Pero Africa tiene un poso cultural propio igual de sólido que cualquier otro continente. Prueba de ello es la madurez de un arte tan sólido y minoritario como es la poesía.

Si tenemos que elegir algunos pocos autores para representar a este sector de la literatura africana, la tarea se complica. Pero podríamos apostar sin miedo a equivocarnos por escritores como el clásico Leopold Sédar Senghor, o por otros, relativamente más desconocidos, como el premio Nobel Wole Soyinka u Odia Ofeimun.

Senghor: la poesía afrofrancófona

Senghor, poeta, filósofo, teórico y político fue presidente de Senegal (1960-1980) y está considerado ahora como el principal poeta del continente del siglo XX. Nacido en 1906, de profundas creencias cristianas y educado en su propio país y luego en París, llegó a ser el primer africano con el título de doctor en Francia. Senghor, junto con Aimé Césaire, fue el creador del movimiento que se denominó Negritude.

En 1928 se trasladó a París, donde empezó a escribir poesía sobre sus sentimientos como africano lejos de su patria y en medio de una sociedad en la que no se sentía integrado. Desarraigo y recuerdos nostálgicos de su infancia llenaban su poesía. En ese momento conoció al también poeta caribeño Césaire, compañero de estudios y a León Damas. Con ellos fundó la revista “El estudiante negro”, en la que sentarán las bases de su concepto de Negritude. Con este término querían referirse a la cultura característica de todos los africanos y todos los miembros de la diáspora africana, incluidos también los que llevaron los europeos a América. Según sus propias palabras:

“No se puede negar que Negritude es una realidad, una cultura; es el conjunto de los valores económicos, políticos, intelectuales, morales, artísticos y sociales de no sólo la gente de
África, sino también de las minorías de América, Asia y Oceanía.”

[Para Senghor, lo negro es intuitivo, mientras que lo europeo es más cartesiano]

Shengor pensaba que todos podían estar orgullosos de su negritude, su desarrollo, su expresión y ofrecerla al mundo como parte de la herencia humana universal. Al mismo tiempo, ellos querían tomar lo mejor de la cultura europea, teniendo especial cuidado en “asimilar, no ser asimilados”. Con ello, Senghor introdujo el concepto de Negro, al hablar de los valores culturales propios del mundo negro, en su intento de otorgarles su merecido reconocimiento frente a un mundo europeo que se encontraba en ese momento en plena ebullición de las ideologías racistas.

Para Senghor, lo negro es intuitivo, mientras que lo europeo es más cartesiano. Dicha declaración sobre razón e intuición dio lugar a bastantes protestas y críticas hacia su ideología, con su consecuente debate sobre el tema. Entre otros, el propio Sastre, que colaboró con el grupo al escribir el prefacio de “Antología de la nueva poesía negra y malgache”, llegó a declarar que Negritude era un “racismo antirracista”. Afirmación que no sirvió mucho para aliviar una polémica, que ha continuado hasta nuestros días. Si se trataba o no de un movimiento racista a modo de respuesta a las ideologías europeas contemporáneas ha sido el tema de controversia de todo este tiempo, pero sin dejar nunca de olvidar que se ha tratado del género más rico de la literatura africana del pasado siglo, manteniéndose su influencia en todo el continente durante una época considerablemente importante. Concepto que ahora han roto radicalmente estos nuevos autores con nuevas formas de expresión.

Autores herederos de Shengor

Con la misma temática que sus colegas caribeños y con semejante forma de expresión, la nueva generación de escritores africanos francófonos nos relatan la vida cotidiana de sus gentes con todas sus risas y llantos, y siempre acompañados de orgullo y esperanza. Sólo cabe señalar como diferencia en este grupo su ventaja temporal con respecto al grupo de las Antillas, ya que aquí se comenzó a experimentar ese cambio estilístico en los años 70, con “Los soles de las independencias”, de Ahmadou Kourouma (Costa de Marfil). Con ella, Kourouma dio un gran paso al introducir en la lengua francesa la tonalidad y estructura típica de su lengua propia, el malinke.

fotoEl bilingüismo literario, que podemos ver ahora en
África también es un motivo de discusión en estos momentos. Actualmente se está dando a conocer la literatura de países excolonizados en la lengua de sus excolonizadores. Pero se trata de un hecho importante que estos autores empiecen a narrarnos sus obras en un francés que ellos toman a su medida, transforman y utilizan para darnos a conocer unas obras que en su mayor parte están concebidas en su propia lengua africana. Y no sólo es importante, sino también infinitamente satisfactorio, que estén creando todo un nuevo tipo de lenguaje que envuelve al lector para tratar la vida cotidiana de
África.

“Los honores perdidos”, de la camerunesa Calixthe Beyala (Gran Premio de Novela de la Academia Francesa de 1996) nos habla del mundo de chabolas “construidas con los vómitos de la civilización”, en un tono lleno de pesimismo, similar al utilizado por otros compañeros como el congolés Daniel Biyaoula en “Callejón sin salida” (1996). Pero aunque se trate de un tono pesimista generalizado en este grupo de escritores, al mismo tiempo encontramos miradas esperanzadoras como en “La casa que caminaba hacia el océano”, de Carl de Souza (Isla Mauricio) en la que se presenta
África como la mezcla de pueblos y culturas que siempre fue y con un punto de vista optimista respecto al futuro. Toda una literatura llena de imaginación y transmitida por medio de una nueva forma de utilizar y adaptar el francés a su medida. Una asimilación que quizás nos podría recordar aquel deseo de los fundadores de negritude de “asimilar y no ser asimilados”, y que parece que esta nueva generación de escritores ha sabido hacer con habilidad.

Títulos de Senghor que recomendamos vivamente:

  • Les classes nominales en wolof et les substantifs à initiale nasale, 1944.
  • L’article conjoctif en wolof, 1945.
  • L’harmonie vocalique en sérère, 1945.
  • Chants d’ombre, 1945.
  • Hosties Noires, 1948.
  • Anthologie de la nouvelle poésie et malgache (con prefacio de Jean-Paul Sartre), 1948
  • Chants pour Naët, 1949.
  • L’Apport de la poésie négre, 1953.
  • La belle historie de Leuk-le-lièvre, 1953.
  • Langage et poésie négro-africaine, 1954.
  • Esthéthique négro-africain, 1956.
  • Éthiopiques, 1956.
  • African Socialism, 1959.
  • Nocturnes, 1961.
  • La dialectique du nom-verbe en wolof, 1961.
  • Liberté I: Négritude et humanisme, 1964.
  • Poèmes, 1964.
  • Liberté II: Nation et voie africaine du socialism, 1971.
  • Lettres d’hivernage, 1973.
  • Liberté III: Negritude et civilisatiion de l’universel, 1977.
  • Elégies majeures, 1979.
  • La poésie de l’action, 1980.
  • Liberté IV: Socialisme et planification, 1983.
  • Discours de réception à l’Académie française, 1984.
  • Poémes, 1984.
  • Ce que crois, 1988.
  • Oeuvre poétique, 1990.
  • Liberté V: Le Dialogue des cultures, 1993.

Soyinka y Ofeimun: la poesía afroanglófona

El arte africano contemporáneo está marcado por las tensiones y conflictos existentes entre la viva cultura autóctona de cada etnia o tribu y la impuesta por los colonizadores. La fragmentación y la unificación conviven tensa, frágil e inevitablemente como principio sustancial en cada nación del
África Negra.

En Nigeria coexisten tres generaciones de poetas vivos y cada una responde a un momento significativo dentro de su historia. Las tres están signadas por el discurso de la protesta. Femi Folorunso señala a Wole Soyinka en la primera generación, en la segunda a Odia Ofeimun y Niyi Osundare, en la tercera a Harry Garuba, Afam Akeh, Sesan Ajayi. Por supuesto, en trabajos breves, muchos nombres quedan sin mencionar.

[El arte africano contemporáneo está marcado por las tensiones y conflictos existentes]

El tránsito de región colonizada a nación democrática, el paso por una Guerra Civil (1966-70) y por dictaduras militares, han marcado los procesos creativos de Nigeria. Su poesía responde a estas circunstancias exteriores, pero no se reduce a ellas. Más allá de lo político, la protesta y la indignación ante el sufrimiento humano y desde la conciencia de la voz colectiva, el individuo y su interioridad no están borrados, se manifiestan entretejidos a los hechos externos que los han determinado. La voz del individuo ha surgido como producto de un proceso de liberación para la construcción de la actual nación y es producto, también, de la conquista y apropiación del lenguaje colonizador. Nigeria es la tercera región con más hablantes de inglés, lengua oficial de la nación.

fotoWole Soyinka (1935), Premio Nobel de 1986 y el primer africano y hombre negro en ser reconocido con el galardón, es más célebre como autor teatral, sin embargo su producción poética es significativa. Abarca: Idanre and Other Poems (1967), Poems from Prison (1969), A Shuttle in the Crypt (1972), Poems of Black Africa (1975), Ogun Abibiman (1976), Mandela’s Earth and Other Poems (1988). Para él, el teatro es su medio expresivo por excelencia, pero hay ciertas experiencias cuyo impacto conducen a la poesía como un modo lógico de expresión.

Por esto, su discurso poético no se separa totalmente del teatral. Sus imágenes se sustentan en la mitología yoruba y en la griega, pero no se limita a este aspecto. Intimismo, protesta, lenguaje directo no exento de lirismo, para conformar una obra que desde el poema relata una vida y, al mismo tiempo, se enlaza con lo arquetipal. La mitología ha sido no sólo territorio para la elaboración artística de Soyinka, sino también ha sido terreno de reflexión.

Odia Ofeimun (1950) ha publicado The Poet Lied y A Handle for the flutist y después de un silencio editorial de más de veinte años: Dreams at Work and other poems (2000), A Feast of Return/Under African Skies (2000), London Letter and other poems (2000). La causa de este silencio se puede encontrar en el largo período de las dictaduras de Babangida y Sanni Abacha, y su ruptura coincide con el retorno de la democracia a Nigeria. Ofeimun ha optado por permanecer en Lagos y ejercer desde su misma tierra el activismo y la crítica al sistema. Por el contrario, Soyinka muestra igual actitud desde el autoexilio, sin dejar de hacerse presente en ciertos eventos y en la prensa de su país, pues no ha roto con sus raíces ni con su tierra. Elecciones de vida distintas y, sin embargo, conducen a un compromiso existencial, político y cultural que converge en la misma lucha.

El discurso poético de Odia Ofeimun, está marcado por la urgencia de decir y denunciar, pero esta urgencia no anula lo fundamental: el lirismo de lo directo. Esta concepción no se concreta sólo en la temática radical y en la incorporación de la voz de lo cotidiano, sino también en la presencia de los tópicos universales de la infancia, el amor, la soledad y la muerte.

[Los tesoros de Africa se empiezan a descubrir cuando abrimos uno de los libros de sus poetas]

La poesía de Wole Soyinka, al igual que la de Ofeimun, son un territorio para denunciar la injusticia, el racismo, la dictadura, el poder y para reafirmar la pertenencia a una colectividad con su consecuente arraigo y desarraigo en constante diálogo.

Tanto Soyinka como Ofeimun verbalizan una concepción del tiempo que rompe las coordenadas occidentales. Es una concepción que marca la escritura del poema y la visión de mundo, y que revela la convivencia cotidiana con aquella realidad que escapa a los registros de la razón.

La poesía de Nigeria se distingue por la presencia del acaecer político-social, registro doloroso y hermoso en la dureza de su sustancia. El poeta asume una misión colectiva ante su pueblo, no está encerrado en su intimidad, aunque no la abandona ni la niega en el poema. Responde a un compromiso nacional, donde lo regional y lo universal se entretejen para una mayor trascendencia.

Los tesoros de Africa no solamente están en sus minas de diamantes y de minerales de alto valor económico. Los tesoros de Africa se empiezan a descubrir cuando abrimos uno de los libros de sus poetas y leemos con atención, sintiéndonos parte de su contenido. ¡Se lo recomiendo!