El pasado fin de semana escuché, y disfruté, a Leila Nachawati, una fantástica mujer que fluía hacia los que le escuchábamos, con una especial facilidad. Me dejó con una pregunta, en continuo pensamiento, que no he logrado despejar. Leila es una activista, en la red, que muchos conocimos en la primavera árabe. Hispano-Siria tiene parte de su familia esta, Siria. Nos contaba como era relativamente sencillo conseguir un gran impacto en la red ante un hecho como es la muerte de una persona. Luego nos dejó una pregunta y una reflexión. Ambas me siguen acompañando desde ese día.

¿Cómo podemos conseguir ese mismo impacto o más cuando día tras día, cada uno de ellos, tenemos 169 muertos en Siria? Ninguno supimos contestar a su pregunta.

Partiendo de esta pregunta Leila reflexionaba sobre un efecto perverso, la elevación del nivel de tolerancia de las personas que recibimos esta información cada día. Si 169 muertos cada día los estamos asumiendo ¿Cuál será el número de personas que toleraremos al siguiente sanguinario que campe por el mundo?

¡¡QUE DOLOR!!

Que fácil es hacer un clic en ese correo que nos llega de Avaaz denunciando aquello que para nosotros no es correcto o queremos gritar. No cuestiono la utilidad de ese clic que lo ha sido tantas veces, pero sí me pregunto

¿Cómo hemos de pasar del clic a los hechos?

Desde el sillón o la mesa de trabajo todo es distante y fácil pero no es así como lo tienen las personas. Tenemos que seguir avanzando y sin abandonar el clic, también hemos de comprometernos con hechos.

Las palabras se las lleva el viento, se dice en la calle. Son sufridas, no muestran, carecen de concreción y nunca nos traen una sonrisa como la que vivimos cuando somos. Sin embargo todo está en nuestras manos, no tenemos más que poner manos a la obra y saltar del clic hacia un mundo, en parte desconocido, que alberga aventuras y razones para ser.

Necesitamos más aventureros porque ellos nos traerán el cambio real. Necesitamos muchos más hechos que fuercen otra realidad.

Por NITTÚA, Raúl Contreras y Núria González

 

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