Cansado de ser utilizado, harto de ser agredido, expoliado y ensuciado, el mar pretende pasar factura. Tritones y sirenas serán inspectores de arbitrios marineros. Tiburones y delfines gendarmes de la hacienda oceánica. Neptuno recaudador general.

Impuestos sobre la pesca, el tránsito, los baños, los puertos, las playas. Multas para los delitos ecológicos, la piratería y la depreciación constante.

Todos han puesto el grito en el cielo. Pero poco a poco, al darse cuenta que la decisión del mar es firme, han comenzado a tomar posturas. Las multinacionales pretenden pactar con el mar provechosos derechos. Políticos corruptos convencerán a su electorado de lo justo de la decisión tomada. Funcionarios deshonestos se han ofrecido para inventar indescifrables documentos de cobro. Los piratas quieren ser corsarios del mar y los banqueros pretenden gestionar ingresos e intereses indecentes.

Por fortuna el mar no es sedimentívoro y prefiere el plancton a otros “organismos”. Con una enorme ola ha echado “por agua” las pretensiones de los atrevidos. Mañana por la mañana pasará el primer recibo.