Este 2017 se presenta cargadito de miedo. Hay muchos y variados. Pero quizá el que lleva la tónica dominante es el miedo al terrorismo, ya que por desgracia son demasiadas las tragedias que nos ha tocado vivir en el caduco 2016…

Mi deseo para este año recién estrenado es que nos sacudamos el miedo de encima. El miedo que sea, el que nos retiene y nos paraliza en nuestro sitio. Porque nada en el mundo condiciona tanto a las personas como el miedo. Y la mayoría de ellos no pasan de ser situaciones que recreamos en la cabeza. Pero, ¡ay!, parecen tan reales…

¿Cómo voy a cambiar de trabajo con la que está cayendo?, mejor sigo gastando tiempo y energía en uno que me consume pero paga el alquiler. ¿Cómo voy a cambiar de opinión si ya les he dicho a todos esto o lo otro?, ¿decirle qué, a esa persona que me gusta?, ¡antes morir!

En fin, son ejemplos típicos y tópicos, pero si has entrado a leer este post es porque muy probablemente necesitas escuchar que sí se puede mandar al miedo muy lejos. Y seguramente ahora mismo estás pensando en ese temor en particular que a ti te atenaza…

Sea el que sea, intenta mandarlo a tomar viento fresco.  No en un alarde de insensatez, no por una corriente de buen rollo tan volátil como falsa. Inténtalo porque merece la pena dejar de cargar con ello. Intenta vivir una vida sin miedo. Verás como no pasa nada… al menos nada de lo que te habías imaginado en tu cabeza. Siempre vale la pena viajar ligero.

Que seas feliz o al menos te atrevas a intentarlo.