Esta parece la breve biografía de algunas mujeres que nacieron en otra época. Pocos pensarían que a la vuelta de la esquina hay una niña que está escribiendo esta historia con verbos en presente. Sí, están muy cerca; porque las 41.000 niñas que se casan o unen anticipadamente cada día no son sólo de África o Asia, también son de América y el Caribe.

Hasta hace poco, sólo unos cuantos hablaban del tema en este lado del mundo. De hecho, es difícil encontrar una imagen que atestigüe esta realidad velada. Sin embargo, la cortina se ha ido corriendo y cada vez resulta más inaceptable evadir la discusión sobre el matrimonio infantil y las uniones tempranas en una región en la que una de cada cuatro niñas se casa antes de cumplir 18 años, según datos del 2016 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

República Dominicana es uno de los países en los que la cifra es reveladora: Más de un tercio de las chicas, en su mayoría provenientes de familias pobres y de zonas rurales, contrae matrimonio o se establece en una unión temprana antes de los 18 años. Muchas de ellas lo hacen porque creen que el matrimonio es una vía para escapar del maltrato en el hogar o porque ellas, o sus familiares, consideran la unión como una alternativa para tratar de remediar su mala situación económica. Pero en muchos casos, las pequeñas se convierten en víctimas de violencia por parte de sus parejas y tampoco logran superar la pobreza.

Basados en el estudio global sobre el impacto económico del matrimonio infantil  – elaborado por el Banco Mundial y el Centro Internacional de Investigaciones sobre Mujeres – , los expertos del Banco Mundial, en alianza con UNICEF, pusieron la lupa en este país caribeño para demostrar que no sólo que las uniones tempranas constituyen una violación de los derechos de las niñas, sino para poner en evidencia el impacto de estas prácticas y el alto costo que implican para la economía del país.

Una de las primeras conclusiones del estudio en República Dominicana es que el matrimonio infantil es probablemente la causa de  tres de cada cuatro niños que nacen de una madre menor de 18 años. Cuando las niñas se casan antes de cumplir su mayoría de edad, las probabilidades de que tengan más hijos aumentan en un 45%. Poner fin al matrimonio infantil en este país podría reducir en dos tercios la proporción de jóvenes que dan a luz antes de su mayoría de edad y reduciría el crecimiento demográfico en un 0,17%.

Por otro lado, están los beneficios socioeconómicos. En los hogares dominicanos en los que la mujer se casó a edad temprana, la pobreza se habría podido reducir del 41% al 32%, pues al tener menos miembros en la familia, se habrían podido gestionar mejor los ingresos para las necesidades básicas. Y sin estos matrimonios, la pobreza en este país podría haberse reducido del 30,5% al 27,7%.

En términos macroeconómicos, los beneficios de poner fin al matrimonio infantil para el país serían también considerables. “Poner fin al matrimonio infantil generaría beneficios equivalentes a unos 171 millones de dólares hoy, aumentando a 4.800 millones de dólares para 2030, en paridad de poder adquisitivo. Además, habría ahorros presupuestarios para el Gobierno, mayormente por una menor demanda de servicios públicos debido a un menor crecimiento de la población”, señala Quentin Wodon, autor principal del estudio.

Hoy, cuando se entiende que se debe invertir más en la educación de las mujeres para superar la pobreza y la desigualdad, es fundamental prestar atención a que las niñas que se casan tienen menor probabilidad de continuar la escuela o de completar más años de educación, en comparación con las que lo hacen más tarde.

De hecho, el estudio apunta que “los análisis econométricos para los países de América Latina y el Caribe sugieren que casarse siendo niña reduce la probabilidad de completar la escuela secundaria en un 5% cuando se hace a los 17 años, y hasta un 21% cuando es a los 12 años o antes”.

En consecuencia, es más difícil para las niñas, una vez que entran en la edad adulta, acceder al mercado laboral y tener ingresos propios con los que puedan ser independientes. Se calcula que, en República Dominicana, el matrimonio infantil podría reducir los ingresos de las mujeres en un 17% al llegar a la edad adulta.

Las uniones tempranas afectan la educación de las mujeres que se casan siendo niñas y, como madres, ellas tienen menos posibilidades de ofrecer herramientas necesarias para el desarrollo de sus hijos en la primera infancia, una etapa muy importante para asegurar el éxito de esos niños en el futuro.

Es una cadena de secuelas que retroalimenta la pobreza de los países y obstaculiza la posibilidad de alcanzar las metas de desarrollo sostenibles que América Latina también se ha propuesto para 2030.

La principal recomendación de los expertos es mantener a las niñas en las escuelas para alejarlas del matrimonio. Además, proponen promover el empoderamiento de las adolescentes en espacios seguros donde se les ofrezca información sobre sus derechos; brindarles formación financiera, habilidades para emprender y gestionar microempresas; entre otras oportunidades para brindarles un mejor futuro para ellas y sus hijos, si deciden tenerlos.