Después de trabajar en varias industrias eléctricas en París y en Budapest se trasladó a Estados Unidos (1882), donde continuaría su trayectoria profesional a las órdenes de Thomas A. Edison, impulsor de la corriente eléctrica continua (respaldada por General Electric). Tesla defendía, sin embargo, la distribución de la energía por corriente alterna -cuyo transporte es mucho más barato y sencillo-, motivo por el que ambos rivalizaban. Las incesantes disputas forzaron su abandono de la compañía y su asociación con G. Westinghouse.

A partir de ese momento, Tesla descubriría el principio del campo magnético y crearía el primer motor eléctrico de inducción de corriente alterna; también se coronaría como el padre de los rayos X, las luces fluorescentes, el control remoto o la comunicación inalámbrica de la que más tarde se valdría la radio. Pero fue sin duda su apuesta por la corriente alterna lo que le hizo entrar en conflicto con la naciente industria del petróleo y los intereses económicos de su época.

Se dice que Tesla no hacía planos, sino que lo memorizaba todo. También se dice que sólo dormía tres horas al día, y que acabó sus días solo y arruinado en la habitación de un hotel. Mitad genio mitad leyenda, algo sí era evidente sobre este excéntrico inventor: lo que aportó al mundo no se corresponde con el escaso reconocimiento que le ha otorgado la Historia. Tesla moriría sin saber que, un siglo después, su figura sería rescatada del ostracismo. Hoy, su apellido da nombre a las baterías Tesla, que mantienen la promesa de abaratar la factura energética y eliminar por completo la dependencia de la energía eléctrica.

tesla bateria¿Un futuro de baterías verdes?

Salieron a la venta por primera vez este pasado verano en Estados Unidos y se espera que en 2016 su comercialización se expanda por el resto del mundo. «Nuestro objetivo es transformar totalmente la infraestructura energética mundial para que sea totalmente sostenible y sin producir emisiones de carbono», dijo Elon Musk, director de Tesla Energy durante la presentación de Tesla Powerwall, una batería de ion de litio diseñada para ser fijada en la pared de hogares o empresas, alimentada por paneles fotovoltaicos completamente independientes de los sistemas de energía tradicionales.

La Tesla Powerwall soporta altas y bajas temperaturas por lo que se puede instalar en cualquier lugar en cualquier época del año. Además, es capaz de almacenar energía solar durante el día para ser usada por la noche. Su precio: unos 3.500 dólares. «La batería podría desempeñar un papel similar a la forma en que los teléfonos móviles han sustituido a los teléfonos fijos», aseguró Musk, y recalcó el «gran paso» que esto supondrá para las comunidades más pobres del mundo al eliminar la necesidad de las redes eléctricas.

El dueño de Tesla calcula que para transformar la infraestructura energética actual se necesitarían 2.000 millones de Powerwalls, con un potente sistema de hasta 100 kWh. A pesar de que la independencia energética de las casas suena a utopía, Musk asegura que esta transición hacia un mundo sin cables eléctricos y basada en la energía solar es posible.

Tesla empezó a construir el pasado verano una gigantesca planta para fabricar baterías de iones de litio en el desierto de Nevada, pensada en un principio para atender la futura demanda de vehículos eléctricos. Empezará a funcionar en 2017 y operará a pleno rendimiento tres años después.

España, ignorada

España es el país con el índice de radiación solar más alto de Europa. Sin embargo, Tesla y su principal competidor, el gigante japonés Panasonic, ya han anunciado que no comercializarán en nuestro país sus baterías de almacenamiento para el hogar. ¿El motivo? La regulación que ejerce el Gobierno de Mariano Rajoy sobre el autoconsumo de energía. Según el Real Decreto presentado recientemente por el Ministerio de industria, los particulares tendrán que pagar una tasa, similar a un peaje, por el simple hecho de instalar o tener instaladas placas solares en sus tejados.

La respuesta de otros países de Europa como Alemania y Holanda ha sido muy distinta: allí se utiliza lo que se conoce como balance neto. En lugar de almacenar la energía capturada por placas solares esta se vierte al sistema y a cambio los particulares reciben un pequeño bono en forma de energía que pueden utilizar libremente. Es decir, el sistema sirve tanto para autoconsumo como para reducir el precio final de la factura. La compañía eléctrica, a cambio, recibe energía producida por ese particular.

Las trabas a una forma de consumo que crece en el resto de Europa al mismo ritmo que decrece en España supondrán un complicado proceso burocrático para aquellos que opten por instalar uno de estos generadores en sus casas.

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