Las fotografías que un pequeño robot nos envía desde Marte alertan sobre un tremendo futuro. Los científicos se esfuerzan por encontrar, entre los ocres y rojizos tonos de las rocas marcianas, una sombra de color marino que les confirme que en el planeta rojo hubo una vez el vital elemento del que estamos compuestos.

Encontrar agua entre las arenas del desierto marciano, puede significar que una vez hubo vida y confirmar que, sin ella, todo muere.

En nuestro planeta contemplamos tan desolado paisaje como un cuento de ciencia-ficción y sin embargo, nuestro porvenir podría llegar a ser el mismo. El gesto cotidiano de abrir un grifo y dejar que corra el agua es tan normal, que apenas pensamos que los recursos hídricos son limitados y que pueden tener fin.

Según el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) la cantidad de agua en la Tierra cambia muy poco, año tras año. Si bien es cierto que el agua cubre el 75% de la superficie terrestre, el 97,5 % es agua salada. La dulce (2,5 %) está en un 74% durmiendo en los casquetes polares y en los glaciares. La mayor parte del resto se encuentra en las profundidades de la tierra o encapsulada en forma de humedad. Tan solo el 0,3 %del agua dulce del mundo se encuentra en ríos y lagos.

La población mundial se ha triplicado durante el siglo XX y sin embargo, el consumo de agua se ha sextuplicado. Es muy posible que, dentro de 25 años, la mitad de la población mundial tenga dificultades para encontrar agua dulce en cantidades suficientes para el consumo, la higiene y el riego.

Sin tener que extrapolar la situación a fechas futuras, ya en la actualidad el 40% de los habitantes del planeta sufren una escasez grave de agua. Una persona de cada cinco no tiene acceso al agua potable y casi una de cada tres no dispone de medios de saneamiento adecuados. De acuerdo con datos de la OMS, aproximadamente 1.500 millones de personas carecen de abastecimiento de agua potable y 1.700 millones no cuentan con instalaciones adecuadas. Todos los años mueren unos 3 millones de seres humanos por enfermedades causadas por su falta y otros tantos por enfermedades trasmitidas por medio del agua. Si no nos mentalizamos y aplicamos soluciones de inmediato estamos condenados a que la disponibilidad por habitante y año, en el horizonte de 2025, sea de 4.800 m3, cuando en la actualidad es de 6.800 m3. Lo más grave es que este cálculo se basa en un volumen mundial de agua disponible teórico: la totalidad del agua de los ríos, disminuida por efecto de evaporación y las infiltraciones. Pero no toma en consideración las cantidades mínimas de agua indispensables para mantener vivos los sistemas acuáticos, las cada vez más difíciles condiciones de saneamiento y acceso de las aguas y, lo más importante: la distribución desigual de los recursos hidráulicos.

La situación de cada una de las regiones del globo con escasez del preciado elemento es de alerta en el mejor de los casos y de catástrofe en muchas de ellas. BBC Mundo, en su página web, presenta un mapa de esas zonas donde el agua es motivo de preocupación. Ningún continente está fuera de peligro.

La sobreexplotación de los recursos y las predicciones de cambios climáticos amenazan con trastornos hidrológicos – inundaciones, sequías y alteraciones de los ecosistemas – que podrían llevar a la desecación de las zonas húmedas, el agotamiento de las capas freáticas, su salinización en las zonas costeras e inevitablemente a la temida desertización.

Ya en 1992, la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro alertó al mundo de estos peligros y de la importancia del agua en el programa de desarrollo internacional. Durante las jornadas se evaluaron los recursos hídricos mundiales, que pusieron de manifiesto su preocupante escasez. Sin embargo y por los motivos ya expuestos, la demanda no cesa de aumentar. Ocho años después, con sede en la UNESCO, se creó el Programa Mundial de Evaluación de Recursos Hídricos (WWAP) que avalaron 23 organizaciones de las Naciones Unidas y que trata de encontrar enfoques y soluciones sostenibles.

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Uno de los objetivos puestos en marcha por la WWAP es el de evitar conflictos internacionales y hallar formas de cooperación. Precisamente, el nombre de su nuevo proyecto es: Del Conflicto Potencial a la Cooperación Potencial (CPCP). Estudios y actividades se centrarán en la búsqueda de soluciones compartidas para los recursos hídricos transfronterizos. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las 261 cuencas fluviales del planeta, están compartidas por distintos países. Un total de 145 estados tienen aguas potables comunes entre sí. Sería muy largo relatar cuanta sangre se ha vertido por la defensa y el control del agua.

La escasez de agua dulce sigue propiciando conflictos en muchas regiones. En la cuenca del Jordán, Israel, Cisjordania, y la Franja de Gaza conforman una zona de múltiples enfrentamientos. Un informe conjunto de la Academia de Ciencias y Humanidades de Israel, la Academia Palestina de Ciencia y Tecnología, la Real Sociedad Científica de Jordania y el Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos sostiene que las partes oriental y meridional de la región, reciben de 50 a 250 milímetros de lluvia por año. La lluvia más abundante, 1.000 milímetros, cae en una pequeña área de altiplanicies en la sección noroccidental. Las pautas nacionalistas de consumo de agua y las reclamaciones territoriales, complican la competencia regional por los recursos de agua dulce.

Según un estudio de las Naciones Unidas titulado “Evaluación General de los Recursos de Agua Dulce del Mundo”, si continúan las actuales tasas de crecimiento poblacional y desarrollo agrícola e industrial, dentro de los próximos 20 años se necesitará toda el agua dulce de Israel y Jordania sólo para cubrir sus demandas de agua potable. Las necesidades agrícolas recibirán agua reciclada y la industria se abastecerá de agua de mar costosamente desalada.

Pero no está el problema sólo en las zonas áridas y semiáridas del globo. En América Latina y Caribe, zonas generalmente húmedas, las precipitaciones promedio en la región son 60% mayores que en el resto del mundo y poseen grandes recursos de agua dulce en lagos y ríos. Sin embargo el 20% de sus habitantes no tienen acceso al agua potable y otro 30% carecen de un sistema apropiado de saneamiento. Sólo el 3% del agua que escurre es utilizada de alguna manera, y sólo el 8% de estos escurrimientos es utilizado como potencial hidroeléctrico. Existen importantes recursos hídricos subterráneos en todo el continente, pero la mayor parte se desconocen.

A toda esta situación hay que añadir las corrupciones y concesiones ilícitas de este medio vital; las políticas de desarrollo no sostenible, sobreexplotaciones y privatizaciones interesadas.

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La compañía estadounidense Bechtel, de infausto recuerdo, obtuvo en Cochabamba (Bolivia) una concesión por 40 años, del sistema de agua de la ciudad. Las tarifas aplicadas por la Betchel Corporation, superaban, en muchos casos, el 20% de los sueldos de los usuarios. La situación provocó la protesta airada de los ciudadanos con manifestaciones multitudinarias; la respuesta y represión del gobierno boliviano ocasionó más de 100 heridos y la muerte de un joven de diecisiete años. En abril del 2000, la Bechtel tuvo que abandonar Bolivia. La política de privatización que impulsa la compañía norteamericana, ha desestabilizado a comunidades locales en otras partes del mundo. Su contrato de 680 millones de dólares para la “reconstrucción” de Irak, incluye – pero no está limitado – a “los sistemas municipales de agua y alcantarillado, las principales infraestructuras de irrigación y el dragado, reparación y mejoramiento del puerto marítimo de Umn Qasar.

A pesar de todo es posible la esperanza. Desde muchas organizaciones –algunas han sido citadas– se pretende impulsar proyectos e ideas para hacerle un regate al futuro imperfecto. Entre otros, conviene destacar algunos ejemplos:

> Conservar los humedales, que son mecanismos de tratamiento de aguas extremadamente eficientes, ya que absorben las sustancias químicas y filtran los contaminantes y sedimentos. Para ello hay que batallar duramente contra el hormigón, ya que la mitad de los humedales del mundo han desaparecido a causa de la urbanización y el desarrollo industrial. Respetar los recursos subterráneos, resolviendo los problemas de la intrusión de agua salada en los acuíferos. Controlar la contaminación agrícola, urbana e industrial.

> Salvaguardar los ecosistemas acuáticos, teniendo en cuenta su biodiversidad, su capacidad de evolucionar en función de los cambios climáticos y del propio impacto de los seres humanos. Planes especiales para los deltas y estuarios.

> Ordenar los recursos mediante desarrollos sostenibles, evitando la especulación y la prevaricación de los intereses políticos. Exigir una mejor gestión de los bienes hídricos, incluyendo las tierras en que desaguan y drenan.

Enfoques ecosistémicos: políticas de ordenación en las que se tengan en cuenta los equilibrios entre los componentes físicos y los bióticos de las cuencas.

Todo esto implica un conocimiento completo del ciclo del agua, que incluye la precipitación, la absorción, el escurrimiento, la evapotranspiración y la filtración. No sólo velar por la utilización y distribución eficiente del recurso, también salvaguardar la cuenca de captación y las aguas subterráneas – antes del consumo – y posteriormente, el tratamiento y eliminación de las aguas de desecho (después del consumo). La revolución azul debe ser una prioridad para los gobiernos y un proyecto de la Humanidad.

En una reciente entrevista, Pedro Arrojo, presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua, decía: “ Igual que ahora miramos un bosque y sabemos que es mucho más que un almacén de madera, la Nueva Cultura del Agua invita a mirar los ríos y entender que son mucho más que canales de H2O. Es entender que un ecosistema, además de agua que puede usarse para producir, es paisaje, identidad territorial, identidad de los colectivos y comunidades sociales, valores lúdicos y culturales, valores de vida . . . Y que a través de los ríos se articula vida en el continente y en los mares. Los ríos no se pierden en el mar”. Es de desear que si algún día nos visita un pequeño ser artificial galaxia, en lugar de y rocas ocres, encuentre lagos transparentes. significará que todavía hay planeta azul.

Jorge Martínez