Nunca pude imaginarme años atrás, cuando siendo adolescente leía el fascinante a la vez que durísimo libro del único premio Nóbel de literatura yugoslavo, Ivo Andrich, que pasado algún tiempo yo misma me encontraría en Visegrad y sería testigo, al igual que el puente, de un trocito de la historia más reciente y a la vez más vergonzosa de nuestro viejo continente.

Pero el destino, caprichoso como le corresponde, o quizás no tanto si es que no confiáis como yo en el azar sino en la mano invisible que guía y conecta los acontecimientos de toda nuestra vida, quiso que mi primera misión en el extranjero con un
Organismo Internacional fuera en Bosnia. Y precisamente “observando y supervisando” junto con mi compañero de lecturas juveniles, los procesos electorales que en aquel entonces trataban de organizar una recién estrenada gobernabilidad, y por encima de todo sintiendo juntos a flor de piedra y de piel respectivamente, los odios y desconfianzas que la guerra de los Balcanes fomentó entre los habitantes de la ya extinta Yugoslavia.

Tan cercana geográficamente a la propia España y tan lejos paradójicamente en su entendimiento y reacción por la potencias occidentales

Y es que… me perdonáis este inciso, pero ahora que recapacito, parte de mi vida ha estado guiada por la literatura que siempre me ha alimentado como ávida lectora, y resulta curioso ahora recordar que antes también de imaginar siquiera mi participación en esta misión, cayó en mis manos el libro de José María Mendiluce “El Amor Armado”. En él, quien en su momento fue representante del ACNUR en Sarajevo, un claro defensor del uso de la fuerza para la resolución del conflicto y adalid en hablar claramente de “limpieza étnica de los serbios” contra el pueblo bosnio cuando pocos se atrevían a hacerlo, relata en parte de sus capítulos su rabia y desesperación frente a la indiferencia de occidente. Y ejemplo de ese Karma que digo guía al menos mi vida, me asignan de traductor en esta misión de Bosnia a un colega local que trabajó con el equipo de Mendiluce. Y si aún dudáis del poder del karma, aquí van ¿”más casualidades”?. Un año después en 1998 a un mes escaso de iniciar mi primera misión de largo plazo en El Salvador como voluntaria de Naciones Unidas, pude transmitir en persona en una feria del libro de Madrid al hoy Eurodiputado Mendiluce, el mensaje y los recuerdos que aquel traductor me dio para él en Bosnia a pesar de que en su momento le explique con total convicción lo difícil que sería que una novata y aprendiz en este campo tuviera oportunidad alguna vez en la vida de coincidir con alguien de tan dilatada experiencia y renombre. Y más karma…. , Mendiluce también pasó una gran temporada de su existencia en Centroamérica y El Salvador, al cargo del famoso Programa PRODERE para los refugiados y desplazados centroamericanos de los años 80, con lo que en dicho encuentro también hablamos de su conocimiento de este querido continente.

fotoPero dejemos el karma y no empecemos a hablar de mis experiencias en mi querido, queridísimo El Salvador, pues no pararía, y éstas serán objeto de un próximo capítulo.

Por eso, volvamos de nuevo a la imagen del Puente sobre el río Drina.

El conflicto de los Balcanes es de tal complejidad en sus causas, sus actores, su desarrollo, resolución y consecuencias, que no pretendo de ninguna manera a través de este artículo ofrecer una versión más de las tantas oficiales, oficiosas o políticamente no correctas que diversos actores con mayor menor acierto, más o menos credibilidad y guiados por distintos intereses e ideologías, han vertido sobre esta guerra a las puertas del siglo XXI y en pleno corazón de la vieja Europa. Tan cercana geográficamente a la propia España y tan lejos paradójicamente en su entendimiento y reacción por la potencias occidentales. Por todos nosotros.

Lo realmente relevante para mí en este contexto es que durante más de tres años, desde Abril de 1992 en que se declara la guerra en Bosnia, aunque el detonante oficial fuese la declaración de independencia de Croacia y Eslovenia en 1991 y teniendo en cuenta que son muchas las voces que aducen causas que se remontan no solamente a la convivencia obligada entre muy diversas culturas durante años por la Dictadura del Mariscal Tito e incluso a siglos de múltiples conflictos étnicos, y hasta finales de 1995 en que se firman y ratifican los acuerdos de Dayton estableciéndose en el país dos entidades semi autónomas, la Federación de Bosnia y Herzegovina y la República Srpska, un número considerable de personas que según las fuentes oscila entre los 100.000 y 250.000 seres humanos perecieron, se produjeron más de 40,000 violaciones y hubo entre 1,8 y 2 millones de desplazados, miles de fosas comunes, campos de exterminio y atrocidades sin fin. Aún hoy 12 años después de finalizado el conflicto los nuevos descubrimientos de fosas, las detenciones y juicios del Tribunal de la Haya y las declaraciones de los protagonistas siguen poniéndonos un nudo en la garganta.

Los observadores de corta duración nos centrábamos trabajando por parejas con un colega de distinta nacionalidad a la nuestra

En resumen, un pedazo de historia, de vergonzosa historia, en la que una vez más nadie estuvimos a la altura de las circunstancias.

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fotoY fue en este contexto de reconstrucción de las instituciones, misiones de UNPROFOR, IFOR, SFOR (baile maldito de siglas ininteligibles y no entro en hasta que punto útiles o nefastas para dar nombre a las distintas fuerzas de pacificación y misiones de paz presentes en Bosnia), en el que se desarrolló mi primer contacto tan soñado en el terreno con las labores de los
Organismos Internacionales y en un campo casi desconocido como el de la asistencia técnica en misiones electorales ejerciendo observación y supervisión electoral.

Mi papel, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores Español y de la mano de la OSCE (Organización para la Cooperación y Seguridad en Europa), ser observadora electoral de corto plazo en Srpska Gorazde (uno de los “cinco enclaves protegidos” durante la guerra), y ejercer de Supervisora electoral de corto plazo en otro proceso electoral “out of the country” en Croacia, más en concreto en Dubrovnik.

Los observadores de corta duración nos centrábamos trabajando por parejas con un colega de distinta nacionalidad a la nuestra y con el acompañamiento de un interprete/traductor en la verificación del desarrollo del propio proceso electoral el día o los días de votación (normalmente un fin de semana) y el recuento de votos, monitoreando y tomando nota a través de los cuestionarios diseñados ad hoc por la organización de todo aquello que observamos (usando los ojos que no la boca, pues está terminantemente prohibido hablar, comentar o dar instrucciones) en seguimiento a los procesos establecidos por el Comité Electoral y desplazándonos entre diversos colegios electorales de la zona asignada durante los días de la elección , permaneciendo en el país un total de entre 7 y 20 días dependiendo de los casos.

La diferencia principal con el rol de supervisora electoral que desarrollé en Croacia estribó principalmente en que en este caso trabajé de forma individual y en lugar de visitar varios colegios electorales permanecí en un único colegio electoral asistiendo a la mesa y sus componentes, presidente, secretario, etc… en el cumplimiento del proceso electoral establecido. En este caso de la supervisión se goza de mayores atribuciones y responsabilidades, incluyendo tareas de asesoramiento y ahora sí con posibilidad de opinión y por supuesto acción frente a fallos detectados en el proceso de votación, conteo y registro de votos. El periodo de permanencia como supervisores es similar al de observador.

A diferencia del puente sobre el Drina, yo como ser humano, no estoy hecha de piedra y las huellas de esa vivencia sí dejan rastro

En ambos casos se recibe un curso de varios días de formación o “briefing” sobre el proceso y normas electorales, situación y partidos políticos, tareas a realizar, comportamiento recomendado y esperado, resolución de posibles conflictos, uso de radios motorolas, lenguaje y códigos de comunicación por radio, normas de seguridad, etc… y antes de la conclusión de la misión de una jornada de puesta en común de los resultados de la observación y/o la supervisión también denominada “debriefing” con representantes de la organización encargada de la misión.

fotoY allí en Bosnia, por tanto fui testigo mudo, nunca mejor dicho durante mi misión de observación, de múltiples experiencias que dejaron ya por siempre una huella indeleble en mi memoria y en mi corazón y que no hicieron más que reforzar mi deseo de vincularme definitivamente al trabajo en
Organismos Internacionales y enrolarme en posteriores misiones de Cooperación al Desarrollo y Ayuda Humanitaria.

Pero siempre se paga un precio, con gusto y que además engancha, pero un precio a fin de cuentas. Pues a diferencia del puente sobre el Drina, yo como ser humano, no estoy hecha de piedra y las huellas de esa vivencia sí dejan rastro. Influyen en las emociones, en tu forma de pensar y de actuar, te ayudan obviamente a diseñar una nueva escala de valores para tu vida y de enfrentar y reaccionar ante los problemas cotidianos de manera diferente. Ponen las cosas en su sitio. Cambias para siempre. ¡Y bendito cambio!

No olvidaré múltiples problemas que tuvimos que solventar como los continuas visitas a casa serbias junto con la policía local donde coincidiendo con la visita de autocares con ciudadanos Bosnios que venían a votar a un colegio de Spska Gorazde se emitían a través de megáfonos himnos nacionalistas serbios en clara amenaza y coacción a estos ciudadanos, las amenazas de bomba y desalojos que sufrimos en varios colegios electorales, la búsqueda contrarreloj de ciudadanos bosnios que saltándose las reglas fueron a visitar sus antiguas casa habitadas ahora por Serbios poniendo en grave riesgo y peligro su propia vida y por supuesto la sensación de tristeza que experimenté al sentir por primera vez el odio y el rencor en los ojos de la mesa electoral compuesta por ciudadanos Serbios cuando leían las papeletas del partido bosnio ganador.

Conocer que existe gente tan perversa como para crear bombas trampa, incluso dentro de muñecos o cajetillas de tabaco abandonadas

Experimenté por primera vez algo que luego se convertiría en habitual y cotidiano en otras misiones como el hablar por radio y en inglés. Al principio con temor y miles de equivocaciones, casi cómico. Luego con el paso de los años he llegado a considerar la radio como un apéndice natural que te salva la papeleta, la vida en muchos casos y es una herramienta vital para el trabajo. El ver tan de cerca los tanques y que éstos sean tu escolta permanente. Los cursos sobre los distintos tipos de bombas que podíamos encontrarnos, como reconocer un campo minado, conocer que existe gente tan perversa como para crear bombas trampa, incluso dentro de muñecos o cajetillas de tabaco abandonadas. La regla de no salir nunca del asfalto incluso aunque hubiera una necesidad humana mayor de orinar. Todo en asfalto, detrás del tanque o del coche, nunca en la cuneta. El incidente de tiroteo al coche de uno de los colegas españoles que afortunadamente no produjo víctimas, unicamente el susto.

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fotoLas imágenes de las casas destruidas, targets específicos y aislados en algunas poblaciones y total destrucción de poblaciones en otras, paisaje permanente en el viaje hacia Visegrad. La cantidad de cementerios a la entrada de Sarajevo. No importaba porque parte de la ciudad entraras, la ciudad en el valle, abajo, y en las alturas, tumbas, todas blancas, y más tumbas, impresionante. La visión de los edificios destruidos alrededor del Holiday Inn en Sarajevo, zona de permanente retransmisión en las noticias con imágenes de francotiradores durante la guerra. La visión de la biblioteca de Sarajevo destruida.

El tener que dormir en una habitación vigilada por la policía y con la urna sellada con los votos del día a los pies de tu cama. El frío intenso en la casa donde dormíamos en Dubrovnik a pesar de tener cristales en las ventanas pero mal ajustadas y con corrientes de aire en todos los lados. Del frío me dolía hasta el último cabello de la cabeza. Por la mañana bronquitis. Nada mejor que eso para ponerse en el lugar de los niños y bebés, de los adultos desplazados y refugiados que o dormían en tiendas o tenían plásticos del ACNUR por ventanas.

Pasar más de 12 días literalmente con lo puesto al perder todo el contingente de españoles nuestros equipajes en Bruselas en el tránsito que realizamos en el viaje de ida a la misión, y sin posibilidad de poder comprar nada. Eso me enseñó que todo es prescindible, que se puede pasar días y días sin nada, y que existe la solidaridad y la buena agente que lleva los problemas con humor y te apoya en la medida de lo posible. Eso te agudiza el ingenio y si soy sincera pasamos momentos inolvidables, irrepetibles, partidos de la risa debido a ese hecho. David, Carmen, Francisco, etc… mis colegas españoles de misión se acordarán de ello. De hecho aunque no nos hablemos durante tiempo basta mencionar “Pansion Majestic” en nuestros e-mails y ¡BINGO!, no hay que decir más. A todos nos viene a la memoria el hostal de mala muerte, la casa de Psicosis en la que tuvimos que dormir y que sorprendentemente tenía ropa en los armarios que tentados estuvimos de llevarnos en la situación en la que estábamos. Y es que como dice mi amigo David : “Cristina, es que hay Pansiones que no pueden olvidar”.

Este mundo, lejos de ideas románticas es como cualquier otro

Claro que también ese hecho puso de manifiesto que también en este ámbito existen impresentables y colegas poco colaboradores. Nos deis nada por descontado. Este mundo, lejos de ideas románticas es como cualquier otro. Aún recuerdo a mi colega Luís llamando a la puerta de mi habitación todas las mañanas en Visegrad para que le prestara un sencillo peine que afortunadamente llevaba yo en el bolso de mano, con las solapas de la chaqueta levantadas y pelado de frío, teniendo un compañero de observación Macedonio que lucia parcas diferentes cada día. En fin, allá cada uno con su conciencia.

A través del Ministerio de Asuntos Exteriores y en coordinación con organismos multilaterales como la OSCE, la ONU (Organización de Naciones Unidas), UE (Unión Europea), OEA (Organización de Estados Americanos) y la Organización de Estados Africanos se pueden conocer las misiones previstas y presentar las candidaturas para participar en alguna de estas misiones siempre que su cumplan los requisitos solicitados. Los roles a desempeñar como asistencia técnica en este tipo de misiones son mucho más que los dos mencionados , dependiendo del país y la misión electoral en concreto aumentando en esos casos el tiempo de duración de la misión que puede legar a varios meses, años y por supuesto con necesidad de expertos más cualificados y con mayor experiencia. El programa de Voluntarios de Naciones Unidas del que os hablaba en el capítulo anterior es también un socio importante en la selección de candidatos para misiones de Observación y monitoreo electoral a través de su Departamento del mismo nombre. De hecho un de los grandes hitos en la Historia de VNUs fue la selección de más de 500 voluntarios y voluntarias en apoyo al proceso electoral ( antes, durante y después) en East Timor. Si estáis interesados os animo a visitar las páginas Web de todos estos organismos.

Ojalá que para algunos de vosotros/as lectores y lectoras empedernidos el karma también funcione.