Este hombre, conocido como el Último de su Tribu ha dejado claro que desea evitar el contacto con la sociedad mayoritaria. Nadie conoce su historia, pero es probable que su tribu fuera aniquilada por pistoleros contratados por los colonos y los terratenientes que invadieron las tierras a partir de los años setenta.

En sus campamentos abandonados se han encontrado cultivos de maíz, papaya y plátano. También caza, y excava hoyos de unos dos metros de profundidad, dentro de los que coloca estacas a modo de trampa para cazar animales. Construye chozas de paja, y excava un agujero dentro, posiblemente para protegerse en caso de ser atacado.

La choza y el huerto del 'Último de su Tribu', con cultivos de mandioca y otros vegetales. Se sabe muy poco de este indígena no contactado. Vive solo en un pedazo de selva, rodeado de ranchos de ganado y plantaciones de soja en el estado brasileño de Rondonia.

La choza y el huerto del ‘Último de su Tribu’, con cultivos de mandioca y otros vegetales. Se sabe muy poco de este indígena no contactado. Vive solo en un pedazo de selva, rodeado de ranchos de ganado y plantaciones de soja en el estado brasileño de Rondonia. © J.Pessoa

FUNAI supo de su existencia en torno a los años noventa, tras hallar restos de chozas destruidas, del tipo que este hombre construye. A pesar de que en 2009 fue objeto de un ataque organizado por parte de un grupo de pistoleros, ha sobrevivido gracias a que FUNAI ha tomado medidas para implementar la normativa legal que protege su territorio, una situación que ahora podría peligrar.
El hombre excava hoyos profundos para atrapar animales y para esconderse. Se cree que es el único superviviente de una tribu masacrada por terratenientes en los años setenta y ochenta.

El hombre excava hoyos profundos para atrapar animales y para esconderse. Se cree que es el único superviviente de una tribu masacrada por terratenientes en los años setenta y ochenta. © Survival

Esta región es una de las más violentas de Brasil, y el presupuesto de FUNAI se ha visto muy recortado. Survival International, el movimiento global por los pueblos indígenas, ha presionado al gobierno durante años para proteger este territorio frente a los intentos reiterados por parte de los terratenientes colindantes de invadirlo.
Antorcha de resina y estaca fabricada por el 'Último de su Tribu', encontradas por FUNAI en su choza, territorio de Tanaru, estado de Rondonia, Brasil, 2005.

Antorcha de resina y estaca fabricada por el ‘Último de su Tribu’, encontradas por FUNAI en su choza, territorio de Tanaru, estado de Rondonia, Brasil, 2005. © Fiona Watson/Survival

Imágenes como estas son vitales en la dilatada lucha por proteger a las tribus no contactadas, que son los pueblos más vulnerables del planeta. FUNAI debe demostrar que el hombre aún está vivo para mantener la orden de protección sobre su tierra, o los terratenientes que rodean el territorio entrarán con violencia para robar la tierra.

Altair Algayer, quien encabeza el equipo de FUNAI que está monitoreando el territorio que habita el hombre, afirma: “Este hombre, a quien ninguno de nosotros conoce, nos demuestra que es posible sobrevivir y resistirse al contacto. Creo que está mejor así que si hubiera establecido contacto”.

Stephen Corry, director de Survival International, ha declarado: “Las tribus no contactadas no son reliquias primitivas de un pasado remoto. Viven en el aquí y el ahora. Son nuestros contemporáneos y una parte esencial de la diversidad humana, pero se enfrentan a una catástrofe si sus tierras no son protegidas.

“Los crímenes terribles que se han cometido contra este hombre y su pueblo no deben repetirse jamás, pero un sinfín de tribus no contactadas se enfrentan a ese mismo destino a no ser que se protejan sus tierras. Solo el clamor de la opinión pública puede equilibrar la balanza a su favor, y en contra de los poderosos intereses de la agroindustria que pretende robar la tierra de las tribus no contactadas a costa de sus vidas.”