La Cumbre del Cairo del año 2000 fue el origen de las relaciones a nivel político e institucional entre ambas partes. Desde ese momento, los vínculos se han ido reforzando a través de un diálogo más institucionalizado, de la puesta en marcha de instrumentos europeos a nivel de todo el continente para reforzar esta relación, y los inicios de cooperación en ciertas cuestiones, como por ejemplo la inmigración.

Se debe tener presente que estas relaciones euroafricanas cuentan con antecedentes lejanos en el marco de acción de la antigua Comunidad Europea y, más recientemente, dentro del contexto de las relaciones con los llamados países ACP (Africa, Caribe, Pacífico). Las relaciones en los ámbitos económicos y políticos entre la UE y el África Subsahariana se han desarrollado desde 1957 hasta hoy sobre la base de la combinación de tres factores: la ayuda al desarrollo, la cooperación comercial y la cooperación política. Estas relaciones se encuadraron inicialmente en el marco de las relaciones con los Países y Territorios de Ultramar (PTU) y, posteriormente, en las Convenciones Yaundé y Lomé. Actualmente, todo se rige por el Acuerdo de Cotonú.

En diciembre de 2005, dadas unas condiciones favorables en el continente africano, el Consejo Europeo adoptó una Estrategia para África, que dan coherencia al conjunto de las relaciones europeas con estos países y evitan la fragmentación de la acción política.

[Cada dos años, se celebrará una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno]

La reciente Cumbre de Lisboa da un paso hacia una nueva asociación euroafricana basada en la igualdad y con el sostén de un marco de referencia, una Estrategia Conjunta UE-África que conducirá las relaciones a todos los niveles: el nacional, el regional y el continental. Esta Estrategia comprende varios temas estratégicos para ambos continentes:

  • la paz y la seguridad,
  • el buen gobierno y los derechos humanos,
  • el comercio, la integración regional y la interconexión de las infraestructuras y
  • “otras cuestiones claves para el desarrollo”.

Este último punto recoge diversas cuestiones de un alto interés:

  • los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM),
  • asuntos bilaterales prioritarios, como la energía o las migraciones, y
  • una agenda multilateral común en todo lo referente a cambio climático, inseguridad global o crimen organizado.

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Además, la República de Sudáfrica ha articulado su propio Acuerdo de Asociación con la UE, que supera al anterior Acuerdo de Comercio, Desarrollo y Cooperación, reforzando su papel de líder regional y continental.


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Los dirigentes africanos y europeos han consolidado también la arquitectura institucional y los instrumentos del diálogo. Así, cada dos años, se celebrará una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno y se fortalecen las relaciones entre UE y Unión Africana (UA) mediante la celebración de troikas ministeriales semestrales, de reuniones regulares de las ambas Comisiones, y con unas relaciones reforzadas entre Parlamento Europeo y Parlamento Panafricano. Igualmente, el vínculo entre Consejos Económicos y Sociales de la UE y la UA será reforzado y la participación de la sociedad civil será integrada mediante instrumentos como la promoción de hermanamientos en los sectores relevantes, para conseguir una “asociación basada en las personas”.

En ánimo de asegurar un seguimiento del progreso político, está previsto la formulación de Planes de Acción bianuales que incluyen marcos precisos de seguimiento y evaluación.

La Unión Europea pretende que la Estrategia Conjunta UE-África se convierta en una plataforma para la ayuda europea (vía los Fondos Europeos de Desarrollo –FED- y los presupuestos comunitarios; como novedad, la UE ha creado instrumentos de dimensión continental, como el Fondo para la Paz en África -desde 9º FED-, la Iniciativa Buen Gobierno -a partir del 10º FED-, el Fondo Fiduciario para la Asociación euroafricana en materia de Infraestructuras) y los programas bilaterales.

Recordemos que para África, la Unión Europea representa su principal interlocutor económico, en un marco de dependencia comercial, financiera y sobre todo, de creciente influencia política. La UE supone en la actualidad un referente económico y político de primer orden en Africa. Europa es el principal socio comercial de África y destino del 51% de las exportaciones del continente negro. La UE es además el principal inversor y donante de Ayuda Oficial al Desarrollo. África Occidental y Central mantienen vínculos monetarios con el euro. Existen, por otro lado, importantes referencias políticas y culturales de origen colonial con bastantes países europeos, sin necesidad de hacer referencia a la población de origen europeo que habita en el continente.

No obstante, China ha emergido como un actor privilegiado en el escenario del continente negro, con un volumen comercial y de inversiones en constante y rápido crecimiento. La constante competencia con China, en este continente rico en recursos energéticos (el 23% de las importaciones de petróleo chinas provenían del continente africano en 2006, pero en 2020 podrían alcanzar el 60%) es para la UE un motivo importante para la celebración de la Cumbre.

[Los documentos preparatorios de la Cumbre enfatizan las prioridades europeas]

Europa tiene un alto interés en mejorar sus relaciones políticas con África, que, por supuesto, le permitan asegurar un marco de estabilidad económica en sus relaciones bilaterales. Aunque, por otra parte, a diferencia de la República Popular China o, incluso, los Estados Unidos, cuyos principales intereses en el continente radican en el acceso a fuentes energéticas, la apuesta del Viejo Continente por África entra dentro de un marco más extenso de relaciones de asociación, en el que el desarrollo, el medioambiente o la inmigración juegan un papel destacado.

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Pese a la retórica, los documentos preparatorios de la Cumbre enfatizan las prioridades europeas: la Asociación UE-África sobre Energía, la Asociación sobre el Cambio Climático, la Asociación sobre Migración, Movilidad y Empleo o la Asociación sobre gobernanza democrática. Estos acuerdos reiteran o amplían compromisos previos, pero no aportan nuevas propuestas en las materias en las cuales hay divergencias. La propia Estrategia para África de 2005 es un documento adoptado casi prácticamente unilateralmente por la Unión Europea y que refleja poco los intereses expresados por la UA.

Hay que significar que en el apartado comercial (el cual algunos altos funcionarios desvinculan de los demás temas de la Cumbre), las cuatro zonas comerciales de África subsahariana y la Comisión Europea se hallan en una última y acelerada fase de negociación de los Acuerdos de Asociación Económica (EPA en inglés), que pondrán punto final a las relaciones preferenciales no recíprocas definidas en el Acuerdo de Cotonú entre la UE y grupos regionales de países de África, Caribe Pacífico (ACP). Estas negociaciones siguen atascadas con varios de los grupos regionales y es muy improbable que puedan finalizarse en la fecha prevista. Por esta razón, varias de las regiones africanas, la UA y el Banco Mundial han demandado ampliaciones de plazo. Las propuestas de las naciones africanas continúan sin finalizar y la posición europea permanece siendo demasiado rígida; la Comisión Europea ha rechazado cualquier plan B (que el Acuerdo de Cotonú sí preveía). De todas formas, al final de la negociación, la Comisión Europea ha relajado algo su posición al ofrecer la posibilidad de llevar a cabo unos acuerdos progresivos, compatibles con la OMC, que abarcarían únicamente el comercio de bienes en una primera etapa. Por lo demás, el Consejo Europeo aprobó, en su reunión del segundo trimestre de 2007, un monto de 2.000 millones de euros adicionales para la Ayuda al comercio (la mitad saldrán de las arcas comunitarias y la otra de los estados miembros).

[El acuerdo de Cotonú presenta tres pilares fundamentales]

Para entender este aspecto que es un escollo fundamental en las relaciones entre ambos contienentes, conviene que recordemos lo que significa Cotonú:

El acuerdo de Cotonú presenta tres pilares fundamentales: el diálogo político, las estrategias de desarrollo y el pilar de cooperación económica y comercial:


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1.- En lo que se refiere a la dimensión política, el Acuerdo Cotonú incluye disposiciones que se refieren al refuerzo del diálogo en las áreas de derechos humanos, democracia, buen gobierno, lucha contra la corrupción (que aparece por primera vez en el marco de los acuerdos), prevención y resolución de conflictos, procesos de paz y control de la inmigración ilegal. Al igual que en Lomé IV revisado, se mantiene la cláusula de condicionalidad política: el respeto a los derechos humanos y los principios democráticos están considerados como aspectos esenciales del Acuerdo, lo que permite a la UE una eventual suspensión de la ayuda en el caso de incumplimiento de estos aspectos.

El marco institucional del nuevo acuerdo se fundamenta en tres entidades conjuntas que presentan escasas novedades respecto al marco institucional anterior de Lomé, y son el Consejo de Ministros, el Comité de Embajadores y la Asamblea Parlamentaria Paritaria o conjunta.

2.- El Acuerdo Cotonú incorpora una serie de estrategias de desarrollo que tienen como objetivo la reducción (y a largo plazo, la erradicación) de la pobreza, el desarrollo sostenible y la integración progresiva de los países ACP en la economía mundial. La inclusión de este objetivo de forma prioritaria supone un aspecto novedoso frente a las anteriores Convenciones Lomé.

3.- La cooperación económica y comercial tiene como objetivo promover la integración de los países ACP en la economía mundial y erradicar la pobreza.

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La cooperación comercial ha de basarse en las iniciativas regionales de los países ACP, asumiendo así la integración regional como instrumento clave para la integración de los países ACP en el contexto internacional. Se especifica además entre los principios el mantenimiento de un tratamiento especial y diferenciado para el conjunto de países ACP y especialmente para los considerados Países Menos Adelantados (PMA).

Según estas disposiciones, el sistema anterior, basado en un único acuerdo general no recíproco para el conjunto de países ACP, deja paso a la negociación de una serie de Acuerdos de Asociación Económica (Economic Partnership Agreements) negociados individualmente o con grupos regionales. De esta manera se establece un nuevo régimen comercial futuro de mutuo compromiso recíproco para la apertura progresiva tanto de los mercados de la UE como de los mercados de 77 de los 79 países ACP (excluyendo a Sudáfrica, que ya posee un estatus especial consecuencia del Acuerdo firmado en 1999 con la UE, y a Cuba, no signataria del Acuerdo Cotonú).

[Cotonú es un Acuerdo orientado a acordar en el futuro y en los plazos previstos]

Ante la imposibilidad de mantener el statu quo de Lomé y el tratamiento no recíproco otorgado por la UE, los países que no están considerados como PMA deben negociar, bien individualmente, bien como grupo regional, el establecimiento de un acuerdo de asociación económica con la UE. A mediados del periodo negociador, se realizará una evaluación para identificar a aquellos países que no hayan demostrado capacidad para la negociación del acuerdo y estudiar así formas de cooperación alternativas. Los países ACP con los que una vez finalizado el periodo de transición no se hubiera establecido ningún acuerdo, pasarían a recibir el tratamiento especificado en el Sistema de Preferencias Generalizadas.


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Como se ha comentado, las opciones son diferentes para los PMA dentro del Grupo ACP. Estos países tienen la posibilidad de negociar en el marco del grupo regional al que pertenezcan o bien de mantenerse dentro de un esquema de preferencias no recíprocas. Este trato preferencial no-recíproco se extiende además al resto de PMA que no se encuentren dentro del grupo ACP. Con esta iniciativa, la UE termina parcialmente con la incompatibilidad de las disposiciones comerciales de Lomé con las normas de la OMC, por las que se discriminaba a algunos países en desarrollo frente a otros.

En definitiva, el Acuerdo Cotonú es un Acuerdo orientado a acordar en el futuro y en los plazos previstos, nuevos acuerdos comerciales entre la UE, por un lado, y, por otro, los diferentes países ACP. Estos nuevos acuerdos han de ser compatibles con las normas de la OMC y serán introducidos de forma gradual. Cotonú termina así con el tratamiento homogéneo que recibían los países ACP, que enfrentan ahora diferentes alternativas, que una vez negociadas, diferenciarán a unos de otros dentro de los ACP.

Al margen de lo sustancial, la Cumbre tuvo sus escenificaciones, un tanto fuera de lugar, como la del presidente de la Comisión de la Unión Africana, Alpha Oumar Korané, quien insistió en que “para la UA, África es una única” y exigió a la Unión Europea que se abstenga de utilizar mecanismos de otra época, con negociaciones aisladas que puedan enfrentar a las regiones africanas y a los países en el seno de la misma región. Esta referencia a la Unión Europea en relación a los nuevos acuerdos de asociación económica que trata de cerrar con las cuatro regiones africanas de países África, Caribe y Pacífico (ACP) no deben “enfrentarlas” ni dar lugar a situaciones “no acordadas” que, dijo Korané, los ciudadanos africanos no aceptarán.

[Hay puntos de desacuerdo pero no rupturas]

Esta declaración más parece una reivindicación victimista que en el momento actual, y con el nivel de colaboración y de apoyo europeo a Africa, no tiene una justificación sólida. Y, sobre todo, porque el actual marco de relaciones entre ambos bloques, especialmente, en esta Cumbre es de colaboración entre iguales. Este aspecto ha querido remarcarlo claramente la Unión Europea, pese a que su papel en esta relación es de donante de fondos.

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De todas formas, al final, el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Alfa Omara Konaré, afirmó que hay puntos de desacuerdo pero no rupturas y manifestó la disponibilidad de los países africanos para continuar negociando y buscar fórmulas de consenso.

Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, aseveró que Europa quiere garantizar una transición suave en esos acuerdos comerciales, de tipo preferencial y que deberían ser modificados por imperativo de la Organización Mundial de Comercio.

Barroso agregó igualmente que Europa está dispuesta a debatir las “preocupaciones” de sus socios africanos y que les ofrece un mercado totalmente abierto y va a darles tiempo para poder reflexionar e intentar superar el problema con el espíritu de Lisboa edificado sobre el diálogo y la comprensión.

Pese a las incidencias de la Cumbre como la tensión que produjo la presencia del presidente de Zimbawe, que levantó las reticencias de algunos países europeos, las paparruchadas de Gadafi o las discusiones sobre temas tan serios como Darfur, o la postura del presidente de Senegal, Abdulayé Wade, quien afirmó que la mayoría de los países africanos ha decidido rechazar los nuevos acuerdos de asociación comercial, el encuentro fue un paso positivo en las relaciones entre ambos continentes.

El presidente de Portugal, José Sócrates afirmó que la reunión entre los 80 países fue un hecho histórico que ha pasado página en las relaciones de los dos continentes.

Al final, lo importante es que esta Cumbre Unión Europea-África, aprobó varios documentos en los cuales se relanzan el diálogo y la cooperación conjunta y se pone en marcha un programa de acción para impulsar el desarrollo, el comercio y promover la paz y la democracia.

Cabe destacar que Sócrates afirmó algo que puede ser trascendental para próximos encuentros: ha surgido el “el espíritu de Lisboa” basado en un sentimiento de colaboración entre todas las partes.