Se plantean distintas razones para justificar esta actuación, desde procurar una mayor eficacia en la gestión hasta dotar de verdadero poder a los centros, cuando lo que subyace en el fondo son criterios neoliberales que se están imponiendo, creando unas condiciones de mercado que favorezca sobre todo la competitividad y la supuesta eficacia en los centros educativos. El discurso para justificar este tipo de actuaciones se basa en la complejidad de los nuevos centros, la caída de la natalidad y, por tanto, de la demanda de escolaridad, y en las nuevas demandas de la sociedad, que establece una relación distinta con la escuela demandándole una serie de servicios que en este contexto dicen que no se pueden ofrecer.

Lo que ya no merece ninguna duda es que con estas medidas se va trasladando los modos de funcionamiento neoliberal de la economía a la educación, iniciándose una privatización encubierta de lo público. Cada vez más el Estado y las Administraciones Educativas van dejando más competencias educativas en los centros y en la sociedad, dejando de intervenir directamente para compensar desigualdades estructurar un sistema de equidad para todos.

La situación de las fuerzas del mercado en la educación en España

Poniendo como ejemplo el caso de España, brevemente comento los rasgos esenciales de las tres vías de escolarización en nuestro país como una muestra del proceso que se lleva a cabo en todos los países.

Escuela Pública

La Escuela pública se caracteriza en primer lugar por disponer de una participación democrática en la dirección y gestión de los centros, en donde el consejo escolar, órgano compuesto por representantes de toda la comunidad escolar y elegidos democráticamente -padres, profesores, alumnos, personal no docente y concejal del ayuntamiento-, es el que tiene todo el poder de las grandes decisiones que se toman en el centro.

La autonomía en cuanto a las finanzas y al funcionamiento es bastante reducida, en parte porque la disponibilidad presupuestaria que se recibe alcanza justo para el funcionamiento del centro. Existe un control por parte del Estado, ya por el propio Ministerio o por las Consejerías correspondientes de las Administraciones autonómicas. Este control no solamente se proyecta sobre los elementos esenciales del currículum que los alumnos deben cursar, sino también sobre los horarios, funcionamiento…

No existe un tipo de competición declarado entre las escuelas públicas. Hay una estructura de mercado ya estable y definido en cada grupo de escuelas. Los padres tienen libertad para elegir el colegio que crean oportuno para sus hijos, pero hay unos criterios que aplican a todos ellos que condicionan totalmente esa elección, como son la proximidad del domicilio al centro escolar, los ingresos familiares y el número de hermanos que tiene escolarizados ya en el centro.

Escuela privada concertada -financiación del Estado-

La escuela privada concertada recibe una financiación del Estado digamos que total, ya que no pueden cobrar a sus alumnos absolutamente nada por la educación que reciben, siendo en principio gratuitas. Así, los profesores de estos centros reciben su sueldo directamente del Estado. Otra cuestión es que estos centros aprovechen las actividades extraescolares u otros servicios del centro para cobrar unas cantidades determinadas.

Su primer rasgo es también la participación democrática en la dirección y gestión de sus centros, pero sin las características de los colegios públicos. Disponen de autonomía tanto en el funcionamiento como en las finanzas del centro. El Estado aporta unas cantidades determinadas, pero después el centro puede buscar sus fórmulas de financiación y plasmarlas en el centro. Pueden contratar al profesorado, aunque siempre en el marco de un concurso público, por lo menos en teoría, y tienen libertad, dentro del currículum y de los parámetros normativos oficiales – horario, órganos participación…-, para decidir todo aquello que deseen en el funcionamiento del centro.

El colegio público recibe toda la población marginada de la zona, de tal modo que tiene casi el 85% de alumnos de familias marginadas, y el colegio privado recibe la población de un barrio cercano de clase media-baja

El control central por parte del Estado se reduce a que cumplan con lo mínimo exigido en cuanto a la admisión de alumnos, horarios, currículum, etc.., sin entrar en otras cuestiones. Por lo tanto, este control se puede considerar bastante flexible y reducido.

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En estos centros hasta estos momentos no ha habido una competitividad fuerte, sino una cierta relación de mercado, en parte porque hasta ahora no han tenido ningún problema de demanda de alumnos, sino al contrario exceso de demanda. El problema era cómo seleccionar, no buscar alumnado que deseen ir al colegio. En estos momentos empieza a resentirse la demanda -hay que tener en cuenta que la población en España está disminuyendo en los últimos año fuertemente-, por lo que estos centros se están empezando a plantearse actuaciones de marketing y entrar en un mercado en el que todos no pueden sobrevivir.

Los padres pueden elegir en principio estos centros en las mismas condiciones que los públicos, o sea según los criterios de proximidad del domicilio al centro escolar, ingresos familiares y número de hermanos que tiene escolarizados ya en el centro, pero en la realidad en muchas ocasiones no se cumplen. Ejemplos los tenemos en la realidad, así por ejemplo en una misma zona tenemos dos colegios distantes uno de otro unos 200 metros, uno privado religioso y otro público. El colegio público recibe toda la población marginada de la zona, de tal modo que tiene casi el 85% de alumnos de familias marginadas, y el colegio privado recibe la población de un barrio cercano de clase media-baja. Los criterios de admisión son los mismos, ¿Por qué se produce esa situación?

Escuela privada sin financiación del Estado

Las escuelas privadas sin financiación del Estado son las que entrarían totalmente en un sistema de mercado, diríamos que en estos momentos voraz. Son conscientes que tienen un alumnado determinado de clase media-alta y de clase alta -la selección la hace el propio dinero que deben pagar por su escolaridad- y que deben dirigirse a él para llenar sus colegios, con las consecuencias de que si no los llenan el colegio cierra. No hay otra posibilidad.

Estos centros disponen de libertad total para plantear la participación que deseen en sus centros, de tal modo que tenemos escuelas con una participación muy amplia, casi asamblearia, y otras con sistemas totalmente autoritarios y dictatoriales. Asimismo, tienen autonomía total para su financiación y funcionamiento, así como el control del Estado se reduce a que cumplan las mínimas normativas que existen en cuanto a currículum o titulación del profesorado.

La competitividad entre las escuelas es muy fuerte, desde anuncios en la televisión local hasta descuentos en otros servicios de la comunidad -tiendas… -, o sea todo tipo de actuaciones de marketing. Hay que tener en cuenta que las familias que pueden acceder a este tipo de centros son de un mismo estrato social, por lo que si la competición se produce entre estos centros solamente no se producen las consecuencias que una estructura global de mercado produce en una sociedad. Los padres, por lo tanto, eligen centro con total libertad, según las leyes del mercado, según la oferta interese o no a sus expectativas. No hay ningún criterio que no sean los derechos expresados en la Constitución, como no aceptar a un alumno por el color de la piel o creencias religiosas.

La elección de centro: ¿Público o privado?

Dejaremos de lado la dicotomía colegio público-privado con toda la historia que esta discusión ha llevado en España en el último siglo, donde la defensa de la escuela pública ha estado ligada a planteamientos progresistas y de los partidos políticos de izquierda, y la escuela privada ha estado asociada a planteamientos conservadores y, sobre todo, a la iglesia católica. Esto no quiere decir que no entremos en esta realidad, ya que en España en la enseñanza obligatoria gratuita la elección de los padres se reduce a esos dos modelos.

Nos encontramos con un dato objetivo y muy importante, como es que la enseñanza privada en España sigue siendo más demandada por los padres que la pública

En el fondo de la cuestión lo que se discute en España es el monopolio público de la educación o el libremercado totalmente abierto. No debemos olvidar, ya que la historia está para recordar y aprender, que hemos tenido treinta y cinco años de dictadura -desde 1939 hasta 1975- en los que se podría afirmar que hubo un “monopolio privado” de la educación con el consentimiento y respaldo del Estado, en cuanto le servía de control y mantenimiento de su ideología. Ideas como el nacionalismo exacerbado -concepto de patria-, la identificación de lo nacional con lo católico, la sacralización del poder absoluto, la concepción jerárquica y autoritaria de la realidad social y política -elitismo, aristocratismo, militarismo…-, legitimación de la desigualdad social legitimada por la religión, valoración de la familia burguesa tradicional y patriarcal, el valor de la unidad del territorio , debían ser transmitidas y asumidas por las nuevas generaciones, y para eso que mejor que contar con la enseñanza privada religiosa, que en esta época ha conocido todo su esplendor. Esta es la herencia que hemos recibido, y, por lo tanto, es necesario conocerlo porque incide totalmente en la situación actual, ya que durante 35 años varias generaciones han sido educadas en ese contexto.

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Nos encontramos con un dato objetivo y muy importante, como es que la enseñanza privada en España sigue siendo más demandada por los padres que la pública. Podríamos dejar este dato objetivo sin analizarlo, es lo que hacen sectores conservadores interesados en la defensa y mantenimiento de la enseñanza privada. En cualquier caso, es una realidad incontestable y como tal hay que asumirla. Otra cuestión será que haya que aceptarla y que no haya que mejorarla o cambiarla. Nosotros no debemos pasar por alto un análisis más serio y profundo. Debemos insistir en la idea de que estamos “viviendo la historia” y que en la cultura de la sociedad sigue perviviendo la idea de que la enseñanza privada es “mejor” -“mejor” está asociado a ideas como disciplina, atención, nivel educativo,…- globalmente que la pública. No debemos olvidar que en España tradicionalmente la enseñanza pública ha cubierto todas las necesidades de la población obrera y marginada, y la enseñanza privada ha cubierto las necesidades de las clases medias y detentadoras del poder.

Los padres no desean esencialmente una enseñanza religiosa sino buscan otros aspectos como mejores instalaciones, disciplina, mayor presión académica hacia los alumnos, más atención y protección hacia los alumnos

No nos engañemos, defender el libremercado en la educación en España es defender la enseñanza privada. Argumentos como que la ausencia de beneficios o pérdidas por parte del colegio, ya que dispone de una financiación pública siempre segura, no motiva ni al profesorado ni al equipo directivo para mejorar la escuela; que la financiación pública continuada no está unida a una satisfacción de los padres, o sea los clientes de esa educación; que esta financiación favorece el despilfarro e inhibe la responsabilidad de los padres; que este sistema elimina la capacidad de elegir de los padres, ya que en principio deben ir al colegio más próximo, negándoles la posibilidad de elegir otro colegio que mejor responda a sus expectativas; son utilizados no solamente en España sino también en el ámbito occidental para criticar cualquier sistema de enseñanza pública coherentemente estructurada. Y como base de estos argumentos exponen la demanda de los padres, que se inclinan por la enseñanza privada.

En esta línea, los defensores de la elección según el mercado plantean como idea clave que la competencia entre los centros evitaría esas situaciones, ya que a los profesores y equipo directivo deberían tener como parámetro esencial el satisfacer a sus clientes – padres y alumnos- , lo que ocasionaría que aquellos centros que “funcionaran bien” -es muy discutible este concepto- se mantendrían y desarrollarían, y los que no respondieran a estas expectativas irían desapareciendo, lo que sería una selección natural.

Esto puede tener unas consecuencias dramáticas, como sería la muerte de la escuela pública como referente educativo, ya que parte de una situación de partida muy diferente a la privada, no solamente en cuanto a instalaciones sino también desde el contexto sociocultural en el que nos movemos. Por esta razón, nos parece muy importante dejar claro que, aunque la demanda de enseñanza por parte de los padres hacia la privada sea mayor, esto hay que entenderlo en el contexto sociocultural y económico que ha vivido España durante muchos años, ya que los padres no desean esencialmente una enseñanza religiosa sino buscan otros aspectos como mejores instalaciones, disciplina, mayor presión académica hacia los alumnos, más atención y protección hacia los alumnos.

Referencia bibliográfica

BERNAL, J.L (2005): Parental choice, social class and market forces: A result of privatization of public services in education. Journal of Education Policy, 20,6: 779-793.