Tú no eres la luz, a pesar del trópico en tus humedades.

A pesar de las aves del perfume que te circundan.

A pesar de la colmena de luna improvisada en tus labios

como un delirio blanco.

Aunque te resbala la gracia azul de las flores amarillas,

aunque los remos de la luz se escapan de tus manos.

Pero no eres la luz, sino, su milagro.

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