Estamos hablando de organizaciones que ya llevan casi 15 años en el tema, y gracias a la interconexión que hoy pueden realizar en diversos foros regionales y a través de las redes sociales, parecemos estar asistiendo hoy a lo que en no mucho tiempo más puede dar paso a la consolidación de un Modelo de RSE para las empresas de América Latina.

Un primer acercamiento fue realizado hace un mes por la Organización de Estados Americanos (OEA) al lanzar sus recomendaciones para una agenda de RSE en la región, tras la reunión a la que asistieron representantes de organizaciones, empresas y gobiernos en la ciudad de Lima.

Pero la gestión de la responsabilidad social es mucho más que palabras vacías: es una realidad para muchas empresas de América Latina y una posibilidad, para las muchas más que aún no ingresaron en esta senda.

Por eso, y ante el camino recorrido, podemos esbozar seis puntos que caracterizan a la RSE desde este lado del mundo:

1. Absorción de los problemas sociales. Educación, Comunidad y Medio Ambiente, siempre están a tope en las encuestas a ejecutivos cuando se les pregunta qué áreas trabajan más desde la empresa.

Y siempre está la dicotomía de hacerse cargo de una parte de estos problemas, y por otro lado, quejarse de que la empresa “no es el Estado”.

En el contexto de las necesidades latinoamericanas, la idea de fomentar “alianzas público-privadas” es la que ha venido generando los mejores frutos ante esta situación.

2. Trabajo articulado con Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Uno de los puntos más sobresalientes del trabajo en RSE de las empresas es cómo se han articulado con las OSC. En muchos casos, se constituyen alianzas estratégicas que contribuyen a un mejor desarrollo e impacto de los programas impulsados por las compañías.

Estas alianzas también se encuentran muy articuladas para potenciar el trabajo de Voluntariado, un ítem cada vez más solicitado por los propios empleados y con el que la empresa se beneficia por la motivación.

3. Medición y Reporte en estado incipiente. Sólo las empresas grandes se encuentran en un nivel de reporting lo suficiente considerable en la región, pero la gran deuda permanece con las PyMes. Así todo, países como México cuentan apenas con una veintena de empresas reportando.

Si el GRI sirve o no sirve, es producto de otra discusión, pero para poder avanzar en la región es necesario contar con más empresas que reporten sus impactos.

4. RSE Interna en estado embrionario. En América Latina la RSE inició sus pasos de la mano del modelo filantrópico anglosajón, mayoritariamente. Eso provocó una “explosión” de acciones de las empresas hacia la Comunidad, centrando todo su accionar socialmente responsable en el plano externo. En los últimos dos años, se comenzó a revalorizar y reenfocar la importancia del ámbito interno, y la RSE comenzó a llegar hacia los colaboradores a través de distintos programas y acciones concretas.

5. Sostenibilidad aún no es estratégica. Salvo Brasil que cuenta con “casos testigo” como la empresa Natura, en América Latina (por los contextos de inestabilidad de la región) es difícil plantearse un escenario a mediano y largo plazo. Pensar en la sostenibilidad de la sociedad, es pensar en la sostenibilidad del negocio en sí. Por ello también, van ganando fuerza los programas de Negocios Inclusivos y los que miden la huella de carbono.

6. Capacidad para innovar. En América Latina la innovación fluye. Sabemos resolver los problemas con rapidez y re-adaptarnos al cambio en tiempos de crisis, y en la gestión de la RSE también hay lugar para esto, sólo hace falta desarrollarlo más. Es por eso que muchas acciones de responsabilidad social en empresas latinoamericanas pueden ejecutarse prácticamente a costo $ 0.

Recomendaciones de la OEA para impulsar la Responsabilidad Social Empresarial
  • La OEA debería facilitar espacios de diálogo entre los Estados miembros para promover la RSE a través de reuniones ministeriales y otros foros interamericanos.
  • Promover una visión más global de la RSE, basada en un rol de los distintos actores como el sector público, ONGs, academia y sociedad civil (no es solamente responsabilidad del sector privado).
  • Desarrollar un portal interamericano de RSE donde se compile y se sistematice la información y las mejores prácticas, así como oportunidades de colaboración entre las instituciones involucradas en el desarrollo de la RSE en los diferentes países de la región y donde se compartan avances y resultados.
  • Fomentar canales de comunicación a nivel nacional y regional; como diálogos, foros, y otras actividades donde participen los actores involucrados en la implementación de la RSE y permita la incorporación de diferentes criterios de RSE.
  • Fomentar alianzas público privadas que generen sinergias entre los actores involucrados en el diseño, implementación, desarrollo, seguimiento y evaluación de la RSE.
  • Promover principios, normas y guías de RSE aceptadas internacionalmente como ISO 26000.
  • Promover el desarrollo y la diseminación de indicadores de impacto de los programas de RSE en particular en las comunidades.
  • Promover la sensibilización y capacitación de RSE en las empresas, a nivel de la alta dirección, empleados y accionistas, así como con los demás actores del entorno externo.
  • Desarrollar programas de sensibilización y difusión de RSE en el sector público, que incluya funcionarios públicos, oficiales locales y legisladores.
  • Difundir el código de ética que rige la función pública.
  • Promover una conducta ética dentro del sector público, particularmente a través de un sistema de contratación gubernamental, en donde las empresas contratadas apliquen los principios de la RSE.
  • Identificar y priorizar los temas más críticos para la región, así como generar directrices de RSE para las empresas. Por ejemplo: empresas sociales, “social venture capital”, agua, carbono, cambio climático, comunidades indígenas y seguridad.

Por Fernando Legrand – http://rseonline.com.ar/

Estamos hablando de organizaciones que ya llevan casi 15 años en el tema, y gracias a la interconexión que hoy pueden realizar en diversos foros regionales y a través de las redes sociales, parecemos estar asistiendo hoy a lo que en no mucho tiempo más puede dar paso a la consolidación de un Modelo de RSE para las empresas de América Latina.

Un primer acercamiento fue realizado hace un mes por la Organización de Estados Americanos (OEA) al lanzar sus recomendaciones para una agenda de RSE en la región, tras la reunión a la que asistieron representantes de organizaciones, empresas y gobiernos en la ciudad de Lima.

Pero la gestión de la responsabilidad social es mucho más que palabras vacías: es una realidad para muchas empresas de América Latina y una posibilidad, para las muchas más que aún no ingresaron en esta senda.

Por eso, y ante el camino recorrido, podemos esbozar seis puntos que caracterizan a la RSE desde este lado del mundo:

1. Absorción de los problemas sociales. Educación, Comunidad y Medio Ambiente, siempre están a tope en las encuestas a ejecutivos cuando se les pregunta qué áreas trabajan más desde la empresa.

Y siempre está la dicotomía de hacerse cargo de una parte de estos problemas, y por otro lado, quejarse de que la empresa “no es el Estado”.

En el contexto de las necesidades latinoamericanas, la idea de fomentar “alianzas público-privadas” es la que ha venido generando los mejores frutos ante esta situación.

2. Trabajo articulado con Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Uno de los puntos más sobresalientes del trabajo en RSE de las empresas es cómo se han articulado con las OSC. En muchos casos, se constituyen alianzas estratégicas que contribuyen a un mejor desarrollo e impacto de los programas impulsados por las compañías.

Estas alianzas también se encuentran muy articuladas para potenciar el trabajo de Voluntariado, un ítem cada vez más solicitado por los propios empleados y con el que la empresa se beneficia por la motivación.

3. Medición y Reporte en estado incipiente. Sólo las empresas grandes se encuentran en un nivel de reporting lo suficiente considerable en la región, pero la gran deuda permanece con las PyMes. Así todo, países como México cuentan apenas con una veintena de empresas reportando.

Si el GRI sirve o no sirve, es producto de otra discusión, pero para poder avanzar en la región es necesario contar con más empresas que reporten sus impactos.

4. RSE Interna en estado embrionario. En América Latina la RSE inició sus pasos de la mano del modelo filantrópico anglosajón, mayoritariamente. Eso provocó una “explosión” de acciones de las empresas hacia la Comunidad, centrando todo su accionar socialmente responsable en el plano externo. En los últimos dos años, se comenzó a revalorizar y reenfocar la importancia del ámbito interno, y la RSE comenzó a llegar hacia los colaboradores a través de distintos programas y acciones concretas.

5. Sostenibilidad aún no es estratégica. Salvo Brasil que cuenta con “casos testigo” como la empresa Natura, en América Latina (por los contextos de inestabilidad de la región) es difícil plantearse un escenario a mediano y largo plazo. Pensar en la sostenibilidad de la sociedad, es pensar en la sostenibilidad del negocio en sí. Por ello también, van ganando fuerza los programas de Negocios Inclusivos y los que miden la huella de carbono.

6. Capacidad para innovar. En América Latina la innovación fluye. Sabemos resolver los problemas con rapidez y re-adaptarnos al cambio en tiempos de crisis, y en la gestión de la RSE también hay lugar para esto, sólo hace falta desarrollarlo más. Es por eso que muchas acciones de responsabilidad social en empresas latinoamericanas pueden ejecutarse prácticamente a costo $ 0.

Recomendaciones de la OEA para impulsar la Responsabilidad Social Empresarial 
  • La OEA debería facilitar espacios de diálogo entre los Estados miembros para promover la RSE a través de reuniones ministeriales y otros foros interamericanos.
  • Promover una visión más global de la RSE, basada en un rol de los distintos actores como el sector público, ONGs, academia y sociedad civil (no es solamente responsabilidad del sector privado).
  • Desarrollar un portal interamericano de RSE donde se compile y se sistematice la información y las mejores prácticas, así como oportunidades de colaboración entre las instituciones involucradas en el desarrollo de la RSE en los diferentes países de la región y donde se compartan avances y resultados.
  • Fomentar canales de comunicación a nivel nacional y regional; como diálogos, foros, y otras actividades donde participen los actores involucrados en la implementación de la RSE y permita la incorporación de diferentes criterios de RSE.
  • Fomentar alianzas público privadas que generen sinergias entre los actores involucrados en el diseño, implementación, desarrollo, seguimiento y evaluación de la RSE.
  • Promover principios, normas y guías de RSE aceptadas internacionalmente como ISO 26000.
  • Promover el desarrollo y la diseminación de indicadores de impacto de los programas de RSE en particular en las comunidades.
  • Promover la sensibilización y capacitación de RSE en las empresas, a nivel de la alta dirección, empleados y accionistas, así como con los demás actores del entorno externo.
  • Desarrollar programas de sensibilización y difusión de RSE en el sector público, que incluya funcionarios públicos, oficiales locales y legisladores.
  • Difundir el código de ética que rige la función pública.
  • Promover una conducta ética dentro del sector público, particularmente a través de un sistema de contratación gubernamental, en donde las empresas contratadas apliquen los principios de la RSE.
  • Identificar y priorizar los temas más críticos para la región, así como generar directrices de RSE para las empresas. Por ejemplo: empresas sociales, “social venture capital”, agua, carbono, cambio climático, comunidades indígenas y seguridad.

Por Fernando Legrand – http://rseonline.com.ar/