, Podemos, Equo, Compromis, Chunta y algunas fuerzas políticas más, es muy probable que converjan en una plataforma que se presente conjunta las próximas elecciones municipales, autonómicas, y las generales de noviembre del 2015. Podrán recibir varios millones de votantes del PSOE que ahora se han quedado huérfanos, al renunciar su opción política a defender sus legítimos intereses, al optar por la complicada estrategia de hacerse de centro liberal; podríamos asistir al nacimiento de un nuevo CDS, de hecho, hace unos meses, Felipe González y otros destacados socialistas, valoraron la posibilidad de un gobierno de unidad nacional entre los dos grandes, PP-PSOE, lo que supondría un alivio para la derecha, pero el hundimiento electoral de los ex – socialistas. Y entre los dirigentes que estudiaron esa opción, algunos han apoyado a Pedro Sánchez.

Veremos los próximos meses por dónde desembocan los derroteros políticos, y si esta nueva y arriesgada aventura del PSOE no se malogra, obstinados en renunciar a sus siglas y orígenes. Es cierto que Tony Blair lo consiguió con el incondicional apoyo de algunos ideólogos e intelectuales que inventaron la fracasada Tercera Vía, pero, ¿con qué avales intelectuales cuenta Pedro Sánchez? Su auge inesperado ha resultado tan artificial, que espero que guarde un as debajo de su guantera, porque nuestro país necesita urgentemente nuevas políticas que acaben con la pesadilla de la deriva autoritaria del actual régimen.

Por ello le deseo muchísima suerte… aunque me muestro más que pesimista.