Si el presente artículo de “Los lunes malditos”, aparece en miércoles no hay que atribuirlo a un error de calendario si no a una razón de relajamiento literario para disfrutar de una espléndida isla como es Tenerife. Como les comentaba tuve que desplazarme – volar en todos los sentidos – para un encuentro literario que tuvo la virtud de enamorar. Y no únicamente por compartir con todas las escritoras y escritores que allí nos congregamos y que nos sirvió para confirmar ese lazo de “locura ideal” que nos une; si no para comprobar que tantas  fantasías juntas hacen ver una realidad posible y necesaria, la paz interior.

La paz como equilibrio con nuestro entorno, como una forma de ver la vida; la paz íntima y la participada. Esa necesidad latente de armonizar nuestros deseos, de hacernos dichosos a nosotros mismos y así poder transmitir buenas sensaciones a los demás. Como la de agradecer a  la alcaldesa Carmen Luisa y a Lola, concejala de cultura, el ser unas excelentes anfitrionas.

De este encuentro salimos todos reforzados por poder compartir con las gentes de Güímar, sobre todo con los más jóvenes en varios de sus institutos, tratando de que entre aquellos oyentes interesados en las lides de la literatura, surjan nuevas voces y nuevos lectores y, ese es mi deseo, nuevas escritoras y escritores y que un día recuerden aquella charla. Pero, sobre todo, sentirnos libres y entre amigos.

Una de las razones fue la de alojarnos en el Hotel Rural la Raya, desde el que se domina  parte del entorno tinerfeño. Un paisaje tranquilo, de horizontes cercanos y con vistas al Atlántico africano. Mágico en muchos sentidos, sobre todo gracias a Rosa y Gustavo, sus administradores y a su personal, en particular a Judith, la alegría convertida en sonrisa, y a Romina, por sus excelencias culinarias, más que recomendables. En resumen, un lugar donde la vida se disfruta y donde los sentidos toman todo su carácter.

Unos días bellos para repetir y que he querido compartir con todos mis lectores. Al regreso uno se siente más realizado y convencido de que, para alguien, su paz empezó en Güímar.

Congreso Nacional de Literatura en Güímar.