Alrededor del 49% de los niños y niñas senegaleses acuden a la escuela primaria. La cifra representa el porcentaje medio de escolarización en la zona, si bien sus dos países vecinos más cercanos, Gambia y Mauritania, superan la cifra con un 52 y un54%, respectivamente. Otros países vecinos muestran tasas inferiores, como Guinea (39%), Guinea Bissau (42%) o Malí (40%). Cabo Verde, por su parte, es el más privilegiado de la zona con un 99% de escolarización. Cabo Verde viene precedido por Seychelles y Suazilandia, según las estadísticas de UNICEF para África.

Pese a estas cifras, en Senegal la calidad de aprendizaje y la adquisición de valores y de capacidades están lejos de responder a las necesidades y a las aspiraciones de la sociedad.

Analizando este hecho, los expertos llegan a una serie de conclusiones. Entre ellas, la de que es necesario una intensificación del intercambio y el diálogo entre los países afectados por estas bajas tasas de escolarización. Diálogo e intercambio que serviría para aprender de las políticas aplicadas en cada país y encontrar nuevas alternativas ante este problema común.

[La cuestión de la calidad de la educación y de la pertinencia del aprendizaje continua siendo un problema preocupante]

El Foro de Dakar en el que se debatió este tema aprobó un Marco de Acción que representó el compromiso de los países asociados para el programa denominado como “Educación para todos”. A través de este programa se exige a cada país que tome, en primer lugar, su propia responsabilidad nacional ante el problema de la baja escolarización, al mismo tiempo que debe cooperar regionalmente en este aspecto para encontrar nuevas vías y soluciones, junto con nuevas perspectivas de financiación.

fotoAún así, a pesar de los progresos registrados en Senegal, donde en los últimos años la tasa de escolarización ha ascendido desde un 34 hasta un 49%, y de las inversiones realizadas por el gobierno, la cuestión de la calidad de la educación y de la pertinencia del aprendizaje continua siendo un problema preocupante.

En particular, se ha tomado conciencia en concreto del hecho de que un mayor acceso a la educación, cuando no va acompañado de una instrucción de calidad, conduce a un “callejón sin salida”. Es sorprendente que los países africanos que luchan por mejorar en este sentido sean conscientes de este hecho y de en Europa, por ejemplo en España, esta esencia de la educación se haya dejado de considerar.

Este llamado “callejón sin salida” se puede ver acompañado, por tanto, del abandono y el fracaso escolar, una tasa elevada de repetición, contenidos, métodos y estructuras inadecuadas, docentes en número insuficiente, mal preparados y trabajando en condiciones materiales difíciles, la ausencia de manuales escolares y materiales de enseñanza, la falta o insuficiencia de una evaluación seria de los resultados del aprendizaje, una administración ineficiente, etc.

Como dato adicional puedo comentar que en el Africa Oriental, más concretamente en Kenya donde doy clases en la Swiss Management Academy (Universidad Moi), se es muy consciente de estos problemas y el nivel que alcanzan los alumnos avanzados es realmente alto, con una educación (en los dos sentidos de la palabra) notable. De hecho, los padres se sacrifican económicamente por la educación de sus hijos y la frase que puedes oír a los niños de las chabolas es “education is the most”. (En un país como España esto es algo de un pasado lejano y realmente, en este sentido, estos países están sobrepasando a las fábricas de incultos funcionales en las que se están convirtiendo las escuelas españolas).

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Senegal en cifras

Haciendo un rápido esquema diremos que Senegal, el país francófono utilizado tradicionalmente como referente cultural de la región del
África Occidental, cuenta con una población total de 9,2 millones de habitantes. La mayor parte de la población profesa la religión musulmana (concretamente un 92%), junto con un 6% de pertenecientes a creencias autóctonas y un 2% de cristianos (la mayoría de estos católicos).

Respecto a la tasa de alfabetización, el Informe sobre Desarrollo Mundial la sitúa en un 34,6%, junto con un 35% de escolaridad. UNICEF, por otro lado, sitúa, como hemos dicho, la tasa de escolarización en Senegal en un 49%.

Son igualmente confusas y contradictorias las estadísticas respecto a los niveles de alfabetización y escolarización entre ambos sexos en Senegal. Según un estudio del año 1995, la tasa de alfabetización de la población total era del 33,1%, correspondiendo un 43% a los hombres y un 32,2% a las mujeres.

[Se evidencia un más que inferior índice en Senegal en lo que se refiere al área de educación y que ha planteado ya nuevas alternativas entre la población]

El bajo nivel de alfabetización de las niñas muestra en cualquier caso, que aunque el gobierno se ha comprometido con el tema de la igualdad entre hombres y mujeres en lo que se refiere a la inscripción en la escuela primaria, existe todavía demasiada discriminación, social y oficial, contra las mujeres en cuanto a las oportunidades educativas. Un estudio realizado también en 1995 demostraba que sólo el 23% de las mujeres mayores de 15 años saben leer, mientras que la proporción de hombres de las mismas características es de un 43%.

A pesar de esta disparidad de cifras, se evidencia un más que inferior índice en Senegal en lo que se refiere al área de educación y que ha planteado ya nuevas alternativas entre la población; alternativas que han surgido de forma espontánea y al margen de las iniciativas gubernamentales.

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La alternativa educativa en Senegal: el papel de los “facilitadores”

Hace tiempo que en Dakar, la capital del país, las alternativas ante la fracasada política educativa gubernamental ya se han iniciado. Durante los últimos años han empezado a surgir las denominadas “escuelas de la calle”, donde profesores voluntarios o “facilitadores”’ imparten clases a alumnos que no pueden acceder a las escuelas oficiales.

[Ya se puede observar en su jerga utilizada, donde el “profesor” se llama “facilitador” y los “alumnos” son los “pupilos”]

Al principio, cuando comenzaron a surgir estos establecimientos, la población comenzó a llamarlos popularmente “escuelas de la calle” debido a que se trataba de pequeñas chabolas situadas en todos los barrios de Dakar. Ofrecían, en general, programas poco estructurados y organizados por los propios habitantes de la zona para proveer alguna instrucción básica en las propias calles. Con el paso del tiempo, estos programas consiguieron encontrar algunos espacios y locales para llevarse a cabo. Ahora, son conocidos como “escuelas de las esquinas”.

fotoEstas novedosas aulas callejeras se establecen dependiendo de las necesidades del barrio o comunidad en la que se implantan. A menudo, es un propio grupo el que organiza su propia escuela, solicitando para ello alguna ayuda a los propios vecinos, así como a distintas ONG. El papel de las ONG se suele centrar en proporcionar información a los responsables del proyecto sobre distintos detalles acerca de cómo conseguir profesores y voluntarios para llevar a cabo la iniciativa.

Además, la política educativa en estas escuelas es distinta a la de las escuelas oficiales y ya se puede observar en su jerga utilizada, donde el “profesor” se llama “facilitador” y los “alumnos” son los “pupilos”. Estos facilitadores proceden generalmente de los mismos ambientes que los niños y son de todas las edades y condiciones, incluyendo académicos, titulados superiores y gente ya retirada profesionalmente.

Así mismo, dentro de su ideología está la de fomentar actividades para facilitar en lo posible la educación de las chicas en relación con la discriminación sexual.

Estas escuelas de la calle o de las esquinas reciben ayudas económicas de algunas ONGs, como Aid and Action, Plan International y Enda Third-World. Enda ayuda a más de 35 escuelas situadas en las calles de las zonas más pobres de Dakar. Cuentan con unos 200 empleados como facilitadores y con un número de 8.614 estudiantes.

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Algunos ejemplos:

Justo en el corazón de la zona de chabolas de Dakar conocida como Khadimou Rassoul, en donde viven más de 1.200 personas en las perores condiciones, Sydou Nourou Tall, de 28 años, ha actuado como facilitador durante los últimos 7 años.

Se observa que su chabola construida con placas metálicas es al mismo tiempo una aula y un jardín de infancia. Los niños acuden a sus clases hasta la edad de los 6 años, cuando pueden comenzar la enseñanza en un colegio oficial. Cada año se registran más niños que son lo suficientemente mayores como para acudir a las escuelas vecinas.

Más o menos, a unos diez metros de la escuela de Sydou se encuentra otra de estas escuelas de la calle. Mejor construida y patrocinada, con un mayor número de personal. Awa Diaw, de 26 años, es una de las que trabajan en ella. Imparte clases de enseñanza adicional para niños con dificultades que acuden a escuelas oficiales, pero que necesitan un a ayuda extra en materias como aritmética o idioma.

[Los cursos de alfabetización, en muchas ocasiones, abren muchas puertas a los estudiantes]

Awa también imparte clases de pre-escolar para niños de cinco años que están a punto de comenzar su enseñanza oficial. “La educación es el futuro de estos niños. Esa es la razón por la que me ofrezco para ayudar a estos niños de la calle y a otros que son provistos de una educación adecuada”, explica Awa.

Todas estas escuelas callejeras son organizadas de acuerdo a las necesidades de la comunidad. A menudo, es un propio grupo el que organiza su propia escuela, solicitando para ello alguna ayuda a grupos vecinos, comité y ONGs que les proporcionan detalles sobre cómo conseguir profesores y voluntarios para llevar a cabo el proyecto.

fotoEn estas escuelas de la calle, el profesor es precisamente un facilitador y los alumnos no esperan recibir de una forma pasiva los conocimientos académicos tradicionales por parte de un profesor superior. Los estudiantes están aquí para dar sus primeros en la vida. Se establece una relación muy especial entre los facilitadores y los estudiantes. Es una relación de amistad que abarca y se llega a involucrar en el desarrollo social y económico.

Muy cerca de la zona de chabolas de Khadimou Rassoul se encuentra Tolbiac Street, la principal zona comercial y una de las calles con más vida de todo Dakar. En el escaparate de un pequeño garaje situado justo en el centro de toda la actividad comercial se puede leer “Las escuelas de la calle ayudan a los niños”. Y dentro se pueden ver dos pequeños bancos, algunos estantes con unos pocos libros muy usados y cajas llenas de tizas.

Amadou Yacan Mbaye es ahora el ocupante ilegal de este local que un amigo le prestó hace unos diez años. Amadou dirige una biblioteca y una escuela para que la gente acuda a recibir clases. Antes de abrir este local y comenzar a trabajar como facilitador, Mbaye era marinero y viajó por todo el mundo. Durante sus largos viajes llegó a entender que “no puedes llegar muy lejos en tu vida sin una educación”.

Amadou ha hecho cuatro grandes pizarras, pintadas del mismo color de las paredes de su garaje al aire libre. En las pizarras, que son utilizadas con gran respeto por los estudiantes, se puede leer todavía la lección de ayer: letras del alfabeto francés transcritas al árabe y algunos problemas aritméticos.

[La sociedad senegalesa está haciendo un verdadero esfuerzo para hacer que la educación sea su herramienta de despegue en el desarrollo económico y social]

Durante el día, Tolbiac Street no es solamente un lugar lleno de actividad, sino también un lugar donde los sentidos están constantemente asaltados. Los caprichos climáticos, los malos olores, el incesante ruido del tráfico y los numerosos comerciantes son parte del espectáculo. Por la tarde, Tolbiac Street llega a la calma y se convierte en una zona tranquila. Es entonces cuando llega la hora para los estudiantes.

Aquí, bajo las estrellas, docenas de jóvenes y adultos se sientan en grupos alrededor de las cuatro pizarras. Jóvenes chicas que trabajan como sirvientas, vendedores ambulantes, mecánicos y trabajadores de la construcción reciben sus primeras clases. Amadou les enseña, principalmente, francés, árabe e inglés, por el precio de 1.000 francos CFA al mes.

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fotoSe puede decir que la mayoría de los alumnos acuden con regularidad a las clases durante todo el año. Otros, sin embargo, acuden sólo por temporadas y muchos de ellos abandonan Dakar a principios de junio para volver a sus pueblos hasta el otoño.

Desde luego, los cursos de alfabetización, en muchas ocasiones, abren muchas puertas a los estudiantes, explica Amadou. Después de aprender a leer y escribir, muchas chicas dedicadas a trabajar como sirvientas han encontrado puestos de trabajo en los hogares de muchos europeos expatriados, donde las condiciones son mucho mejores. Otras han conseguido superar la prueba para conseguir el Certificado de Estudios y han acudido a la Escuela de Secretarias, cambiando completamente sus vidas.

Podemos poner de paradigma a Habibatou Dieng, una chica de 17 años que no fue a la escuela, está intentando ahora ponerse al día acudiendo a las clases de Amadou. La joven es muy ambiciosa: “Quisiera entrar en el mundo de la moda y llegar a ser una de las más grandes diseñadoras del mundo”, afirma.

Una parte importante de las actividades de las escuelas de la calle se basa en facilitar, en lo posible, la educación de las chicas en relación a la discriminación sexual. “La sociedad senegalesa conoce muy bien las escuelas de la calle y piensa que ofrecen una segunda oportunidad a la población”, dice Tandian.

Jacques Bugnicourt, Secretario Ejecutivo de Enda Third-World, ha realizado un llamamiento a otras organizaciones y autoridades regionales para que apoyen este tipo de iniciativa: “El subdesarrollo sólo acabará si nosotros ponemos fin a todas las desigualdades. Pero también necesitamos hacer uso de nuestra imaginación”.

Evidentemente, la sociedad senegalesa está haciendo un verdadero esfuerzo para hacer que la educación sea su herramienta de despegue en el desarrollo económico y social. Lo mismo se percibe en el resto del continente africano: se sabe apreciar lo que la educación vale y cuesta. En cambio, en la próspera Europa…