Según las estadísticas oficiales, solo el 3% de los océanos está protegido (UICN) y únicamente hemos explorado un 1% del fondo del mar (NOAA). Debemos reconocer humildemente que ignoramos la mayor parte de los procesos que se desarrollan en las profundidades oceánicas.

No obstante, la cuestión de la minería en aguas profundas es una de las prioridades de la estrategia Crecimiento Azul de la Comisión Europea. Las intenciones de la Comisión parecen incluso más preocupantes, dado que la explotación minera de los fondos marinos se describe como un componente clave para contribuir a la estrategia Europa 2020 mediante un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo.

Pero ¿cuánto le cuesta al medio ambiente?

Aunque, a diferencia de tierra firme, la minería no requiere la construcción de infraestructuras en el fondo marino, deja una huella permanente en el medio. La excavación industrial con maquinaria robótica extrae suelo y dañan a los organismos marinos. Además, los metales que se diseminan durante el proceso pueden penetrar fácilmente en los tejidos de los peces y contaminar la cadena alimentaria, afectándonos directamente.

La polémica sobre la pesca de profundidad ha revelado una actividad antieconómica y destructiva para el medio ambiente, y la minería en el fondo del mar parece igualmente perniciosa. De hecho, se sabe que el arrastre de profundidad por debajo de los 600 metros tiene efectos ambientales devastadores, pero los proyectos industriales de minería a gran escala transcurren a profundidades incluso mayores.

A día de hoy, aún no se han descubierto los recursos de las profundidades y los científicos conocen poco sobre las potenciales consecuencias de la actividad industrial para el fondo del mar: “Esto se debe tanto a la dificultad de modelizar todos los probables impactos de tales operaciones como al limitado conocimiento científico que hay sobre las comunidades biológicas de las profundidades y las especies que se encuentran en ello”, confirma el profesor Alex Rogers, de la Universidad de Oxford.

La escasez de materias primas en tierra firme, el alza de los precios y la creciente demanda mundial de metales son los principales factores que impulsan a la industria a buscar nuevas fuentes de suministro. Pero no tienen por qué venir del fondo marino. En realidad, estos materiales ya están en uso y las políticas de reciclaje efectivas podrían contribuir a alternativas más eficientes y sostenibles para evitar la minería de aguas profundas.

La Dirección General de Asuntos Marítimos y Pesca de la Comisión Europea ha lanzado una consulta pública sobre la explotación minera de los fondos marinos a modo de plataforma de debate abierto sobre el tema. Oceana invita a activistas, ciudadanos y empresas a enviar sus opiniones y alzar la voz contra la minería de aguas profundas.

La explotación minera del mar no es solo un asunto de economía e inversiones; al margen de la tecnología que exista, la aceptación social es clave. ¡Deja atrás la indiferencia, pasa a la acción y recuerda que “si mueren los océanos, morimos todos”!

Agata Mrowiec

oceana.org