Ante esta situación, a nadie sorprende oír a dirigentes conservadores hablar de los peligros de la  extrema izquierda y anunciando el Apocalipsis, como si  fuese poco lo que estamos viviendo estos últimos tiempos.

Al parecer, intentar arreglar y combatir el desaguisado que el insaciable mundo financiero ha propiciado, les parecen consignas extremadamente revolucionarias, y quizás lo sean, de ahí su encanto. O la sociedad termina con la especulación, el fraude y la tiranía de los mercados o todo ello terminará con la sociedad.

Algunos se congratulan de que en España no haya aparecido una opción ultraderechista como en la vecina Francia y se espantan del auge de distintas formaciones de izquierda. La razón está en que, además de las gentes que ideológicamente votan a los conservadores del PP, también aglutina a los más radicales de la derecha ancestral y quien tenga dudas que escuche las declaraciones de alguno de sus dirigentes.

Toda esta situación obliga a meditar sobre el futuro inmediato del PSOE. Se ha repetido hasta la saciedad que el partido socialista ha perdido dos tercios de sus votos, no así el conjunto de la izquierda, por tanto ha llegado el momento del análisis y de la autocrítica. Para resolver una situación de estancamiento o de caída, sea individual o colectiva, lo mejor  es responder sinceramente a tres preguntas: ¿Quiénes somos?, ¿qué queremos?, y ¿cómo lo hacemos?

Para responder a esas cuestiones, no basta con la réplica de media docena de dirigentes que crean ser portadores de las esencias socialdemócratas; tampoco las aportaciones de quienes tuvieron en sus manos la posibilidad de cambiar las cosas o de no permitir que llegasen a extremos  incompatibles con el bienestar social y la transparencia política. La respuesta como diría Bob Dylan, está en el viento, es decir en el vendaval de votos, en el huracán que se lleva a responsables y cómplices, por muy altos que estén en el estatus de Estado.

La sociedad tiene la palabra, no puede ser de otra forma en democracia, y por esa misma lógica en un partido político son sus militantes – todos – los que deben decidir, y por un hecho simple y contundente: ellos son parte de la sociedad. Los dirigentes de cualquier formación política deberían ser elegidos por el conjunto de sus militantes y su programa consensuado con sus votantes y si esto es recomendable para cualquier partido, es  inexcusable en el PSOE, por raíces, por ideología, por esencia…y por necesidad.

El partido socialista está llamado a capitanear la izquierda española, con disposición de diálogo y consenso, con el objetivo común de cambiar las cosas, ya sea en los municipios, en las autonomías o en el propio Gobierno de la Nación; también en la búsqueda de una solución federal para el país o incluso en la de un cambio de forma de Estado. Siempre escuchando la voluntad de sociedad, conscientes de que hay mucho en juego si queremos salvar algo sustancial para el ser humano: la Libertad.