Recreación de la llegada de la Victoria a Sanlúcar de Barrameda

Sin Magallanes

Magallanes había muerto en un combate desigual cubriendo la retirada de sus hombres, su muerte fue un duro golpe para toda la expedición, los españoles aquella misma tarde pidieron los restos de todas las víctimas del combate, pero la respuesta fue negativa y jamás se recuperaron los cuerpos.

El resto de los hombres convocan un consejo y nombran general de la expedición a Duarte Barbosa y a João Serrão que deciden regresar a Cebú. Humabon que acababa de comprobar que aquellos hombres dueños del rayo y del trueno no eran invencibles y que su dios no era más fuerte que sus anteriores dioses, reflexiona, si un pequeño Datu les había derrotado no eran tan poderosos como decían y si este se le sublevaba él tendría complicaciones.

Barbosa, por otro lado ordena bajar a tierra a Enrique el esclavo malayo de Magallanes, que esta  levemente herido, este se niega y Barbosa le trata despóticamente amenazándolo de seguir esclavizado aun cuando Magallanes había dispuesto qué a su muerte fuera libre. Enrique baja a tierra y convence a Humabon de lo fácil que sería hacerse con las naves y derrotar a los españoles.

Humabon prepara una cena e invita a los españoles con el pretexto de obsequiar al rey Carlos con unas joyas; los dos capitanes y 26 hombres entre los que están la mayoría de los oficiales bajan a tierra, solo João Lópes Carvalho y Gómez de Espinosa no ven clara la situación y dando la vuelta se dirigen a los barcos, pero no bien llegan a bordo, oyen los gritos desde tierra donde los hombres de Humabon han matado a todos menos a João Serrão. Carvalho manda virar hacia la orilla y apunta los cañones a la ciudad abriendo fuego, entonces los indígenas traen a Serrão atado y gritando que le envíen un bote con dos cañones y armas para su canjeo. Incomprensiblemente ante sus ojos las naves cesan el fuego, hinchan las velas y dan la vuelta abandonándolo a una muerte segura. Carballo no es Magallanes.

Llegan a la isla de Bohol donde encuentran una ensenada en donde se detienen, viendo que no les seguían hacen un nuevo consejo eligiendo capitán general Juan López Carballo y capitán de la Victoria a Gonzalo Gómez de Espinosa, dándose cuenta de que no tienen hombres para manejar las tres naves, solo quedan 115 de los 265 que partieron de Sanlúcar, deciden sacar cuanto se pueda aprovechar de la Concepción que estaba en tal mal estado que no soportaría el viaje de vuelta y la incendian hasta que se hunde.

Van saltando de isla en isla en las Filipinas occidentales, comportándose como corsarios, haciendo prisioneros para canjearlos por comida, llegan a la isla Palaguan donde les dan noticias de una isla muy rica, Borneo y ponen rumbo a ella. Al llegar a Borneo ven que están ante una isla más avanzada, son muy bien recibidos por el Rajá Siripada y comienzan a hacer intercambios, pero el 29 de julio, ven aparecen un centenar de canoas y unos juncos que se dirigen hacia ellos, tras el engaño de Humabon creen que es una trampa y pensando que los rodeaban para atacarlos, se preparan para luchar atacando y abordando los juncos, ante este ataque las canoas huyen y en uno de los juncos apresan al hijo del rey de la isla de Luzón que era el capitán general del rey de Borneo y que acababa de conquistar con sus juncos una gran ciudad llamada Laoé. Carballo lo pone en libertad por su cuenta a cambio de oro y sin consultar con los demás, también le pide al Rajá que envié a los tres hombres que permanecían en tierra con los intercambios uno de los cuales es su hijo, la petición es desoída y tras esperar varios días parten de Borneo.

Van saltando de isla en isla pero las naves están tan mal que paran en la ensenada una de ellas para repararlas durante treinta y siete días. Aquí se hace un nuevo consejo y destituyen a Carballo por su actitud particular y por no seguir las encomiendas del rey sin buscar las Molucas dando vueltas por aquellas islas. Se forma una tripleta de oficiales nombrando Capitán General a Gonzalo Gómez de Espinosa, Capitán de la Victoria a Juan Sebastián Elcano y Contador Real a Gonzalo Martín Méndez, una vez reparadas las naves parten en busca de las Molucas llegando el 8 de noviembre a la isla de Tidore.

El rey de Tidore Almanzor de influencia árabe les acoge amistosamente, les deja terreno para construir unos almacenes y comienzan a recoger clavo, Almanzor quiere que se queden a toda costa, tan es así que les propone cambiar el nombre de la isla por el de Castilla, Elcano se lo agradece y le dice que debe llevar el clavo cuanto antes a su rey, pero que volverá con más gente. Aquí tienen noticia de la muerte de Francisco Serrão, el amigo de Magallanes que se quedó en las Molucas, también hay un portugués Pedro Alfonso de Lorosa que lleva diecisiete años en las Molucas y les avisa que los portugueses les están buscando y que él desea regresar a la península con ellos, esta noticia hace que se aceleren los trabajos de cargar el clavo en las naos y deciden partir cuanto antes.

Tras ser cargadas las naos de clavo, la Victoria con 600 quintales y la Trinidad con 1200 quintales las dos naves parten, pero inmediatamente la Trinidad se ralentiza llegando a parar, se habían producido varias vías de agua debido al mal estado de sus cuadernas agravado por el peso de su carga. La Victoria da la vuelta y juntas regresan a Tidore; en consejo deciden que la Victoria parta y que lleve las cartas del rey de las Molucas para Carlos I, mientras la Trinidad se quedara en Tidore reparando las vías de agua. Como volver por el estrecho está descartado, la Victoria tomara la ruta portuguesa y la Trinidad  que está más dañada, ira a oriente buscando la tierra española más próxima, Panamá.

Y así se separan las dos últimas naves de la expedición.

La Trinidad       

Espinosa tarda en reparar la Trinidad cuatro meses, mientras construyen una especie de fuerte donde descargan la artillería y dejan una dotación de hombres al mando del Factor Real Juan de Campos y por fin el 6 de abril de 1522 zarpan con rumbo noreste, enseguida los vientos contrarios procedentes del este le obligaron a subir cada vez más al norte. A los 5º de latitud norte pasan por dos islas de las Palaos o Carolinas Occidentales a las que bautizan como San Juan y San Antonio, continúan navegando hasta el paralelo 40 muy cerca de lo que posteriormente se convertiría en la ruta comercial entre Filipinas y Nueva España, pues un poco más al norte de donde se hallaban se hubieran encontrado la corriente de Kuro-Shivo descubierta más tarde por Urdaneta en 1565 que les habría conducido a América.

Siguen avanzando hacia el norte y comienzan a bajar las temperaturas pero además del frío vuelven el hambre y las enfermedades, entre ellas el temido escorbuto. A los 42º de latitud norte fueron sorprendidos por una tempestad que duró cinco días y estuvo a punto de hundir la nave, para no naufragar tuvieron que cortar el castillo de proa pero también se rompió el de popa y se partió en dos el mastelero mayor. Con la nao en tan mal estado Espinosa no puede continuar y decide regresar a Tidore.

Por fin en septiembre arribaron a la costa de Zamafo, cerca de la isla de Doy, en donde se enteran que los portugueses al mando de Antonio de Brito han tomado Tidore, Espinosa le escribe pidiéndole ayuda para poder llegar a Tidore ya que la nave esta tan mal que no puede hacerlo por sus medios, no teniendo respuesta siguen navegando como pueden hasta el puerto de Benaconora en donde fueron hechos prisioneros por los portugueses, de los 54 hombres que zarparon solo regresaron 17 y la mayoría enfermos. Los trasladaron a Térnate en donde estaban el resto de prisioneros españoles, entre el botín arrebatado a los castellanos se encontraba toda la información del viaje que Brito envió al rey de Portugal en una carta en 1523.

Entre el botín arrebatado a los castellanos se encontraba toda la información del viaje, que Brito envió al rey de Portugal en una carta en 1523. Señaló en ella que: “hallaron vientos escasos, porque no supieron tomar el monzón, y fueron a los 40 grados norte. Por su cuenta habían hecho 900 leguas cuando arribaron”. Recogió así mismo papeles sobre el paso del Estrecho, que anotó con todo cuidado: “Este estrecho está en 52 grados largos y tiene 10 leguas de ancho cumplidas, y corre norte-sur la mayor parte de él. A lo largo hay lugares a cinco leguas, a una legua, a media legua y a un cuarto de legua”.

Brito les obligo a trabajar como forzados en las obras de construcción de la fortaleza de Ternate durante cuatro meses empleándolos luego en otras labores. Tras cinco meses de prisión los españoles fueron llevados a Banda, donde permanecieron encarcelados otros cuatro meses, desde allí fueron trasladados a Java y luego a Malaca siendo entregados al gobernador Jorge de Alburquerque, finalmente fueron conducidos a Cochín donde los ocho supervivientes permanecieron algún tiempo. Tres de ellos, Gonzalo Gómez de Espinosa, Ginés de Mafra y el maestre Ance, terminaron sus desventuras en la cárcel del Limonero en Lisboa, en la que murió el último de ellos. Carlos I logró rescatar los otros dos, que regresaron finalmente a España.     

La Victoria

Habíamos dejado a la Victoria zarpando rumbo sur, Espinosa y Elcano habían decido separarse y tomar cada uno una ruta distinta. Francisco Albo, piloto de la Victoria nos dice en su diario el derrotero que van siguiendo, salen de Tidore el 21 de diciembre de 1521 y a su paso van descubriendo muchas islas de las que toman nota cartográficamente, durante su travesía van sufriendo unas tormentas tan grandes que casi hacen zozobrar la nao, tal es así que el 8 de enero se desato una tormenta tan fuerte que los marineros viéndose morir se encomiendan a la virgen prometiendo ir a verla nada más pisar tierra española.

En una de las islas unos nativos les indican proximidad de una gran isla, ponen proa a ella siendo los primeros europeos que llegan a Timor, aquí hacen aguada, recogen alimentos y parten. Se adentran en el Índico y se alejan de la costa para no ser descubiertos por los portugueses pero también se alejan de los vientos favorables, aparecen vientos y corrientes contrarias y frio, bajan tanto que casi llegan a Australia. El 18 de marzo encuentran tierra, la alegría es indescriptible, pero al acercarse encuentran que es una isla volcánica con acantilados tan altos que no pueden desembarcar, pasan de largo dirigiéndose hacia el sur al cabo de Buena Esperanza. Esta es hoy la isla de Ámsterdam

Elcano pensando en el mal estado de su gente hace un consejo conferenciando con los pilotos y maestres sobre si tomar tierra en Madagascar escala obligada para los navíos que volvían de la India, arriesgándose a ser descubiertos y perder todo. La decisión fue unánime seguirían adelante pasara lo que pasara. Según Pigafetta tardaron en pasar el cabo nueve semanas, aunque esto seguramente esta exagerado, por fin, Albo al tomar el sol se da cuenta de que lo han pasado y ponen rumbo norte,

 “A los 7 del dicho, (mayo) tomé el Sol en 36º ¾, tenía de declinación 19º 17’, vino a ser la altura 33º 58’. La derrota fue al Noroeste, el cabo me está al Este, lejos de mí 57 leguas. A los 8 del dicho, no tomé el Sol, más según el camino que hicimos, pensábamos estar adelante del cabo. Este día vimos la tierra, y la costa corre Nordeste Sudoeste 4ª del Este – Oeste, y así vimos que estábamos atrás del cabo obra de 160º [de longitud Oeste; 160º + 46º 30’ = 206º 30’; 206º 30’ – 180º = 26º 30’ Greenwich Este aprox], en derecho del Río del Infante, largo de él 8 leguas. Este día estuvimos al reparo, con vientos Oeste – Oesnoroeste y el día fue jueves”. Fco Albo.

La situación se agrava día a día los marineros van muriendo de inanición o por culpa del escorbuto, muriendo prácticamente un hombre por día. Elcano desesperado convoca otro consejo y por una votación muy ajustada deciden arriesgarse y aproximarse a las islas de Cabo Verde. Se quedan lejos de la costa y urden una estratagema, envían el esquife a por ayuda diciendo que son un barco castellano que vuelve de América y que una tempestad les ha desviado rompiendo el mastelero y la verga del trinquete (lo que era evidente ya que estaba a la vista), esto había hecho que navegaran más lento y se quedaran sin alimentos. El engaño da resultado, por dos veces

A los 9 del dicho (julio), no tomé el Sol y surgimos en el puerto del Río Grande, y nos recibieron muy bien y nos dieron mantenimientos cuantos quisimos, y este día fue miércoles y este día tienen ellos por jueves, y así creo que nosotros íbamos errados en un día y estuvimos hasta domingo [13 del dicho] en la noche, y nos hicimos a la vela por miedo del mal tiempo y travesía del puerto. A la mañana enviamos el batel en tierra para tomar más arroz, que teníamos necesidad, y nos estuvimos volteando de un bordo y otro, hasta que vino. A los 14, lunes, enviamos el batel en tierra por más arroz y él vino a medio día, y tornó por más, y nos esperando hasta la noche y él no venía, y nos esperamos hasta otro día, y él nunca vino. Entonces fuimos hasta cerca del puerto por ver qué era esto, y vino una barca y dijo que nos rindiésemos, que nos querían enviar con la nao que venía de las Indias, y que meterían de su gente en nuestra nao, que así lo habían ordenado los Señores. Nosotros requerimos que nos enviasen nuestra gente y batel, y ellos dijeron que traerían la respuesta de los Señores, y nos dijimos que tomaríamos otro bordo y esperaríamos. Y así hicimos otro bordo e hicimos vela, con todas las velas, y nos fuimos con 22 hombres, dolientes y sanos. Esto fue el martes, a 15 del mes de julio. A los 14 tomé el Sol, y está este pueblo en 15º 10’.” Fco Albo.                                                                                                         

Como vemos Albo se da cuenta de que va un día retrasado respecto a su calendario reflejándolo en el diario, todavía no sabe que navegando a occidente se pierde un día. Al ser descubiertos Elcano rápidamente da orden de largar velas y poner rumbo sur, los portugueses parece que enviaron algún navío tras ellos pero en dirección norte hacia las Canarias el rumbo lógico que cualquiera hubiera tomado. A los 16 del dicho, tomé el Sol en 84º ½, tenía de declinación 19º 44’, vino a ser la altura 14º 14’. El camino fue al Sur, al Sursudoeste, al sudoeste y al Oeste, hasta la dicha altura y el día fue miércoles” Fco Albo.

Pero Elcano no es un capitán cualquiera, la prontitud de su salida de Cabo Verde y la astucia en el cambio de rumbo juegan a su favor, marinero curtido vira de rumbo de nuevo y dirigiéndose al norte evita lo lógico, intentar llegar a Canarias, sube hasta las Azores con objeto de encontrarse con los vientos del oeste que traen a las naves de América a Europa y desde ahí desciende al cabo de San Vicente al que llegan el 4 de septiembre y por fin día 6 entran en el puerto de Sanlúcar de Barrameda.

Reconstrucción de la Nao Victoria

La gente de Sanlúcar está sorprendida de ver entrar en el puerto una nave que nadie esperaba y en tan mal estado, cuentan que va escorada, trae los palos rotos, las bombas trabajando sin parar para achicar el agua que entra en la sentina y los hombres, famélicos, semidesnudos puros esqueletos andantes, nadie se acuerda de ellos tras tres años de navegación. Elcano rápidamente se identifica y pide que le remolquen hasta Sevilla ya que la Victoria lo ha dado todo y ella sola no puede remontar el Guadalquivir, al reconocerlos inmediatamente se ponen a remolcarlos y dos días más tarde entran triunfalmente en Sevilla disparando la poca pólvora que les quedaba, todo el mundo les estaba esperando, pero sorprendentemente aquellos 18 famélicos héroes cuando ponen pie en tierra, descalzos, con la ropa hecha jirones y un cirio en la mano no se dirigen a ninguna autoridad sino a cumplir una promesa hecha a la virgen cuando la mar se los tragaba, a Nuestra Señora de la Victoria en la iglesia del convento de su nombre. 

Elcano, desde Sanlúcar escribe al rey una carta notificándole el viaje y reclamando el derecho de sus hombres: “Suplico e pido por merced a tu Alta Majestad por los muchos trabajos e sudores e hambre e sed e frío e calor que esta gente ha pasado en tu servicio, les hagas merced de la quarta parte e veintena de sus caxas e quintalada”. Elcano.

Además le refiere la esfericidad de la tierra: “…y más sabrá Vuestra Majestad que aquello que más debemos estimar y tener es que hemos descubierto y dado la vuelta a toda la redondez del mundo, que yendo para el Occidente hayamos regresado por el Oriente”. Elcano.

 El rey le manda llamar junto con dos de los hombres que han ido con él: “y porque yo me quiero informar de vos muy particularmente del viaje que habéis hecho y de lo de en él sucedido, vos mando que luego que ésta veais, tomeis dos personas de las que han venido con vos, las más cuerdas y de mejor razón, y os partais y vengais con ellos donde yo estuviere; que con este correo escribo á los oficiales de la casa de la contratación de las Indias que os vistan y provean de todo lo necesario á vos y á las dichas dos personas”. Carlos I.

Le otorga un escudo en donde refleja las especias traídas (clavo, canela y nuez moscada) y el lema “Primus circumdedisti Me” (el primero que la vuelta me diste) rodeando un globo terráqueo y le gratifica con “en toda su vida quinientos ducados de oro en cada un año” y lo que es más importante le otorga el perdón en una cedula del 13 de febrero de 1523 por haber vendido una nave extranjeros.

Inmediatamente se comenzó a organizar una segunda expedición a las Molucas al mando de Frey García Jofre de Loaisa con Juan Sebastián Elcano como segundo, que zarpó de la Coruña el 25 de julio de 1525 llevando a Andrés de Urdaneta, el cual dejo escrito todo el viaje y que será un gran  personaje sumamente importante en la posterior conquista de las Filipinas ya como fraile dominico y el descubridor del tornaviaje en el Pacifico.

Pero esto es otra historia.

Ruta seguida en la primera circunvalación de la Tierra por Magallanes-Elcano

                                                     

Conclusión                                                                                                                             

La expedición de Magallanes – Elcano es un hito en la historia de la humanidad, marca un antes y un después en la visión general del mundo.

Sin embargo, hay que señalar que su propósito nunca fue dar la vuelta al mundo, su objetivo era encontrar una ruta hacia occidente que la corona castellana pudiera explotar para conseguir las ansiadas especias.

Pero es que además volvió a plantear la propiedad de las Molucas que Magallanes había asegurado estar en zona castellana, los portugueses que ya estaban en la zona, lógicamente estaban en descuerdo. El 19 de febrero de 1524 se firma el Tratado de Vitoria en el que se acuerda la reunión de astrólogos, pilotos y marineros lusos y castellanos para determinar la situación de las Molucas. Las conferencias fueron en Badajoz y Elvas que no dieron ningún resultado, solo en 1529 se solucionará el conflicto con el Tratado de Zaragoza firmado por Carlos V. En él se ceden las Molucas a los portugueses a cambio de una indemnización de trescientos mil ducados lo que era una cantidad extraordinaria para la época. La posterior conquista y colonización de las Filipinas se hizo en época de Felipe II. Cuando posteriormente los dos reinos Castilla y Portugal se unieron bajo su corona se terminó el conflicto pasando Filipinas definitivamente a Castilla.

La llegada a Sevilla de la Victoria y su cargamento de clavo sirvió por si sola para costear los gastos de toda la expedición y dar beneficios lo cual nos habla de cómo se cotizaban las especias en aquella época, como ocurre siempre el interés por este mercado decayó por diversas razones: por un lado la conquista de Cortes y Pizarro en México y Perú, con sus ricas minas de oro y plata que hizo que todo el interés se focalizara en América, además de la búsqueda de una ruta por el pacifico partiendo de Nueva España evitando así el peligroso paso del estrecho de Magallanes.

La posterior entrada en escena de los holandeses que crearon una ruta directa, a diferencia de los portugueses que iban de puerto en puerto costeando África y por último la ruptura del monopolio por parte de los franceses en el siglo XVIII, primero con el contrabando del clavo y la nuez moscada y más tarde instalando su cultivo en sus colonias.

La expedición al Maluco no tuvo ningún cronista oficial, aunque el logro de haber dado la vuelta al mundo fue rápidamente dado a conocer por los asesores de Carlos I entonces ya emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, a quienes como hemos dicho le interesaba que las Molucas cayeran de la línea de influencia de Castilla. Muchos y variados fueron los que contaron la epopeya o bien escribieron su versión o redactaron informes con respecto al cargo que tenían o fueron fuente de información para que otros lo pusieran por escrito.

La hazaña fue dada a conocer en principio por dos personajes que no habían participado en el viaje, Maximiliano Transilvano y Pedro Mártir de Anglería.

– Transilvano secretario del emperador Carlos, escribió en latín un resumen y se lo envió a Matías Land el arzobispo de Salzburgo para demostrar que las Molucas caían en la zona de influencia española, lo mismo Pedro Mártir de Anglería enviando una carta al Papa Adriano VI (Adriano de Utrecht), que como sabemos fue regente de Castilla.

– El texto más conocido es el Antonio Pigafetta, fue escrito por un sobrino suyo y publicado en 1536, dos años después de su muerte. Pigafetta conocido como Antonio Lombardo nombre con el que se inscribió en la armada alistándose al servicio de Magallanes, describe minuciosamente lo que vio, dando detalles fabulosos, creativos e incluso exagerados, como la descripción de los patagones; escribió sobre la vida a bordo y sus penalidades, recogió datos sobre el clima, la flora, la fauna y la geografía y recogió numerosas palabras de las gentes que se encontraban en su camino. Pero también hay que decir que no fue imparcial, fiel a Magallanes en ningún momento nombra a Elcano aunque no se sabe la razón, quizá por ser uno de los implicados en el motín de San Julián, ni tan siquiera cuando era su capitán en el viaje de vuelta y al que le debe la vida ya que llevo la nao Victoria al final del viaje.

– Fco Albo, era uno de los cuatro tripulantes griegos que regresaron, natural de la isla de Quíos, embarco como contramaestre de la  Trinidad y regreso como piloto de la Victoria, a lo largo del viaje fue recogiendo las distancias día a día con mucha precisión pero sin especificar muchos detalles de lo ocurrido en la travesía. Su derrotero conservado en el archivo general de indias de Sevilla, es el único documento que ha quedado para conocer la derrota de la expedición comienza  el 29 de noviembre de 1519, titulado: “De Rotero del viaje de Fernando Magallanes en demanda del estrecho desde el paraje del cabo San Agustín”. Detalla el paso del estrecho detallando su latitud cada dos días, así como su sorpresa al llegar a Cabo Verde y creer que ha errado un día. Su rastro desaparece poco después de llegar a Castilla.

– Martín Méndez, fue uno de los 12 hombres apresados en la isla de Santiago en Cabo Verde. Natural de Sevilla, se alisto como escribano en la Victoria y fue el encargado de redactar la declaración de Magallanes tras el motín de San Julián y de transcribir los tratados con los reyezuelos de las Molucas en un libro titulado: “Libro de las pazes y amistades que se an hecho con los Reyes y Señores de las yslas y tierras donde hemos llegado, siendo los capitanes Gonçalo Gómez Despinosa y Juan Sevastián del Cano, y el maestre Juan Batista, governadores del Armada quel Emperador nuestro señor envía al descubrimiento del Espeçiería, y yo, Martín Méndez, contador della”.

En este documento se relatan los cinco tratados redactados desde la derrota de Mactán hasta la separación de las naos Trinidad y Victoria. Su interés es sobre todo diplomático, ya que si no se podía demostrar que las Molucas estaban dentro de la demarcación de Castilla, por lo menos si podían probar los lazos de vasallaje que unían a sus dirigentes con la corona castellana. Embarcado en la expedición de Sebastián Caboto como contramaestre, fue abandonado gravemente enfermo en la isla de Santa Catalina en Brasil junto a Miguel de Rodas compañero de la armada del Maluco, ambos murieron ahogados al intentar regresar en canoa.

– León Pancaldo, nacido en Savona y embarcado como marinero en la nao Trinidad, es autor de un diario titulado “Navegación y viaje que hizo Fernando Magallanes de Sevilla para el Maluco” en 1519, la nota final advierte “y esto fue trasladado de un piloto genovés que iba en la dicha nave que escribió todo el viaje como aquí está”, que se conoce como el derrotero de un piloto genovés siendo la única fuente que narra la aventura de la Trinidad tras su separación de la Victoria.

– Ginés de Mafra nació en Jerez de la Frontera, se enrolo como marinero de la Trinidad, su relación del viaje es una transcripción de un autor anónimo conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, que para dar fe de su autoría coloco una nota al final del manuscrito que dice así: “este Ginés de Mafra conservaba de su mano una relación de todo lo que había pasado del viaje de Magallanes del que había sido testigo”.

– Fernando de Oliveira humanista portugués, realizo una transcripción de un manuscrito redactado por un participante de la expedición y completado por otras fuentes, su relación de los hechos ha hecho que los historiadores piensen que su autoría se debe al cosmógrafo Andrés de San Martín o a Gonzalo Gómez de Espinosa. San Martín falleció en la batalla de Cebú, había escrito un diario que confió con sus notas de navegación y otros documentos a Ginés de Mafra. Estos papeles fueron confiscados cuando Mafra fue hecho prisionero por los portugueses, fueron guardados en un archivo de Lisboa y consultados por historiadores portugueses, se trasladaron a Madrid durante la unión de reinos ibéricos. El cronista Joao de Barros cuenta que recogió un libro que escribió Espinosa sobre su viaje, recordemos que fue prisionero de los portugueses hasta 1527, parece que el manuscrito paso a manos de Oliveira, hoy se conserva en Leiden.

– Los tripulantes de la Trinidad enviaron cartas al ya Emperador Carlos refiriéndoles todas las penalidades que pasaron en su travesía con la nao Trinidad, así como cuando fueron hechos prisioneros de los portugueses, le piden su intercesión ante el rey de Portugal para liberarlos, cosa que Carlos hizo pudiendo regresar a Castilla.

– Por ultimo están las listas de embarcados y fallecidos así como las cartas que Juan Sebastián Elcano envió al emperador relatando su viaje.

Para terminar queda la farragosa discusión sobre el protagonismo de quien fue el primero en dar la vuelta al mundo; aunque es algo cansina hablemos un poco sobre ella. Por supuesto para los portugueses es Magallanes y eso que fue considerado como traidor hasta finales del siglo XIX, cuando le restituyeron y le elevaron a los altares. Para los ingleses es Francis Drake,  que dio la vuelta al mundo 50 años después de los hechos que hemos relatado; los ingleses ya saben, se consideran el ombligo del mundo. Y claro para los españoles es Juan Sebastián Elcano, el gran navegante que consiguió llevar a término el viaje con los hombres que quedaban en la expedición.

¿Pero y si el primero en dar la vuelta al mundo no fuera ninguno de ellos?

Pues así es. Enrique de Malaca, también conocido como Enrique el negro, el esclavo malayo de Magallanes que fue capturado por los portugueses en Cebú, es comprado por Magallanes y cuando regresa con la expedición se convierte en el primer hombre en dar la vuelta al mundo. Fue adquirido cuando todavía era un adolescente y acompaño a Magallanes de regreso a Portugal, durante  los once años que Enrique permanece al lado de Magallanes, acaba convirtiéndose en su ayudante, “el lengua”, un intérprete muy necesario que llega a dominar el portugués, el castellano, el tagalo y algún dialecto más.

Solo por el hecho de ser esclavo, la historia (siempre injusta) le aparta de las primeras páginas, aun cuando su labor como intérprete fue tan necesaria como  importante. Vaya desde aquí mi reconocimiento a un hombre que merece estar al lado de los grandes de esta historia.

Solo me queda resaltar el valor y coraje de unos hombres que se enfrentaron a unas pruebas sobre humanas, en una mar y unas tierras por entonces desconocidas.

Fernando de Magallanes gran capitán que con audacia y arrojo fue superando todas las adversidades hasta llegar a las Filipinas y Juan Sebastián Elcano con todo su saber marinero y la clara determinación de regresar por encima de todo y de todos completaron una hazaña que solo haber pisado la Luna igualó.