No solamente los argumentos brotan aquí y allá en forma de bombas y decapitaciones, sino que algunos testimonios poco o nada conocidos, confirman la desesperanzadora impresión de que ese fanatismo no cambia con el tiempo. Pocos saben, por ejemplo, que Arthur Conan Doyle ademas de ser el creador del inmortal detective Sherlock Holmes, escribió una novela llamada LA TRAGEDIA DEL KOROSKO, en la que cuenta  cómo en 1895  un grupo de turistas occidentales que se solazaban en un crucero por el Nilo,  es secuestrado por integristas musulmanes que les dan a elegir entre abrazar la fe de Alá o el  degüello express. Anticipando las voladuras que los talibanes hicieron de representaciones humanas colosales en Afganistán, un personaje de esta curiosa novela expresa su temor de que los integristas, si tomaran el poder en Egipto, pudieran llegar a destruir monumentos como la esfinge de Gizeh.

Pero el islam  de un lado tiene motivos más que fundados para no estar muy feliz con los cristianos, y de otro puedo decir que es mucho más que kalasnikov y bombas.

En cuanto a lo primero, los musulmanes no sólo tuvieron que sufrir en su carne una oleada agresiva y no sé si justificada de cruzadas, sino que los ejércitos cruzados estaban integrados preferentemente por hordas de fanáticos y no precisamente muy ilustrados campesinos que, aparte de  saquear, destruir y asesinar incluso a las comunidades cristianos allá por donde pasaban, iban en volandas de un entusiasmo descerebrado sin  planificación ni  logística, hasta el extremo de que cuando  aquellos lerdos empezaron a desfallecer de hambre, sucedió ni más ni menos que esto que cuenta Amin Maalouf en su libro Las cruzadas vistas por los árabes: “en Maarat, los nuestros cocían a paganos adultos en las cazuelas, ensartaban a niños en los espetones y se los comían asados.” Así pues, la historia enseña que a nuestros hermanos musulmanes, hijos de Dios lo mismo que nosotros, los cristianos aparte de invadirlos, masacrarlos, destruirlos y como meros asados o cocidos, no les hemos hecho nada malo.

Cuando el idiota/alcoholico jorgete Bush anunció una cruzada en Irak, estaba metiendo el dedo en el ojo al mundo musulmán aún sin disparar un solo tiro, y dio una lección magistral de por qué  los zoquetes  no deberían  gobernar el mundo.

En cuanto a lo segundo, tengo dos amigos que se convirtieron recientemente al Islam atraídos por la mística sufí. Manolo Conesa (ahora Yusuf) y Guillermo Labarga (ahora Sayfudin).  Uno de los ratos más deliciosos que recuerdo,  lo pasé bebiendo té en el pub Coyote, de Cartagena, con mis amigos musulmanes. Empezó como la típica charla sobre el deber ser y pronto derivó hacia los grandes maestros sufíes. Yusuf  se había convertido después de conocer en Chipre al maestro con ganas de santo  Mawlana. En aquella conversación se refirió al episodio de los mineros de Chile atrapados en la mina. En su encierro vieron allí, con ellos, al propio Mawlana. Y Mawlana les llevó aire para que pudieran respirar. Era un aire tan puro que cuando  desde arriba consiguieron por fin hacerles llegar una sonda, lo que respiraron les pareció pobre y corrompido. El episodio debe ser cierto, puesto que una vez que terminó todo, los mineros  viajaron a Chipre a visitar al santo.

Fragmento de entrevista en la CNN:

ENTREVISTADOR: ¿Por qué los mineros vienen a verlo?

MAULANA: No es fácil explicar los asuntos espirituales, porque hay que tener fe para entender estas cuestiones. Tal vez algunos de ellos me habían visto en las minas, mientras que otros pueden haber soñado conmigo. Incluso si yo te digo, que yo estaba en la mina desde el primer día que se produjo el accidente, ¿que creeria usted? ¿los oyentes me creen? Es la voluntad de Dios, así que ¿cómo puede alguien decir: “Eso es imposible!” La gente del siglo 21 no tienen fe, rechazan la espiritualidad, sin embargo, no puede explicar cómo entré en contacto con los mineros debajo de la superficie de la tierra . Desde el punto de vista filosófico material esto no puede ser explicado o entendido.

Otro maestro muy querido es Ahmad Dede Pattisahusiwa, un malayo que se gana la vida  reparando tejados en Holanda. En cierta ocasión le permitieron celebrar con sus adeptos una ceremonia en el atrio de un convento en algún lugar de Suecia. Las monjas se encontraban en los voladizos del piso superior, contemplando el insólito espectáculo. Una de ellas también tenía fama de santa, o al menos de sensible. Mientras mantenía los ojos fijos en Ahmad, dijo: -Nunca había visto tal concentración de ángeles alrededor de una persona.

Justo ayer mantuve una reunión de vecinos en Calblanque, en Cartagena, para organizar una más de esas luchas de los humildes con el corazón oprimido contra poderosos con un espacio vacío dentro del pecho. Es Sayfudin el que coordina a estos vecinos. Al terminar me cogió en un aparte y me trasladó un mensaje que Mawlana le había dado a Yusuf  para mí, lo que me sorprendió. El mensaje es “que mi guía está conmigo y no sólo para esto”.

Resulta  ya de por sí insólito que  Mawlana se interese por un cristiano del que yo creía  que no sabía nada, pero lo es mucho más si tenemos en cuenta que el santo cruzó al otro lado hace unos pocos años.