Inicialmente se comercializó como un tratamiento para las convulsiones epilépticas, más tarde se demostró que este tratamiento era inefectivo. Después se utilizó en unos ensayos clínicos como un nuevo antihistamínico como tratamiento de la alergia. Tras un tiempo, comprobaron que no tenía efecto alguno. Sin embargo, en cada una de estas pruebas que se realizaron se observó que sí era bastante efectivo como sedante. Al final, tras muchas vueltas, el destino definitivo del fármaco fue para tratar las nauseas, la ansiedad, el insomnio y los vómitos matutinos de las embarazadas. Tres años más tarde, en 1957, la talidomida se convirtió en el medicamento de elección para ayudar a las embarazadas y su uso se extendió rápidamente por gran parte de los países de los cinco continentes, con excepción de Francia y Estados Unidos, donde no se autorizó por la detección de neuropatía periférica como efecto indeseable.

La talidomida se empezó a suministrar a las personas sin las pruebas que deberían de hacerse inicialmente con animales y, por consiguiente, no se podía saber en un principio los efectos nocivos que podrían ocasionar a las personas.Al poco de ser administrada a embarazadas, durante la tercera o la octava semana de gestación, se observó que la talidomida ocasionaba graves malformaciones en las extremidades del recién nacido. Esta malformación de los bebés afectados casi siempre ocurre a ambos lados y a menudo tienen malformaciones tanto en los brazos como en las piernas. En los casos más graves, los recién nacidos carecían por completo de extremidades. Además de las extremidades, el medicamento causaba malformaciones en los ojos y los oídos, el corazón, los genitales, los riñones y el tracto digestivo (inclusive los labios y la boca). Cerca del 40 por ciento de los bebés expuestos al medicamento muere antes o poco tiempo después del parto.

Las repercusiones sociales no se hicieron esperar y el miedo se apoderó de muchas embarazadas que tras enterarse de los efectos secundarios de la talidomida deseaban abortar alarmadas por el temor de dar a luz a un monstruo.

Investigaciones posteriores descubrieron que había dos talidomidas distintas, aunque de igual fórmula molecular, en las cuales cambiaba la disposición de los grupos en un carbono, cosa que hasta entonces no se tenía en cuenta. Se trataba, por tanto, de una sola molécula con dos enantiómeros. Están pues (según la nomenclatura actual) la forma R (que producía el efecto sedante que se buscaba) y la S (que producía efectos teratogénicos y la que causaba focomelia). Este descubrimiento produjo que a partir de ese momento se tuviese en cuenta la estereoisomería en moléculas, utilizando el sistema R/S actual.

Las consecuencias desastrosas de la talidomida son difíciles de cuantificar exactamente, pero se calcula que aproximadamente 20.000 recién nacidos de todo el mundo sufrieron las consecuencias durante los 7 años que estuvo en el mercado el medicamento. El 40% de estos niños no llegaron al primer año de vida y actualmente sobreviven algo más de 5000. Curiosamente España fue el único de los 50 países afectados que no reconoció a ninguna víctima de la talidomida, alegando que en nuestro país no se comercializó el medicamento. La mayoría de los médicos españoles por miedo a las indemnizaciones a los afectados se negaron a certificar que habían recetado la talidomida. Pero la Agencia Nacional del Medicamento aseguró, en 1980, que la talidomida estuvo en el mercado farmacéutico español entre 1957 y 1963, siendo distribuido por las empresas farmacéuticas Pevya, Medinsa y Farmacológicos Nessa. Fue retirado un año después de haberlo hecho la compañía del fabricante y más de dos años después de hacerlo la mayoría de los países. Se calcula que podría haber afectado a unos 3000 recién nacidos en España.

Se sabe, a partir de informes oficiales de Sanidad de 1980, que a principios de febrero de 1960 se comienzan a fabricar las cajas que contienen la talidomida, en Barcelona, con patente alemana. Dichas cajas contenían 10 comprimidos y se elaboraban en una fábrica barcelonesa que era capaz de producir unos 80.000 comprimidos diariamente. En total, según fuentes consultadas, la empresa alemana Grünenthal importó a España unos 1.050 Kg. de materia prima, suficiente para fabricar unas 42 millones de pastillas.

Ante los graves efectos secundarios que producía la talidomida a las embarazadas, el gobierno español prohíbe oficialmente los productos con talidomida, en mayo de 1962, aunque es posible que siguiese su comercialización durante bastantes años más. Las víctimas españolas que padecen la talidomida dicen que se vendió, en nuestro país, hasta 1975, saltándose una orden de retirada de estos fármacos de la Dirección General de Sanidad de mediados de 1962.

AVITE (Asociación de Víctimas de Talidomida en España) nace en marzo de 2004 para romper el pacto de silencio entre los diversos gobiernos de España, instituciones médicas y el laboratorio alemán Grünenthal que parece que les importa poco el dolor y la injusticia de las víctimas de la talidomida que distribuyó y produjo antaño en España. Lleva, pues, más de 12 años luchando, en una batalla desigual, por los derechos de los afectados de talidomida.

La revista Anales de pediatría publicada por la Asociación Española de Pediatría, el 5 de mayo de 2013, señala que: “En 2011, los afectados por la talidomida en España, unos 500 supervivientes reconocidos por la AVITE de los 3000 afectados en un principio, interpusieron una demanda colectiva contra Grünenthal y UCB Pharma. Las negociaciones fracasaron cuando Grünenthal ofreció 120.000 euros para compensar a todas las víctimas españolas, es decir, aproximadamente 600 euros por afectado”.

El 9 de septiembre de 2012, poco después del 50.° aniversario de la descripción del efecto teratógeno de la talidomida, Grünenthal, la compañía farmacéutica que la descubrió y comercializó, pidió por primera vez disculpas públicamente por las graves malformaciones provocadas por el fármaco en niños cuyas madres embarazadas tomaron el medicamento. Todas ellas coinciden unánimemente en que las disculpan carecen de sinceridad, que no se corresponden con la responsabilidad judicial, las irregularidades en el proceso de comercialización de la talidomida y la negativa a proporcionar una compensación económica y recursos sanitarios suficientes a las víctimas.

AVITE inicia una serie recursos judiciales pero con sentencias desiguales. La Audiencia Provincial de Madrid anuló la indemnización a los afectados por la talidomida en octubre de 2014. Esto supuso mucha decepción entre las víctimas y, sobre todo, muchos dramas personales y familiares. Pero AVITE sigue luchando para conseguir unas indemnizaciones justas al igual que las pagadas por el laboratorio alemán junto a su gobierno a los afectados en Alemania que supuso en indemnizaciones, ayudas, subvenciones y pensiones unos 600 millones de euros a los 2.800 afectados, mientras que en España no se entregó ni un solo euro.

El saldo es dramático, los damnificados españoles se han quedado sin ningún derecho a indemnización ni ayuda por parte del responsable del daño, pero aún cuesta más entender que las autoridades nacionales no brinden un apoyo mayor a sus propios ciudadanos.

En este mismo año, el 26 de marzo de 2016, AVITE presentó un recurso de amparo en el registro del Tribunal Constitucional contra la sentencia del Tribunal Supremo de 20 de octubre de 2015. Dicho Tribunal Constitucional español dijo también, a fines de julio de 2016, que la causa estaba prescrita.

AVITE considera que no solo es injusta la sentencia del Tribunal Supremo y del Constitucional en cuanto al fondo, sino que vulnera derechos constitucionales de las víctimas españolas por discriminarlos respecto a las víctimas alemanas; no apreciar daño continuado en un síndrome que sigue siendo estudiado en sus consecuencias por la OMS y prestigiosas universidades de ámbito internacional.

Además, desde el punto de vista político, se ha de poner en marcha el Real Decreto 1006/2010 publicado, desde hace años en el BOE, que tiene como objetivo determinar el alcance, las condiciones y el procedimiento para el reconocimiento y abono de ayudas a las personas afectadas por la talidomida en España, dependiendo, dichas ayudas, del grado de invalidez de cada persona afectada.

Ahora el siguiente paso está, pues, en el tejado del nuevo gobierno que se establezca en nuestro país que tendrá que aprobar la Ley que la desarrolle, sin más dilación, porque las 2 PNL,s contemplan, como plazo máximo, el año 2018 para su cumplimiento.

Mientras, los miembros de la Asociación de las Víctimas de la Talidomida siguen realizando manifestaciones, protestas y actos reivindicativos como el realizado, en agosto de 2016, en Madrid, con la entrega de 1 pierna ortopédica al Director de Grünenthal Christoph por su victoria, provisional, en los tribunales.

Esperemos que, después de más de 50 años, desde los primeros casos de talidomida, se haga justicia con los cientos de damnificados por este síndrome y se repare el daño causado a estas miles de personas que nacieron con deformaciones o murieron a los pocos días de nacer, a causa de un medicamento que tenía graves efectos secundarios.

Según indicó Rafael Basterrechea (Vicepresidente de AVITE): “Ya solo nos queda el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, pero en AVITE estamos estudiando la manera de continuar en paralelo con una nueva lucha judicial contra el laboratorio alemán, no descansaremos hasta que se haga justicia”.