Cuando en Noviembre de 2011 los ciudadanos españoles acudimos a las urnas, lo hicimos bajo una situación económica complicada, salpicada por la corrupción y con el sentimiento de que aquello empezaba a ser insostenible. La insistencia del anterior gobierno en negar la envergadura de la crisis, los famosos brotes verdes y la mala gestión económica, los casos de corrupción que les salpicaban como los ERES de Andalucía, y las primeras medidas de recortes sociales, inclinaron ampliamente la balanza hacia las promesas de un futuro mejor que aseguraba el principal partido de la oposición.

Sin embargo, un año después de su llegada al poder, la situación no puede ser peor. Con total impunidad y falta de respeto, el gobierno ha incumplido todas sus promesas electorales apoyándose en la mayoría parlamentaria que les concedimos.

Donde prometieron crear hasta tres millones y medio de puestos de trabajo durante esta legislatura, han generado hasta el momento más de setecientos cincuenta mil nuevos parados.

Donde prometieron no subir los impuestos, los han subido todos, sin dejar ni uno. Eso sí, se han preocupado mucho de hacerlo sólo a las rentas del trabajo y al consumo, sin tocar nada en lo referente a los grandes capitales, grandes fortunas o rentas empresariales, salvo le eliminación de algunas desgravaciones para estas últimas.

Donde prometieron no tocar la sanidad, han subido los medicamentos, han reducido los servicios hospitalarios y aceleran para privatizar todo el sistema sanitario bajo la visión conservadora  de que todo servicio privatizado funciona mejor y es más barato que lo público (algo sin demostrar). Que se lo cuenten a quienes lo están sufriendo ya!. No nos engañemos, más que a eficiencia suena a dinero público para ser gestionado por los amiguetes…

Donde prometieron no tocar las pensiones de los jubilados, ya han reducido su renta real y avanzan rápidamente para reformar a la baja las percepciones de los futuros  pensionistas.

Donde prometieron que no mermarían las rentas percibidas por los desempleados, justo a las personas que se encuentran en la peor situación posible por la que pueden atravesar en su vida desde el punto de vista económico, ya se han encargado de reducirlas, y aún lo harán más. Y para que quede claro de qué va la cosa, han reducido al mínimo los cursos de formación destinados a facilitar la reinserción laboral de los desempleados.

Donde prometieron que no facilitarían los despidos, tuvieron mucha prisa en aprobar la reforma laboral para facilitarlos, cosa que efectivamente han hecho esas mismas empresas a las que se les llenaba la boca diciendo que esa era la mejor medida para promover el empleo. Y de paso, con esta reforma han rebajado las condiciones laborales de todo el país. Por lo visto así viviremos mejor porque habrá más teóricos empleos en algún momento del futuro, aunque eso sí, cobraremos toda la vida como becarios.

Donde prometieron que reformarían el sistema bancario y devolverían el tan necesario crédito a familias y empresas, lo que han hecho es destinar más de 60.000 millones de euros, entre dinero del estado y de Europa, para sanear las cajas de ahorro con el dinero que o ya hemos pagado o pagaremos todos los ciudadanos, y a cambio no existe ni se le espera al tan necesario crédito. Eso sí, entre tanto esas mismas entidades bancarias siguen desahuciando de sus casas y arrojando al abismo a miles de familias, y todos en general debemos soportar el maltrato  de una parte de sus empleados, que primero engañaron a decenas de miles de jubilados y gente humilde para que invirtieran sus ahorros de toda una vida en dudosas acciones de esas cajas de ahorros y ahora niegan fríamente la posibilidad de renegociaciones o créditos a personas en dificultades. Pues a ellos, que siguen a pies juntillas las directrices que les envían desde arriba, recordarles la frase de Servilio Cepión: Roma no paga a traidores.

Donde prometieron que no rebajarían las partidas sociales a los más desfavorecidos, han eliminado una gran parte de ayudas a personas que por su salud necesitan el apoyo de terceros o la compra de aparatos. Han eliminado los traslados gratuitos a pacientes crónicos que se ven obligados a acudir periódicamente a los hospitales, y hasta han eliminado las subvenciones para que los escolares de las familias más vulnerables puedan comer en los colegios.

Donde prometieron que perseguirían el fraude fiscal, han puesto en marcha una esperpéntica amnistía fiscal para todo tipo de gentes, sea cual sea su pelaje y el origen de los fondos, ya que según el ministro de hacienda tenía que hacerse porque había mucho fraude. ¿Pero piensa que somos tontos o directamente nos lo llama a la cara?. O sea que para combatir el fraude, en lugar de dar instrucciones a los inspectores de hacienda para que lancen una campaña implacable contra las grandes bolsas de fraude que están detectadas (según los técnicos de hacienda agrupados en Gestha, asciende a más de 65.000 millones de euros, es decir, no habrían hecho falta los recortes), se les perdona a los defraudadores y se permite que por una ridícula cantidad regularicen todos sus fraudes sin más. Y donde dijeron que les costaría el 10% de la cantidad defraudada, se rebaja hasta apenas el 3%, para finalmente no captar y regularizar sino algunos fondos un tanto extraños; como extrañamente ocurre siempre. Y mientras los ciudadanos sufriendo la asfixia de la subida de impuestos. Y como parece que se han reído poco, acaban de ampliar el plazo para que más fondos de cualquier origen se sigan blanqueando.

Donde prometieron que se iba a racionalizar la administración pública y los órganos de gobierno, no se ha movido un dedo y los cargos públicos siguen cobrando sus mismos sueldos, sus mismas dietas, sus mismos pluses y sus mismas prebendas a perpetuidad que siempre.

Donde prometieron que lucharían contra la corrupción…ay la corrupción!; ¿hablamos de la corrupción Sr. Rajoy?

En fin, que el error fue nuestro por pensar –quizá por el hartazgo que sentíamos entonces- que estos señores de rancias ideas iban a arreglar con fundamento las cosas.

A un año vista está claro que estamos bastante peor. La actitud del gobierno, inclinada a defender los intereses de los estamentos más poderosos encaja muy bien con los ideales que defienden; esos que propugnan facilitar las cosas a las clases privilegiadas porque son las que se supone que con su brillantez nos proporcionan el trabajo y los ingresos a los demás al crear empresas y riquezas. Lo dicho, rancios, trasnochados y con un mayúsculo cinismo.

Señores del gobierno, empiecen a sentir el aliento de la sociedad en su cogote, porque si no nos flaquea el ánimo, no dejaremos que terminen esta legislatura.