Anoche nos perdimos en la sombra.
Color de primavera en unas flores,
que otoño a pie de invierno aconsejaba,
ni tú ni yo pudimos impedirlo:
anduvimos a tientas por las calles
de un mundo casi niño y sin esquinas,
y colgamos la idea en los faroles
apagados, que de la cal prendían.
No sé si nos salvó la suficiencia
de mirar y mirar siempre en directo:

lo cierto es que nos vimos de la mano
cogidos, caminantes ya del alba.