Entonces, es la mujer, la víctima, la que debe demostrar que hizo todo lo posible para no ser agredida. La imparcialidad de la que hace gala la justicia se ha demostrado una farsa y ha puesto al mismo nivel a la víctima y a los agresores. Lo hemos visto cuando la Audiencia de Navarra, que lleva el caso, estableció que el juicio fuera a puerta cerrada, salvo los informes finales, para preservar la intimidad de todos ellos. La ley protege a los agresores pero no a la víctima. Si todos los jueces actuaran así, como han afirmado varios expertos, ningún juicio sería público.

El tribunal tampoco ha permitido la difusión de imágenes de los acusados, con el fin de protegerlos, dejando clara su falta de objetividad. La pregunta es: ¿cómo la justicia patriarcal, hecha a imagen y semejanza de la sociedad machista sobre la que dicta sentencia, puede juzgar de manera ecuánime y, sobre todo, proteger a las víctimas, en este caso a las mujeres y en muchos otros a las criaturas?

Demostrar la inocencia

La chica, violada, a lo largo del juicio ha tenido que demostrar su inocencia de puertas adentro y puertas afuera del tribunal, porque estos días no solo se ha juzgado a los cinco acusados de la agresión sexual sino también a la víctima. Lo dejaba claro el titular de un medio de comunicación justo el día antes de que comenzara la causa: «La vida normal de la chica violada en San Fermín: universidad, viajes y amigas». Pero que querían, ¿que se tirara de un puente?

Me ha emocionado el hilo que ha publicado en Twitter el periodista Antonio Pampliega, secuestrado durante 299 días en Siria por Al Qaeda: «Me parece lamentable que se cuestione a una víctima porque trata de vivir. Así que he decidido contaros mi caso. (…) Después de salir del hospital en el que estuve ingresado tres días fui a ver ‘Star Wars’ (…) tenía que seguir con mi vida (…) ¿Soy culpable de querer disfrutar? ¿Me juzgaríais?».

Tertulianos misógenos

La joven de los Sanfermines no solo ha tenido que demostrar que no quería ser violada sino que, en el juicio paralelo que han hecho algunos medios, no lo provocó. Lamentable la presencia de tertulianos misóginos difundiendo la cultura de la violación. ¿Todo vale por la audiencia? No es de extrañar pues que en España una mujer sea violada cada ocho horas, según datos del Ministerio del Interior, pero solo un 10% lo denuncie, y que 45 hayan sido asesinadas en casos de violencia machista en lo que va de año, junto a ocho menores.

La fiscalía alega que la víctima de “La Manada” no pudo defenderse