Prácticamente todos los días llegan uno o dos aviones cargados de deportados de los Estados Unidos a la Terminal que la Fuerza Aérea Guatemalteca tiene en el Aeropuerto Internacional de La Aurora en la Ciudad de Guatemala. Cargados de hombres y mujeres cuyas esperanzas y anhelos se han visto truncados repentinamente por una detención de los agentes migratorios norteamericanos, estos aviones no tienen señales exteriores que les identifiquen. Son completamente blancos, color que oculta el hecho de que su carga está constituida por centroamericanos encadenados de pies y manos, que llegan a sus países de origen indignados por el trato recibido durante el vuelo y durante los largos meses de detención en diversas cárceles para indocumentados.

“Estuvimos toda la noche anterior al vuelo encadenados. Incluso para ir al baño nos mantenían con las cadenas”, comenta indignado Rubén Garrido, quién trabajó durante 7 años como soldador en Minnesota. También se queja de que “estuve detenido durante un mes antes de deportarme y pasé por cuatro cárceles distintas. Además, mi esposa estaba conmigo pero al final nos separaron y ahora se quedó allá detenida”. Luís Luz, que estuvo durante 9 años trabajando en el sector de la construcción en Nueva York, Pennsylvania y Louisiana, también nos cuenta el tipo de trato que reciben los indocumentados por parte de las autoridades migratorias de Estados Unidos: “durante los cuatro meses que pasé detenido la comida era como la que se da a los animales. Las zanahorias, lechugas y otros vegetales estaban enteros, sin cortar y los huevos parecían de chicle”.

[“Estuvimos toda la noche anterior al vuelo encadenados”]

Los aviones alquilados por las autoridades de migración norteamericanas son utilizados, normalmente, para deportar simultáneamente a guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y nicaragüenses. Así, el aparato va realizando una ruta por todos esos países para dejar a los nacionales de cada uno de ellos en los aeropuertos correspondientes, en manos de las autoridades migratorias centroamericanas. Esto hace que los vuelos sean largos y pesados, por las dilaciones que se producen en cada país a raíz de los trámites burocráticos para que puedan desembarcar los ilegales y por el calor que suele hacer durante estos vuelos.

Las cifras de deportados alcanzan máximos históricos

Según la Dirección General de Migración de Guatemala, durante el año 2007 el número de nacionales deportados desde los Estados Unidos alcanzó el máximo histórico. Unos 23.000 fueron expulsados vía aérea y unos 37.000 lo fueron por vía terrestre. Estos últimos fueron deportados desde México, fundamentalmente, siguiendo las directrices dadas por el país del norte a este último. Podemos comparar estas cifras con las de deportados el año anterior por vía aérea que fue de 18.300, cantidad un 30% menor.


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Aproximadamente el 13% de los deportados fueron mujeres durante el 2007, mientras que los menores de edad constituyeron el 9%. Además, el 17% de ellos habrían cometido algún tipo de delito según las leyes de Estados Unidos, incluyendo en esta categoría las infracciones de tráfico.

Todo esto no hace más que reflejar la nueva política migratoria norteamericana en la que prevalece la represión contra las extranjeros en vez de la integración. El número de deportaciones hacia todos los países de procedencia ha crecido exponencialmente durante el segundo mandato del Presidente George W. Bush impulsadas por una opinión pública especialmente sensible al tema migratorio. Muchos estados de la Unión Americana han aprobado legislaciones restrictivas en cuanto al alquiler de viviendas, el trabajo, las licencias de conducir vehículos, etc. Además, las redadas de las autoridades migratorias han crecido enormemente con el resultado anteriormente descrito.

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Una simple infracción de tráfico puede llevar a la expulsión

Normalmente, los indocumentados son detenidos al cometer una infracción de tráfico, o simplemente, mientras caminan por la calle o están en sus lugares de trabajo. También hay muchos casos de denuncias de vecinos de raza blanca hacia los inmigrantes, lo que desencadena la temida visita de los funcionarios migratorios. Por ejemplo, Elmer Ramos, de 21 años, trabajó por tres años en la construcción en Charlotte, capital de Carolina del Norte, y fue detenido por “manejar sin licencia”. Después de esta detención “pasé cinco meses en diferentes cárceles en condiciones malísimas hasta que me enviaron a Guatemala”.

[Unos 125 mil ciudadanos guatemaltecos emigra cada año]

En muchos casos retornan a sus propios países y son también indocumentados allí, ya que se marcharon al norte siendo menores de edad y, por lo tanto, no tenían documentos de identificación. Armando Granados, de 40 años, afirma que “estuve 12 años en México y 13 en Estados Unidos donde trabajé de agricultor en California. Como salí de Guatemala a los 15 años ahora no tengo Cédula de Vecindad para identificarme”.

La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) estima que alrededor de un millón doscientos mil guatemaltecos son inmigrantes radicados en el extranjero. De ellos, el 90% estaría en los Estados Unidos, y de este porcentaje, el 60% estaría indocumentado. Por otro lado, la Mesa Nacional para las Migraciones en Guatemala (MENAMIG) calcula que unos 125 mil ciudadanos guatemaltecos emigra cada año, pero sólo el 20% de ellos alcanzaría el sueño americano. El 80% restante sería detenido en las fronteras entre Guatemala y México o entre México y Estados Unidos, o bien, en el interior de México.

500 muertos y abusos de todo tipo

La MENAMIG también ha dado a conocer el 18 de diciembre pasado, con motivo del Día Internacional de las Migraciones, que el número de guatemaltecos muertos en su intento de llegar al norte fue de unos 500 en el año 2007. Esta cifra se incrementa año con año. La mayoría fallecen al naufragar las frágiles embarcaciones en las que se dirigían hacia México a través de océano Pacífico. Esta ruta marítima ha aumentado en los últimos años sus adeptos debido al incremento de los controles terrestres contra los inmigrantes, con el consiguiente incremento en el número de víctimas mortales entre ellos.


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Además, los inmigrantes que viajan a través de México están expuestos a abusos sexuales, especialmente las mujeres, extorsiones y solicitud de rescates a familiares. Los organizaciones de migrantes consideran que todos estos problemas son consecuencia de una falta de cabildeo eficiente por parte de los sucesivos gobiernos de Guatemala. Por ello, esperan que, con el nuevo gobierno surgido de las elecciones presidenciales del pasado 4 de noviembre de 2007, la situación mejore debido al supuesto sesgo socialdemócrata del presidente electo Álvaro Colom Caballeros de la Unidad Nacional de la Esperanza.

Uno de los problemas con los que se encuentran los guatemaltecos en su viaje hacia el norte o durante su estadía en aquel país, es la escasez y la completa ineficacia de los consulados de Guatemala en la defensa de los derechos de sus conciudadanos. “Los consulados no hacen nada. Sólo escuchan lo que decimos por teléfono y luego nos cuelgan sin darnos ninguna solución”, cuenta Óscar López, natural del departamento de Jalapa, en el oriente de la República de Guatemala, y que trabajó en Nebraska en un matadero de animales. “La gente quiere volverse a su país porque allí se vive a la deriva ya que el día que les da la gana te sacan”, nos dice con un evidente enojo.

Pese al incremento de las deportaciones, las remesas que son enviadas por los inmigrantes a sus familiares han registrado un constante crecimiento en los últimos años. Mientras en 2005 la cifra de las remesas alcanzó los 2.992,82 millones de dólares, en el 2006, esta cantidad subió a los 3.609,81 millones de dólares. Las cifras del 2007 se espera que superen esta cantidad en un 15%, aproximadamente, según estimaciones del Banco de Guatemala.

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La cara y la cruz de la moneda

Los propios deportados, al llegar a su tierra, tienen reacciones dispares, según que sientan que su experiencia ha sido en baldío, por no haber podido ahorrar suficiente dinero, o que, por el contrario, sientan que consiguieron una cantidad suficiente para comenzar una nueva vida más holgada que cuando se marcharon. Lucas Pu sólo pudo permanecer en Estados Unidos durante dos años trabajando en un matadero de reses y, por ello, “vengo con muy poco dinero, pero a pesar de ello, no pienso volver allí porque no quiero pasar otra vez una experiencia tan mala como esta”. Por el contrario, Ramiro López afirma que, después de laborar durante 4 años como operario de maquinaria de construcción en Orlando, Florida, “he vuelto con 76 mil dólares con los que compraré una casa y un taxi para trabajar en la Ciudad de Guatemala”.



España: ¿futuro destino de los centroamericanos?

Una consecuencia de esta represión ejercida por Estados Unidos contra los inmigrantes centroamericanos es la creciente orientación de sus viajes hacia Europa, especialmente España, donde esperan que las trabas sean menores. Tradicionalmente la inmigración latinoamericana en España procedía de Sudamérica, pero el número de nicaragüenses y guatemaltecos que arriban a sus fronteras se ha incrementado notablemente durante los dos últimos años. Esta tendencia es de suponer que continúe en los próximos años si la política migratoria de Estados Unidos no cambia substancialmente y si, en particular, no se aprueba la reforma migratoria reclamada por los empresarios norteamericanos para poder hacer frente a la escasez de mano de obra en numerosos sectores económicos.

Sin embargo, la mejor solución a la migración de la población guatemalteca, como la del resto de Centroamérica, hacia el norte, sería la implementación de auténticas políticas de desarrollo social en estos países que hiciesen innecesaria, en un tiempo prudencial, la salida de los pobladores de sus comunidades de origen por razones económicas. Actualmente, esas políticas tiene un carácter muy débil y, en el caso de Guatemala, son prácticamente inexistentes por la continua sucesión de gobiernos neoliberales que no han hecho de la inversión social una de sus prioridades.