La familia Lino

El que quiere ir a casa de la familia Lino tiene que meterse en una gondolina, y moverla con la ayuda de una cuerda para cruzar el río. La otra orilla se encuentra rodeada de árboles de cacao. Benigno Lino inspecciona junto a su hijo Cristel que tiene 14 años los frutos de cacao, son rojos y ya van pesando lo suyo. Los primeros ya se están tiñendo de naranja. “En dos semanas estarán”, dice Benigno, hablando para si. “entonces podremos empezar con la cosecha”. Hoy sólo toca quitar las malas hierbas. Padre e hijo se mueven con el machete entre los árboles y van quitando hierbajos que no tienen por qué estar allí, entre las hileras de árboles bien cuidadas.

La pequeña casita de los Lino está algo destartalada y se encuentra en medio de la plantación de cacao. Nueve personas de tres generaciones se refugian bajo el tejado de la casa al que no le vendría mal un arreglo. La vida transcurre sobre todo bajo el toldo de la cocina semiabierta. Aquí, Olga prepara en ollas enormes las comidas para toda la familia sobre el fuego abierto, mientras que los cuatro hijos más pequeños están jugando con los perros y las gallinas que picotean las sobras del suelo. Los Lino son una familia numerosa, alegre y contenta. La comida no falta en su mesa y todos los hijos están atendiendo al colegio. Para conseguir este relativo bienestar todos menos los cuatro hijos pequeños, están trabajando. Mientras que Benigno y sus dos hijos mayores se dedican sobre todo al cacao, su esposa Olga y Jessica, la hija mayor cultivan el huerto. “Tenemos este huerto gracias a la ayuda del programa de apoyo a las mujeres que gestiona la cooperativa”, nos cuenta Jessica.

Que cada mujer comience con la cría de cobayas

De cómo la gestión de un huerto ayuda a las mujeres, nos lo cuenta más despacio Evelyn Paucar Dabilar de la cooperativa Naranjillo. Es trabajadora social y responsable para el programa de familias. “Por lo general entre los campesinos es el hombre el que es responsable de las plantaciones y las mujeres tan sólo le ayudan. Esto convierte a las mujeres en meras auxiliares y no se les percibe como socias con los mismos derechos. Con el huerto las mujeres obtienen su propio campo de responsabilidad que además aporta a la economía familiar. Eso refuerza su posición.”

En la cooperativa Naranjillo comenzaron este programa gracias al dinero de la prima de Comercio Justo que les llega por estar trabajando con Fairtrade. Esta prima no llega a los productores como un mero sobreprecio sino que una parte siempre va a parar a proyectos e infraestructura de la que toda la comunidad  se beneficia.

Además Evelyn ha comenzado un proyecto nuevo con cobayas. Cada mujer va a recibir una pareja para comenzar con su propia cría. En Perú la cobaya es una importante fuente de carne y como tal se puede vender. Y de otro proyecto más Evelyn nos cuenta: “Organizamos regularmente talleres de artesanía local, en los que las mujeres producen piezas para venderlas”.

Los detalles de la organización los asumen las mismas mujeres. En cada pueblo hay un grupo con diversos comités que se reúne de forma regular y decide como poner en práctica las propuestas del programa de fomento para mujeres.

“La cooperativa nos dio unas gallinas. Con estas comenzamos una cría que a su vez nos dio el dinero necesario para comenzar un programa de microcréditos para las socias con los que pudieron comenzar a plantar sus propios huertos. De este modo cada una de nosotras tenía un dinero para contratar a alguien para preparar al terreno y poder poner en marcha el huerto” recuerda Jessica, que es la responsable del grupo local.

Además a cada mujer se le dio un kit de semillas con las que empezar. Las semillas no son un regalo. Cada mujer que recibe algo se compromete a cambio a dar más adelante a su vez semillas y una pareja de cobayas a una socia nueva.

Un 25% más de ganancias gracias a Fairtrade

A la familia Lino el programa de promoción para las mujeres no sólo les ha abierto una fuente adicional de ingresos sino que a la vez supone un ahorro porque pueden consumir productos propios. Además, desde que trabajan con Fairtrade, los ingresos por el cacao han aumentado en un 25%.

Eso les pone en mejores condiciones para hacer inversiones más relevantes en su calidad de vida. De momento están construyendo una casa nueva. “Los cimientos ya están listos” dice Benigno “Además ya tenemos los primeros ladrillos. Los vamos comprando siempre que tenemos un poco de dinero disponible y el año que viene tendríamos que poder comenzar a construir los muros.”

El año pasado la familia invirtió el dinero en su seguridad. “Nuestra gondolina estaba en muy malas condiciones y algo peligrosa. Ahora hemos la hemos renovado y podemos cruzar el río sin miedo a caernos” Si con el Comercio Justo se hará rico? Benigno se ríe con esta pregunta: “No” dice, “los agricultores no nos hacemos ricos. Pero tenemos todo lo que necesitamos. Y por eso estamos muy contentos. “

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Muchas cooperativas han optado por trabajar con Fairtrade. Ahora mismo en América Latina hay más de 480 cooperativas registradas, 79 de ellas se sitúan en Perú. Trabajan productos como el café, el cacao, plátano, mango, algodón o azúcar de caña.

El café es el producto más relevante de la mayoría de ellos. En el tejido cooperativista peruano podemos observar los beneficios de Comercio Justo a largo plazo: El trabajo con Fairtrade refuerza la estructura organizacional, fomenta la educación y el desarrollo y favorece el cambio al cultivo orgánico. Además fomenta la diversificación de los cultivos, la gestión activa de riesgos y la formación continua.

Como el listón de exigencias para aquellas cooperativas que quieran certificarse con Fairtrade-Comercio Justo es alto (ver estándares para pequeños productores así como los estándares específicos de cada producto), dentro de Fairtrade Internacional existe un departamento que se ocupa específicamente del desarrollo y de la asesoría técnica para productores que quieren participar en Fairtrade y para productores que ya trabajan con Fairtrade y requieren apoyo técnico o formativo. Es el departamento que más ha crecido en los últimos años y cuenta con personal cualificado sobre el terreno, las llamadas “personas de enlace”. Uno de ellos relata sobre el último trimestre del 2010 que a parte de las 79 cooperativas peruanas que ya trabajan con Fairtrade hay otras 30 que han aplicado para registrarse. Con las cooperativas peruanas de café durante el último trimestre del 2010 desde Fairtrade se ha realizado una consulta a fondo sobre los costes de la producción de café. Con los miembros del consejo de supervisión del norte de Perú se ha llevado a cabo una formación sobre su papel y responsabilidades. Además el personal de Fairtrade Internacional ha apoyado a grupos productores que están en proceso de registrarse y cultivan plátano orgánico.

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SelloComercioJusto.org