Por un lado, cerca de 50.000 personas se reunieron en la capital keniana para debatir, desde la multisectorialidad, sobre los desajustes y desequilibrios que enfrenta la sociedad actual.

Organizaciones feministas, antimilitaristas, ambientalistas, proderechos humanos y políticas en general, extendieron su arco iris de la diversidad para intentar ponerse de acuerdo en el desarrollo de ideas con las que solucionar problemas concretos.

Es cierto que normalmente, todas las propuestas de este foro giran en torno a como neutralizar lo que en el lenguaje del movimiento alternativo se denominan políticas neoliberales. En palabras del dirigente de un colectivo social guatemalteco, Orlando Blanco, “tuvimos la oportunidad de discutir, reflexionar y plantear nuestras visiones sobre las principales problemáticas, sobre todo de las políticas neoliberales que afectan los diferentes ámbitos de la vida humana, la salud, la educación y la tierra”.

Pueden imaginar la libertad de premisas y objetivos con los que se trabajo bajo el sol y las estrellas de Nairobi, pero éste es fundamentalmente el gran valor del Foro Social Mundial, actuar de contrapeso a las ideas más ortodoxas por si, en un momento dado, pueden servir para mejorar las medidas que periódicamente se ponen en marcha en el mundo político y económico.

Se admite el sistema de “compromiso único” por el que las medidas adoptadas por acuerdo de sus miembros, son de aplicación a todos los países sin excepción, existiendo un órgano de resolución de las posibles infracciones

Coincidiendo con el foro social, cerca de 2.400 personas del mundo político, económico y en menor medida de otros sectores, estuvieron reunidas en la localidad suiza de Davos.

Anualmente, el Foro Económico Mundial se da cita en ésta localidad para, según su fundador Klaus Schwab, “debatir sobre como contribuir en la resolución de los problemas de nuestra época”.

Como es lógico, se debate desde la creencia objetiva respecto a que el crecimiento económico, es el mejor instrumento para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del planeta. Pero se acepta la participación de distintos puntos de vista y se admite la imposibilidad de la economía para estructurar, aisladamente, el desarrollo social.

Si algo ha quedado claro este año, amén del conveniente debate sobre el
cambio climatico, es la necesidad de dar un impulso al desarrollo global, evitando el estancamiento en la adopción de medidas que venimos sufriendo desde que se puso en marcha la ronda del Desarrollo, en la localidad quatarí de Doha.

Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, afirmó en Davos que “el principal peligro sería no conseguir éxitos en la actual ronda. Es muy, muy arriesgado. Hago un llamamiento a favor del éxito de éstas negociaciones”.

En cualquier caso, los parámetros del comercio internacional para los próximos años vienen debatiéndose de forma laboriosa desde 2001 por los miembros de la OMC. Las implicaciones que los acuerdos finales tienen para el desarrollo global son tan importantes, que conseguir llevar a buen puerto estas negociaciones debe ser un objetivo prioritario.

LOS PRINCIPIOS DE LA OMC.

Desde que formalmente se puso en funcionamiento en 1995 la Organización Mundial de Comercio, se adoptaron una serie de principios que la diferencian de los mecanismos negociadores usados hasta entonces en el Acuerdo General sobre Aranceles de Aduanas y Comercio (GATT).

fotoDe una parte se asume la filosofía del consenso global, por el que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Esto dificulta enormemente la adopción de acuerdos, pero garantiza que las propuestas de todas las partes son tenidas en cuenta, de tal manera que tanto iniciativas de EEUU y la UE como de países en desarrollo, con su G-20 a la cabeza, deben ser negociadas punto por punto hasta lograr un acuerdo.

De otra, se admite el sistema de “compromiso único” por el que las medidas adoptadas por acuerdo de sus miembros, son de aplicación a todos los países sin excepción, existiendo un órgano de resolución de las posibles infracciones. Este compromiso fundamenta el principio de universalidad para los acuerdos alcanzados, y convierte a esta organización en una herramienta de primer orden para la puesta en práctica de medidas globales que mejoren el comercio y el desarrollo mundial.

En definitiva, o hay acuerdo para todos ó no hay acuerdo para nadie.

Hasta la fecha no se ha conseguido cerrar ninguna ronda de las iniciadas, por lo que entre los países en desarrollo y en los menos desarrollados existe un continuo sentimiento de frustración. Algo que se refleja en las distintas convocatorias del Foro Social, mediante la crítica al tipo de negociaciones que realizan los países desarrollados.

También en Davos se lamenta la incapacidad de lograr acuerdos que permitan la expansión del comercio internacional.

Desde la Unión Europea, el presidente de la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo, Enrique Barón, alienta la reanudación de la ronda actual, porque una suspensión prolongada de las conversaciones tendría un efecto negativo duradero sobre el comercio mundial, y podría inducir a la proliferación de acuerdos bilaterales y multilaterales. Esto es algo que la OMC debe evitar, ya que se cierran al margen de los intereses globales y dejan inevitablemente fuera a los países más atrasados.

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DOHA, LA RONDA DEL DESARROLLO.

Por ubicarnos en lo acaecido hasta la fecha, recordemos que en el año 2001 los miembros de la Organización Mundial de Comercio reunidos en Doha, pusieron en marcha una nueva ronda con el objetivo de consensuar un ambicioso programa de medidas para fomentar el comercio internacional, y por ende el desarrollo.

Para ello se planteó como objetivos a conseguir, una reducción significativa por parte de los países desarrollados, de las subvenciones y aranceles que aplican y que lastran y discriminan el comercio agrícola mundial, así como una reducción de los aranceles a los productos industriales por parte de todos sus miembros y la apertura del mercado de los países emergentes al comercio de servicios.

En la reunión de Cancún dos años más tarde, las negociaciones se bloquearon porque los países en desarrollo agrupados bajo el G-20, cuyos líderes son Brasil, China, India y Sudáfrica, consideraron insuficientes las contraprestaciones ofrecidas por EEUU y la UE en materia agrícola, frente a la apertura exigida hacia ellos en el comercio de bienes industriales y servicios.

La OMC necesita una reforma de sus normas para adaptarlas a un modelo más lógico y leal de funcionamiento

En 2004, dentro de la reunión celebrada en Ginebra, se concretó un acuerdo marco para retomar las conversaciones, lo que permitió que en Diciembre del año siguiente se alcanzase en Hong Kong un acuerdo de mínimos para reactivar la ronda. En él se acordó tratar de conseguir un acuerdo dividiendo los asuntos en dos fases. En la primera, antes del verano de 2006, se consensuaría la reducción de subvenciones y aranceles a la agricultura por parte de los países desarrollados (con la eliminación de todas las subvenciones a la exportación para 2013), y las reducciones de aranceles a los productos industriales por parte de todos. La segunda ocuparía el resto del año y abordaría la liberalización del comercio de servicios y la reforma de las normas de la OMC.

La premura en éste calendario negociador derivaba de la finalización en Junio de 2007 del mandato de Trade Promotion Authority (TPA) o Fast Track que tiene concedido el presidente George Bush por parte del Congreso norteamericano. Esta autorización le permite cerrar acuerdos de bloques de medidas comerciales, sin posible enmienda en la cámara. Si finalizase la vigencia de dicha autorización, previsiblemente el enorme déficit comercial o por cuenta corriente que lastra la economía norteamericana (cerca del 7% del PIB), haría muy complicado el otorgamiento de uno nuevo y, en consecuencia, acarrearía la imposibilidad de concluir acuerdos con los negociadores de los EEUU.

Sin embargo en Julio de 2006, tras seis meses de infructuosas negociaciones, el director general de la OMC, Pascal Lamy, anunció la suspensión temporal de las negociaciones de la ronda, con la intención de que los miembros dispusieran de “un cuarto intermedio para reflexionar y ajustar posiciones”

¿Por qué después de más de cinco años de reuniones encallaba la ronda del Desarrollo?

El mayor handycap con el que cuentan las negociaciones de la OMC, ya lo hemos dicho, reside precisamente en su principal virtud, de tal manera que es el primer
Organismo Global que adopta sus acuerdos por aprobación general de todos sus miembros. En las rondas del GATT esto no ocurría, ya que las medidas que se adoptaban eran negociadas fundamentalmente por los países de la OCDE, dejando un papel secundario a las delegaciones del resto de países. Bien es cierto que tampoco se trataba de medidas globales como ocurre en este caso, pero el paso que media entre acordar propuestas desde una posición de predominio a una de consenso general, está necesitando más tiempo del inicialmente previsto.
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Además, en las negociaciones suelen presentarse las propuestas con muy poco tiempo para su análisis, dentro de una estrategia negociadora que pretende introducir parámetros por la puerta trasera, sobre todo de la puerta trasera de los países con menos capacidad de análisis y reacción.

Está claro que la OMC necesita una reforma de sus normas para adaptarlas a un modelo más lógico y leal de funcionamiento. No es eficiente que todas las propuestas terminen atascándose porque uno o varios países no se sumen al acuerdo. Es tiempo de elegir un modelo de representatividad en el que los intereses de todos sus miembros estén asegurados, asumidos y respetados, pero en el que también ocurra lo mismo con los de la mayoría.

Otro escollo de las negociaciones se encuentra en la resistencia por parte de los países desarrollados a desarmar el sistema de subvenciones públicas hacia su sector agrícola y la protección del mismo, mediante aranceles, frente al de terceros. Esto distorsiona enormemente los principios del comercio internacional, pero fundamentalmente afecta a la capacidad para acceder al desarrollo de los países más atrasados.

Mientras las subvenciones públicas de los países más avanzados colisionen con la agricultura de los estados en desarrollo o menos desarrollados, las negociaciones de la OMC contarán con un lastre difícil de soportar para estos últimos. Lógicamente tenderán a no acceder a su desarme arancelario en otros sectores económicos, mientras su sector primario sufra una competencia tan desajustada a los principios básicos del comercio internacional.

El primer paso para conseguir un desarrollo bien fundamentado, arranca en la consolidación de un sector primario competitivo que permita la estabilidad básica económica.

¿Pero cuales son los parámetros de partida en las negociaciones de Doha?

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AGRICULTURA

Aunque parezca mentira por su enorme influencia en las negociaciones, los intercambios internacionales de productos agrícolas apenas suponen un 8% del total del comercio mundial, lo que si bien en valores absolutos no es fundamental, dos aspectos sociales vienen a conferirle una importancia relativa muy elevada.

Por un lado, los agricultores de los países avanzados son un sector muy influyente en los comicios electorales de sus países, por lo que las medidas que les afectan son consideradas de alta sensibilidad por sus gobiernos.

Por otro, el 70% de las personas con menos recursos que habitan en el mundo, lo hacen en zonas rurales directamente afectadas por las medidas que se debaten en la ronda.

Ahora bien, en Doha se ha abandonado el sistema de reducciones medias de los aranceles a los productos agrícolas, lo que permitía aplicar elevados porcentajes a los productos que cada país consideraba pertinente, siempre que el tipo medio no rebasase la cifra estipulada. Hoy en día la propuesta se basa en bandas arancelarias, de tal manera que dentro de estas, los aranceles más elevados sufrirán un recorte más acusado que los bajos. Como entenderán, es un paso hacia la supresión de prácticas desleales, dirigidas fundamentalmente hacia los productos de los países en desarrollo.

Otro dato importante se refiere a las subvenciones a la exportación. La propuesta que actualmente está sobre la mesa permitirá su total eliminación en el año 2013, en un claro avance hacia la eliminación de distorsiones al comercio. Pero igualmente se abordan otro tipo de modelos distorsionadores, mediante la aplicación de nuevas reglas en su funcionamiento a los créditos a la exportación, a la ayuda alimentaria y a las empresas estatales.

PESCA

En este apartado, la actual ronda aborda por primera vez las subvenciones que recibe la industria pesquera. Aunque no existen negociaciones previas al respecto, las propuestas se basan en la demanda de los países menos desarrollados (donde se ubican los principales caladeros de la actualidad) por conseguir un sistema de pesca más equitativo entre quien pone los recursos y quienes los explotan. Además, en el ambiente existe la creencia de que no se puede seguir subvencionando al ritmo actual las capturas pesqueras, puesto que terminarán por sobreexplotar todos los caladeros.

INDUSTRIA

Este capítulo representa más del 90% de los intercambios comerciales en la actualidad, por lo que los debates entorno a los productos manufacturados, en valor absoluto, tienen una importancia de primer orden para todos.

Al igual que ocurre con la agricultura, se abandona el sistema de rebajas arancelarias medias vigente en el GATT. Este sistema permitía la aplicación de las llamadas crestas arancelarias a los productos que cada país estimaba oportuno, siempre y cuando respetase la reducción media. Lógicamente, éste modelo perjudicaba a las manufacturas más competitivas de los países en desarrollo (por ejemplo textil y cuero), por lo que su eliminación promoverá una mayor transparencia y convertirá el comercio de bienes industriales en una oportunidad para incrementar el comercio norte-sur, en ambos sentidos. Los productos de los países avanzados que resulten más competitivos verán facilitado su comercio en los países emergentes, pero inversamente ocurrirá lo mismo con los de aquellos.

Avanzar en el desarme arancelario permite incrementar el volumen del comercio internacional

No debemos olvidar tampoco que los productos manufacturados representan más de las tres cuartas partes del volumen total del comercio que realizan los países en desarrollo con terceros, pero además, el 75% de los derechos aduaneros que pagan los países en desarrollo se abonan entre ellos, dentro del denominado comercio sur-sur. Es evidente que la reducción de aranceles tendrá un efecto beneficioso para sus economías.

fotoLos acuerdos del GATT permitían igualmente la aplicación de sistemas de progresividad arancelaria, de tal manera que aunque el arancel medio estuviese dentro de los límites, con la aplicación de los mecanismos de progresividad se penalizaba abiertamente el aumento de importaciones de países terceros.

En la ronda de Doha se propone una reducción de los aranceles conforme a una metodología por la que los tipos más elevados sufrirán mayores recortes que los más bajos. También aportará mayor previsibilidad y transparencia al aumentar el número de aranceles sujetos a consolidación, es decir, a un tope máximo. En el caso de los países avanzados el porcentaje de aranceles consolidados llegará al 100%, mientras que en el resto de países alcanzará el 99,7%, en base a respetar transitoriamente ciertos productos.

Definitivamente, avanzar en el desarme arancelario permite incrementar el volumen del comercio internacional, y con salvaguardas transitorias para determinadas líneas industriales de los países en desarrollo, asegura que su tejido industrial básico tiene tiempo para adaptarse a la competencia.

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SERVICIOS

Aunque éste capitulo se enmarcaba dentro de la segunda fase de negociaciones planificada en Hong Kong, se había previsto consolidar las condiciones de acceso existentes en cuanto al comercio transfronterizo, mejoras en el transporte, en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones, en la banca y en los seguros, dado que cualquier economía que pretenda ser competitiva ha de basarse en unos servicios eficientes.

Lamentablemente nada se ha conseguido avanzar en este tema.

NORMAS PARA FACILITAR EL COMERCIO

La ronda tiene planteada la reforma de las normas que regulan los procedimientos aduaneros, así como las medidas antidumping.

Posiblemente el más importante de estos dos aspectos, sea el que se refiere a la modernización y reforma de los procedimientos aduaneros de los países en desarrollo. Tengan ustedes en cuenta que una reducción de las barreras arancelarias y a la libre circulación, junto con una mayor eficiencia en el transporte, pueden generar un incremento en el ingreso por tasas aduaneras del 20%, aún disminuyendo el tipo nominal.

Para que se hagan una idea, los trámites que requiere la exportación de un contenedor en un puerto europeo apenas supera las dos horas. Ese mismo contenedor puede tardar cerca de un mes en abandonar un puerto del
África subsahariana. ¿Se imaginan que intrincado calvario debe padecer el productor local durante ese largo mes para conseguir exportar su producción?

Recordar el compromiso de los países desarrollados con el progreso económico mundial, y en particular con el de los países más atrasados, para lo que se hace necesario desvincular definitivamente las subvenciones agrícolas de la producción

Bien, para paliar éste estado de cosas, la OMC propone la aplicación de modernas normas aduaneras a los países en desarrollo que se vean afectados por estas disfunciones, mediante el apoyo financiero y técnico para su implantación y lucha contra la corrupción.

Si las proyecciones a nivel mundial hablan de un 2% del valor del comercio mundial (unos 300.000 millones de dólares anuales), el incremento de las transacciones que un sistema más eficiente procuraría, en el caso del continente africano se calcula que su tejido productivo sería capaz de incrementar por sí mismo un 8% adicional el PIB en los próximos diez años, duplicando los ingresos que anualmente reciben en forma de ayuda oficial al desarrollo.

Esta es una medida clara, concreta y neta de apoyar su desarrollo.

En definitiva y como conclusiones para éste reportaje, al margen de resaltar la necesidad de alcanzar acuerdos que faciliten un incremento del volumen y la equidad en el comercio global, creo que merece la pena señalar fundamentalmente dos.

Por un lado recordar el compromiso de los países desarrollados con el progreso económico mundial, y en particular con el de los países más atrasados, para lo que se hace necesario desvincular definitivamente las subvenciones agrícolas de la producción, empleándolas alternativamente en el fomento de cultivos que no entren en colisión con los productos de éstos países. Por ejemplo plantaciones con destino a la elaboración de biocombustibles o a la restauración y cuidado del hábitat natural.

En segundo lugar, recordar al Director General de la OMC, señor Lamy, la necesidad urgente de reformar el funcionamiento interno de la organización, dotándola de un sistema más eficiente que recoja de forma democrática y proporcional, la representación de todos sus miembros. Si cree en estos principios y quiere que realmente éste organismo sea un vector en el progreso de la globalización, no le queda más remedio que apostar por ello.