SOSTENIBILIDADAsí ha ocurrido en Estados Unidos en lo que se refiere a la legislación sobre el clima, pero también en España con la regresión en términos de impulso a la energía renovable o de protección de los ecosistemas costeros. Frente a ello, el liderazgo parece haber venido más bien de abajo arriba : la acción sobre el clima, la pérdida de especies, las desigualdades, y otras crisis están constantemente siendo confrontadas por movimientos ciudadanos de base en todo el mundo, a menudo en oposición a las actividades que desarrollan los gobiernos y las grandes corporaciones. En el 40º aniversario del Worldwatch Institute, su reputado informe anual de La Situación del Mundo, coeditado en castellano por FUHEM Ecosocial e Icaria, examina en esta edición lo que significa Gobernar para la sostenibilidad. Las contribuciones de sus autores enfatizan la responsabilidad de los actores políticos y económicos para alcanzar la sostenibilidad, resaltando el potencial de la ciudadanía para realizar cambios significativos hacia la sostenibilidad, mostrando así por qué la gobernanza efectiva de sistemas debe ser inclusiva y participativa, permitiendo a sus miembros tener una voz en la toma de decisiones. Para ello se analizan una variedad de tendencias, tal como iniciativas climáticas locales y regionales, de democracia energética o de actuación empresarial responsable. Se argumenta que la sostenibilidad depende de la acción tanto en la esfera económica como en la política. En este sentido se considera que el sector financiero tiene que volver a servir de servicio público. Los sindicatos, por otra parte, pueden ayudar a asegurar que la transición hacia la sostenibilidad sea socialmente justa. Y lo que es más importante, la ciudadanía debe asumir la responsabilidad y empoderarse.

Tal como señala Tom Prugh, codirector de La situación del mundo 2014, “toda gobernanza parte en definitiva de la persona en su comunidad. Los seres humanos no son ni actores aislados en el ámbito de la política, ni átomos independientes de la teoría económica convencional”. Su otro codirector, Michael Renner, añade que “la presión para mejorar la gobernanza a todos los niveles puede venir únicamente de personas individuales sensibilizadas y consagradas a hacer que sus comunidades sean lugares sostenibles. Partiendo de ahí, podría ser posible construir comunidades de comunidades, de manera que se garantice a todas las personas de la Tierra un lugar seguro y gratificante donde vivir y que ofrezca a las generaciones futuras estas mismas posibilidades”.

Está por ver hasta qué punto la humanidad será capaz de idear instituciones y procesos de gobernanza —tanto política como económica— capaces de superar los obstáculos para alcanzar la sostenibilidad ecológica. Pero una cuestión es segura, si no estamos a la altura del problema, la naturaleza nos acabará imponiendo su propia versión de la sostenibilidad.

Este informe, publicado por el Worldwatch Institute de Washington y traducido a una quincena lenguas gracias a su red de socios internacionales, de la que FUHEM Ecosocial y la editorial Icaria forman parte, cuenta con un apéndice exclusivo de la edición en español que este año pone el acento sobre la relevancia económica y política del enfoque de los bienes comunes, bajo la firma de Ángel Calle Collado, profesor de Sociología en la Universidad de Córdoba.

Contenidos del informe

La defensa del medio ambiente se ha centrado frecuentemente en actos voluntarios individuales y el uso de mecanismos de mercado con fines ambientales, pero la evidente falta de resultados demuestra que las acciones destinadas a alcanzar la sostenibilidad no pueden limitarse a esto.

De hecho, en esta publicación, se hace una crítica frontal a la gobernanza neoliberal de las últimas décadas en la que se ha implementado una guerra contra aquellos ámbitos de la administración pública dedicada al bienestar, la sanidad, la educación o el medio ambiente mientras que no se ha escatimado, en cambio, en un aumento de los gastos militares, la vigilancia policial, etc. Y todo ello en un contexto de desregulación, privatizaciones y disminución de los impuestos a las grandes empresas y a los ricos. En definitiva, como señala en el prólogo David Orr, profesor de Ciencias y Políticas Ambientales en el Oberlin College de Ohio, se ha producido una disminución “de la capacidad pública para resolver problemas de ciudadanía, mientras aumentaba el poder del sector privado, los bancos, las instituciones financieras y las grandes empresas”. Frente a ello, se defiende aquí que una acción gubernamental efectiva, las políticas públicas, y la cooperación comunitaria a todos los niveles son necesarias para asegurar que el interés corporativo, el malestar social y la corrupción no abrumen las buenas intenciones.

“Una economía sostenible y justa será aquella que pague todos sus costes, evite la creación de residuos y se ocupe mucho más de los bienes y necesidades públicas, como la vivienda, la educación, las infraestructuras públicas y los bienes colectivos, que de la especulación financiera y el consumismo” (p.22).

En la esfera económica, la gobernanza —determinar qué se produce, cómo y quién se beneficia de ello— ejerce una poderosa influencia sobre la capacidad de la sociedad para lograr la sostenibilidad social y ambiental. Pero la gobernanza económica también repercute directamente en la esfera política. La concentración de riqueza y poder limita fundamentalmente las filas de quienes tienen una voz efectiva en la toma de decisiones y en el discurso público.

Ahora es el momento de elaborar un sistema de gobernanza que proteja nuestra sociedad presente sentando al tiempo las bases para un futuro sostenible.

La Situación del Mundo 2014: Gobernar para la sostenibilidad detalla la necesidad –y la oportunidad– de poner en marcha nuevas políticas y economías con una visión global de las ideas, los mecanismos y las políticas que necesitaremos para implementar la sostenibilidad a escala nacional y mundial. Los asuntos discutidos aquí incluyen:

Sección I: Introducción

– La desregulación y la privatización han permitido el surgimiento de corporaciones que operan a escala global y cuya influencia y poder a menudo superan al de los gobiernos, las comunidades y los sindicatos (Capítulo 1).

Esto sin duda ha tenido su incidencia en que: “la opinión de que el problema son los gobiernos y la solución los mercados privados se ha infiltrado en el diseño de la política ambiental” (p. 37).

– La buena gobernanza debería ser inclusiva, basada en el consentimiento de los gobernados, y garantizar el uso sostenible de los recursos y los activos ambientales. Los sistemas de gobernanza buena son estables y permiten la diversificación y especialización de habilidades, que enriquecen el bienestar de la sociedad (Capítulo 2).

Sección II: Gobernanza política

– La sostenibilidad puede lograrse a través de las políticas públicas sobre la base de los conocimientos probados de las ciencias sociales en lugar de los supuestos teóricos poco realistas. Por ejemplo, en contra de la teoría económica estándar, sabemos que las comunidades humanas pueden gestionar con eficacia los recursos de propiedad comunal (Capítulo 3).

– La política pública debe basarse en la alfabetización ecológica o la familiaridad con la ciencia relativa a las cuestiones ambientales. Y a pesar de todo, ello no es suficiente (Capítulo 4).

Siempre se ha pensado desde el ecologismo que la demostración científica impulsaría grandes reacciones, y sin embargo, no ha sido así, lo que muestra que el conocimiento es necesario pero no suficiente. No vale con limitarnos a profundizar en la información y nuestra comprensión acerca de los problemas ambientales. Es necesario, pero debe de ir acompañado de acciones políticas concretas.

– Los seres humanos no están “por encima” o “fuera” de la Tierra y la biosfera en su conjunto. Como resultado, las políticas destinadas a mejorar la crisis ecológica deben reconocer esta relación para elaborar una “relación humanidad-Tierra de mutuo apoyo” (Capítulos 6 y 7).

– La toma de decisiones, ahora y en el futuro, debe reconocer los intereses de las generaciones futuras para la gobernanza sostenible. La codificación de la justicia intergeneracional en la legislación sería una manera de reorientar los gobiernos y las empresas de corto plazo a largo plazo (Capítulo 8).

– El dogma de la veneración del mercado ha marginado un importante acervo de conocimientos sobre la gestión de recursos comunes. Sin embargo, su rescate por parte de la ciudadanía apunta hacia las fructíferas posibilidades de controlar la contaminación global de carbono administrando la atmósfera como un bien comunal (Capítulo 9).

– Los gobiernos locales son actores cada vez más importantes en el movimiento por la sostenibilidad global. Estos no deberían verse como una extensión de las naciones, sino como entidades independientes y, con frecuencia, más eficaces. En muchos casos, los gobiernos locales han abordado cuestiones ambientales y de sostenibilidad antes que el propio gobierno nacional (Capítulo 14).

Sección III: Gobernanza económica

– El sistema financiero debería de verse no sólo como un sector sino también como un servicio público. El papel adecuado del sistema financiero es facilitar la prosperidad compartida en la sociedad (Capítulo 16). – Los sindicatos han desempeñado un papel importante en la promoción de la sostenibilidad indirectamente al reducir el poder corporativo. Debemos ver la defensa del trabajo y del medio ambiente como dos puntales de la sostenibilidad (Capítulo 18).

– Las empresas con “balances de triple criterio” (social, ecológico, económico), que persiguen el bienestar de la comunidad y del medio ambiente además de los beneficios económicos, constituyen un pequeño pero prometedor movimiento, especialmente entre las pequeñas empresas. Este modelo permite conservar los beneficios de una economía de mercado al tiempo que reduce sus costes (Capítulo 19).

-El tiempo para abordar las dimensiones ambientales, económicas y sociales por separado ya pasó hace mucho. La sostenibilidad sólo se consigue mediante la aplicación de lo que sabemos sobre el buen gobierno de las relaciones económicas y políticas que nos unen a los demás y al planeta en que vivimos (Capítulo 22).

Apéndice exclusivo : “La relevancia económica y política de los bienes comunes”

El capítulo exclusivo de la edición española de La Situación del Mundo 2014, escrito por el profesor de Sociología Ángel Calle Collado, retoma el concepto de bienes comunes, popularizado por la nobel de Economía Elinor Ostrom.

Ángel Calle plantea que, frente a las crecientes apropiaciones, desposesiones o limitaciones que el Estado y el mercado imponen sobre este tipo de bienes, también aumentan las prácticas y valores que potencian lo común, y lógicas menos depredadoras para la vida que las propias del capitalismo actual. El autor apunta que en estas “economías de los comunes” podemos encontrar la semilla de una nueva sociedad basada en una profundización de la democracia y en la sostenibilidad ecológica. Deberían por tanto formar parte esencial de una transición socioecológica que el autor considera inaplazable.

Ejemplos como la producción de software libre y el conocimiento compartido en Internet, las luchas sociales por el control comunitario del agua o los montes, el auge de formas cooperativas de producción y consumo y de acento local, entre otros, muestran que el enfoque de los bienes comunes es una alternativa real a la gestión estatal y del mercado.

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