Esa agencia difundió tomas satelitales, en las imágenes salta a la vista que en el caso de Honduras arrasaron con el manglar en el golfo de Fonseca, en el Océano Pacífico, compartido por Honduras, Nicaragua y El Salvador.

Los criaderos de camarón y los estanques se han multiplicado, tapizando el paisaje, y se han despejado manglares, defensas costeras naturales y viveros para peces libres, para ocuparlos como criaderos, señalan los expertos.

En Honduras la superficie que ocupan las camaroneras pasó de 1.450 hectáreas en 1986 a 10.500 hectáreas actualmente.

Según cifras del Banco Central hondureño, la exportación de camarón cultivado significó ingresos de 152 millones de dólares en 2004. Esa actividad genera unos 24.750 empleos, informó Alberto Zelaya, miembro de la Asociación Nacional de Acuicultores.

Pero la expansión de las camaroneras también causó un grave impacto social y ecológico en Honduras, según Saúl Montufar, portavoz del no gubernamental Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca.

”En lo social hubo marginación y desalojo de familias pesqueras en las zonas de cultivo, pérdida de acceso a sitios tradicionales de pesca y un descenso en la explotación pesquera”, apuntó.

En materia ambiental hubo ”un abuso en la introducción de miles de toneladas de nutrientes (para alimentar a los camarones de cultivo) que incidieron en la pérdida de calidad de las aguas y la destrucción de amplias zonas de manglar”, explicó Montufar.

Similares problemas se registran en Ecuador, donde la superficie original de manglar original, de unas 363.000 hectáreas, se redujo a 108.000 en 2000, indicó Marianeli Torres, coordinadora local de la Red Manglar Internacional.

La superficie de manglares en el mundo se redujo en las últimas décadas 35 por ciento, para llegar a unos 17 millones de hectáreas. La destrucción avanza a una tasa anual de 2,1 por ciento, ritmo superior al 0,8 por ciento con el que desaparecen los bosques tropicales, de acuerdo con estudios recogidos por Greenpeace.

Las principales causas de la desaparición de este ecosistema son, en orden descendente, acuicultura y construcción de granjas camaroneras, deforestación, alteraciones y obstrucción del flujo de agua, cambio de uso de suelo y contaminación con herbicidas.

 

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