La República de Somalia es un país ubicado en el llamado Cuerno de África. Limita, con Kenia, Yibuti y Etiopía. En la actualidad, tras una larga guerra civil, Somalia es un Estado federal cuyo régimen de gobierno es transitorio y sometido a fideicomiso de tres organizaciones internacionales (las Naciones Unidas y la Unión Africana) y un tercer Estado mediador (Estados Unidos).
Como consecuencia de la guerra, Somalia tiene una gran comunidad de refugiados fuera del país, una de las mayores de África. Se calcula que puede rondar el millón de personas.
Según un informe de Transparencia Internacional del 2009, Somalia es el país más corrupto del mundo.

Desde julio de 2011, atraviesa una de las peores crisis alimentarias de su historia, por cuenta de una intensa sequía que dura unos 20 años.
Más de tres millones de personas se encuentran en riesgo de morir por desnutrición y algunas zonas del país no son accesibles para los organismos de ayuda por la presencia de grupos insurgentes islamistas.
Ante esta hambruna y la guerra, los somalís no han tenido otra opción más que abandonar su país e iniciar una peligrosa peregrinación hacia los campos de refugiados en Kenia.
Caminan durante semanas para alcanzar Dadaab, dónde se encuentra el campo de refugiados más grande de todo el mundo, con una capacidad para 90.000 personas y que en la actualidad está ocupado por unas 400.000.

Llegan unos 1.300 refugiados nuevos al día, con la esperanza de encontrar cobijo y sustento, pero pueden tardar varios días en recibir su primera ración de comida, ya que al llegar allí se encuentran con otro escollo: la burocracia. Al llegar al campo de refugiados, tienen que apuntarse en el punto de recepción.  Hasta que no están apuntados  no reciben la primera ración de comida, que está pensada para 15 días. Tras ser recibidos en estos puntos, aún tienen que registrarse oficialmente en otro centro para ser considerados refugiados y recibir la tarjeta que les da derecho a recibir la comida dos veces al mes.

Muchos comen gracias a la caridad de otros refugiados, que comparten su comida con ellos.
Hay casos de niños que ya están en los campamentos que pasan de malnutrición moderada a aguda porque no reciben ayuda a tiempo.
Las imágenes del ala del hospital destinada a niños de malnutrición aguda son espeluznantes. No se veían desde hace más de 20 años. Niños y niñas, esqueléticos y desnudos yaciendo en las camas junto a sus madres.

La historia de estas familias es similar. Huyen de las zonas conflictivas de Somalia, como por ejemplo Sakow, que está bajo el control de Al Shabab, milicia islamista, que se ha declarado a sí misma la rama de Al Qaeda en el este de África. A pesar de la hambruna que hay en las zonas que hay bajo su control, se presentan en las viviendas, obligan al marido y padre de la casa a tomar las armas y si se niega le dan una gran paliza.

En las zonas controladas por Al Shabab los niños y niñas no pueden ir a la escuela o al médico. Niegan que haya hambruna en los territorios bajo su control, pero, sin embargo, no dejan entrar a las agencias internacionales, a pesar de que el pasado 6 de julio había levantado esta misma prohibición, que ya impuso hace dos años. Más de dos millones de personas están fuera del alcance de la ayuda de las ONGs.
Según fuentes de Save the Children en Somalia, esta declaración de hambruna tiene que ser una llamada de atención que haga despertar a la comunidad internacional, para que no vuelva a suceder lo acontecido en 1992, cuando la hambruna acabó con la vida de 200.000 personas.

Continúan diciendo, que la situación todavía no está en ese punto, pero que si no se actúa de manera inmediata, muchos niños y niñas podrían perder la vida en los próximos meses.
Añaden que su objetivo es llegar a medio millón de las familias más vulnerables con la ayuda básica para sobrevivir, incluyendo alimento, apoyo nutricional, agua y cuidado sanitario.
La última notificación de la ONU es que necesita 1.100 millones de euros para atajar el hambre en Somalia.

La respuesta de las grandes potencias no ha sido muy generosa. El Banco Mundial aportará 348 millones de euros y España 28 millones. ¿Qué pueden hacer las ONGs que trabajan en la zona con esa minucia? ¿Cómo pretenden atajar así una hambruna de tales dimensiones?
La única ayuda recibida hasta ahora, por parte de la ONU, ha sido enviar un Boeing 737 cargado de toneladas de  pasta de cacahuete dadas sus propiedades nutritivas.